El festival cuenta con diversos apartados de entretenimiento: cocina, mercadillo, lounge... Fuente: Darya Rodiónova.
El parque de Krásnaya Presnia, surcado por una red de sinuosos canales atravesados por livianos puentes encorvados, se convirtió durante el primer fin de semana de agosto, en el refugio de la cultura latinoamericana, que cada año está más cerca de los rusos. El número de turistas rusos en este continente crece y América del Sur dejará de ser para los rusos ese concepto exótico que era hace tan solo 10 años.
El programa del festival estaba repleto de actividades: clases de diferentes bailes, clases magistrales de cocina latinoamericana, una zona de mercadillo y una zona lounge para descansar.
Zona de descanso. Fuente: Darya Rodiónova.
Mi marido bromea ante un puesto lleno de productos colombianos. Un joven moreno mira hacia nosotros con rostro severo y nos saluda en ruso, sin acento. Compro una camiseta de recuerdo y le pregunto a mi interlocutor, que se llama Fabián, qué es lo que espera de un evento tan grande como este que se celebra por primera vez en Moscú.
“Siempre queremos mostrar nuestro país y nuestra cultura, esta es la idea. Todo lo que ven aquí, —hace un gesto hacia el mostrador con los recuerdos de cerámica, piel, brillantes telas e incluso granos de café—, todo esto es de Colombia. Queremos que los rusos sepan de nosotros cuanto más mejor y que vengan de visita, por supuesto”, se ríe Fabián.
Me ata una pulsera en la muñeca con los tres colores de la bandera colombiana como símbolo del encuentro de las dos culturas, occidental y oriental, y nos separamos. Cerca de su puesto se arremolinan los primeros visitantes del festival. A juzgar por lo bien que le fue a Fabián el negocio estoy convencida de que el estereotipo de los rusos sobre Colombia pronto quedará liquidado.
Damián, argentino, espera de la muestra los mismos resultados que su colega colombiano: dar a conocer cuanto sea posible su país a los rusos. Lleva un año en Moscú como estudiante de la Universidad de la Amistad de los Pueblos, y está convencido de que los rusos y los argentinos son muy parecidos, “ninguno de los dos no se achica frente a los problemas”. “Estoy contento de que entre nuestros países haya una muy buena relación”, añade y se distrae un momento para contarle a dos chicas las maravillosas propiedades del mate, del que está bien abastecido el puesto.
La gente sigue llegando y se junta alrededor de los puestos de Cuba, Perú, Colombia e incluso uno, a saber por qué, de Madagascar, ante el cual me quedo algo desconcertada.
“Este evento ha sido organizado como un festival de la amistad de los pueblos”, informa a Rusia Hoy la secretaria de prensa del Latinofest, Alena Mijailova. “En otros países se realizan festivales parecidos, en Rusia esta práctica no está extendida. Por desgracia nuestra gente no conoce ni la cultura africana, ni la cultura latinoamericana. El año pasado celebramos un festival de cultura africana, llamado 'Zamunda', y hace dos un festival de cultura latinoamericana llamado 'Salsa en la playa', pero estaba más orientado al baile. Este año decidimos dar a conocer a la gente la cultura latinoamericana para que comprendieran que es una cultura interesante, que se pueden sacar cosas nuevas de ella. Los organizadores del festival son: una escuela de baile 'ArmeniKasa', Yuri Navarro (chef del restaurante latinoamericano 'Navarro'), los artistas Juan Carlos Marsiach y Jonathan Solis y Serge Focas, director de la empresa 'Desamos' que se dedica a la promoción de la cultura africana en Rusia. Pero como la cultura latinoamericana y africana están íntimamente unidas históricamente, hoy hemos decidido hacer una simbiosis.
A estas alturas el parque se ha llenado de los sonidos de la fogosa salsa cubana. Hay también música brasileña a cuyo son luchan los capoeristas. Muchísima gente quiere participar en la clase magistral de bailes latinoamericanos. Para ver los movimientos de los bailarines en el tablado de madera es necesario abrirse paso a través de un apretado corro de espectadores de todas las edades, desde chicas muy jóvenes con tacones de infarto, hasta parejas con carritos de bebé.
“Esperamos que haya entre 12.000 y 13.000 visitantes, de las generaciones más jóvenes y de las más mayores, porque en nuestro país cada vez hay más gente interesada en la cultura latinoamericana. Tenemos planeado hacer el Latinofest de forma anual”, comenta Alena Mijailova.
Uno de los organizadores del festival, Juan Carlos Marsiach, confirma sus palabras: “Queremos celebrar el festival todos los años, además tendrá lugar en este mismo escenario. Intentaremos mejorar cada año. En este festival no han participado todos los países latinoamericanos, pero espero que en el futuro los reunamos a todos. Además planeamos ampliar las fronteras, —continua Serge Focas—, y hacer el festival como una especie de maratón, en San Petersburgo, Rostov y otras ciudades de Rusia. Queremos darle a todos los rusos la oportunidad de conocer la cultura latinoamericana. Intentaremos que el evento sea cada vez mejor, esperamos críticas”, se ríe Serge.
Y efectivamente, hay visitantes que señalan algunos fallos. A pesar de que los tamales mexicanos eran aromáticos y la bachata cubana atrapó el corazón de muchos rusos, la cultura latinoamericana no se limita a bailes y cocina. "Me gustaría saber más sobre la historia de los países latinoamericanos", comparte Alexánder, uno de los visitantes del Latinofest. "Me encantaría ver una reconstrucción histórica, de la conquista, por ejemplo", se ríe.
Esperemos que el año que viene los moscovitas tengan más posibilidades.
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