Las relaciones España-Rusia: evolución y oportunidades

El Año Dual dio un impulso a las relaciones entre los dos países. Dibujo de Niyaz Karim.

El Año Dual dio un impulso a las relaciones entre los dos países. Dibujo de Niyaz Karim.

La Federación de Rusia y el Reino de España ocupan dos extremos del continente Europeo, pero los 4.000 kilómetros que separan sus respectivas capitales no han sido a lo largo de la Historia un impedimento para la interacción entre ambos países. De ese modo se sucedieron los contactos diplomáticos a partir del siglo XVI, con etapas tan significativas como la alianza contra Napoleón en el siglo XIX. Como curiosidad poco conocida, cuando Rusia atravesó el Estrecho de Bering y conquistó Alaska en el siglo XVIII, España se expandió hacia el norte desde San Francisco, para frenar el avance ruso por la costa del Pacífico de los actuales Estados Unidos.

Los contactos diplomáticos se sucedieron a partir del siglo XVI, con etapas tan significativas como la alianza contra Napoleón en el siglo XIX. Como curiosidad poco conocida, cuando Rusia atravesó el Estrecho de Bering y conquistó Alaska en el siglo XVIII, España se expandió hacia el norte desde San Francisco, para frenar el avance ruso por la costa del Pacífico de los actuales Estados Unidos.

Sin embargo, a partir del año 1939 las relaciones diplomáticas quedaron interrumpidas, y así permanecieron hasta la muerte del General Franco. En los últimos 35 años la cooperación entre ambos países se ha desarrollado principalmente en el ámbito de organizaciones como Naciones Unidas, o sino España las ha enmarcado en la relación de Rusia con la Unión Europea (UE) o con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Pero a partir de 2009 la relación bilateral ha alcanzado un nuevo nivel, por medio de una serie de iniciativas que se estudiarán desde el punto de vista de la seguridad internacional.

La 'Declaración de Asociación Estratégica' de 2009

En marzo de 2009, con motivo de la visita oficial del Presidente ruso Dimitri Medvedev a España, entre otros múltiples acuerdos se suscribió la llamada 'Declaración de Asociación Estratégica', que contempla un amplio programa de cooperación bilateral en política, economía y comercio, defensa, ciencia y tecnología, educación y cultura, y sociedad civil. De ese modo España se convertía en el cuarto Estado europeo, tras Alemania, Francia e Italia, en firmar un acuerdo de este nivel con Rusia.

En el campo de la seguridad exterior, se contemplaba la colaboración entre los respectivos ministerios de Defensa y Fuerzas Armadas; un convenio sobre tránsito de equipos y personal españoles por territorio ruso hacia Afganistán; y la lucha contra el terrorismo, la proliferación de armas de destrucción masiva, el crimen organizado, y el tráfico de drogas. Como se comprueba, todas ellas son cuestiones en las que los intereses españoles y rusos son plenamente coincidentes; baste recordar los atentados islamistas radicales de Madrid (en marzo) y en Beslán (en septiembre) de 2004, o el hecho de que España sea la  puerta de entrada de la droga suramericana a Europa, mientras que Rusia lo es de la centroasiática. 

Es importante recordar que Rusia, a su vez, había alcanzado un 'Acuerdo de Asociación y Cooperació'” con la Unión Europea (conocido por las siglas en inglés PCA), que entró en vigor en 1997 con una vigencia de diez años, y que en la Cumbre UE-Rusia de San Petersburgo en 2003 se establecieron los 'Cuatro Espacios Comunes' (Economía, Libertad y Justicia, Seguridad Exterior, y Educación, Cultura en investigación), y en 2005 en Moscú las 'Hojas de Ruta' que los deben desarrollar, cuyo contenido es muy similar a la del acuerdo bilateral de 2009 con España.

La explicación de esa aparente duplicación es muy clara: a raíz de la ampliación de la UE a diez nuevos Estados en 2004, la relación con Rusia se ha complicado enormemente, ya que con algunos de esos países (sobre todo las tres Repúblicas Bálticas y Polonia) se incorporaron sus recelos históricos hacia la Federación, a la que perciben como una amenaza para su seguridad nacional. Por poner un ejemplo, el veto polaco supuso un retraso de un año en el comienzo de las negociaciones de renovación del PCA, que de hecho caducó en 2007 sin que a día de hoy se haya alcanzado un nuevo acuerdo. 

Eso ha provocado que Rusia, al constatar la falta de coherencia interna de la UE para alcanzar una posición común, haya privilegiado las relaciones bilaterales con los Estados de la vieja Europa ya mencionados (Alemania, Francia, Italia y España), países que a su vez no han dudado en puentear las trabas impuestas por los nuevos miembros orientales de la Unión, y así relacionarse directamente con Moscú sin pasar por Bruselas.

La 'Asociación para la Modernización' de 2010 y el '“Año Dual' de 2011

La breve guerra entre Rusia y Georgia en agosto de 2008 supuso el punto más bajo de la relación de Moscú con Occidente, pero desde entonces comenzó a mejorar, en especial por la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en 2009 y su política de 'puesta a cero' de las relaciones con la Federación. En Europa, la nueva situación se plasmó en la firma de la llamada 'Asociación para la Modernización', durante la Cumbre UE-Rusia de Rostov del Don en junio de 2010, con un importante papel de España al coincidir con el final de su semestre de presidencia del Consejo de la UE.

Esa nueva Asociación tiene un fuerte enfoque económico, con áreas prioritarias como: transportes, eficiencia energética, lucha contra el cambio climático o proyectos de I+D+i, entre otras, acompañado de un instrumento específico de financiación. La idea de modernización respondió ante todo a la iniciativa de Medvedev, que situó el desarrollo económico y tecnológico como eje central de su presidencia, para lo cual es imprescindible mantener relaciones adecuadas con los países más desarrollados.

Ese relativo abandono del componente de seguridad exterior en la relación bilateral UE-Rusia es un grave error, ya que los temas de la 'Hoja de Ruta' correspondiente se han desviado al ámbito de la relación OTAN-Rusia, donde es mucho más difícil alcanzar acuerdos. Así, en el Consejo OTAN-Rusia celebrado en Lisboa en noviembre de 2010 se identificaron varias áreas de colaboración (control de armamentos, revisión conjunta de las amenazas, Afganistán, lucha contra el terrorismo y la piratería marítima), pero el desacuerdo sobre el escudo antimisiles balísticos que EEUU pretende desplegar en Europa ha paralizado, en cierto modo, los avances logrados.

Pero volviendo a la relación España-Rusia, en 2011 se celebró el Año Dual.  Con ese motivo se programaron más de 700 actividades, casi en su totalidad del ámbito cultural, aunque la intensificación de los contactos entre las sociedades civiles ayudó también a aumentar la cooperación en proyectos económicos conjuntos. Ante el complejo panorama geopolítico de otras zonas productoras, las empresas españolas del sector de la energía deberían asumir un papel más relevante en los procesos de privatización de sus equivalentes rusas. Por poner un ejemplo esperanzador, durante la visita del Rey de España a San Petersburgo para inaugurar los actos del Año Dua”, los presidentes de Alliance Oil y de Técnicas Reunidas suscribieron ante los Jefes de Estado un memorando de cooperación técnica y económica entre sus empresas.

 

Conclusión

En resumen, España se encuentra en una posición privilegiada para relacionarse con Rusia, tanto en su condición de miembro de la UE y de la OTAN, como en el plano estrictamente bilateral, precisamente por la citada ausencia de recelos mutuos como los existentes entre la Federación y otros países europeos, y se puede beneficiar en dos aspectos principales: por el hecho de que Rusia llegue a coordinar con Occidente sus acciones frente a las amenazas comunes a la seguridad; y por el factor económico, tanto en términos de seguridad energética (diversificando las fuentes de suministro), como por la posible participación española en los programas rusos de modernización de su economía, tanto en el ámbito energético (explotación de nuevos yacimientos y modernización de las redes de transporte y distribución) como en el de la actualización de las infraestructuras (en la que podrían jugar un papel importante las empresas españolas). 

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