Un carnaval de ángeles nórdicos

La Ciudad de Arjánguelsk está situada en unas cuantas islas en un meandro del río Sévernaya Dvina, a 1.000 kilómetros de Moscú y a 30 de la costa del mar Blanco. La proximidad del Círculo Polar Ártico se hace sentir: a finales de junio el sol se esconde tras el horizonte a las dos de la madrugada, para volver a iluminar las fachadas de los altos edificios del centro de la ciudad una hora después. Sin embargo, durante los días polares hay algunos habitantes de Arjánguelsk que no piensan en irse a dormir: son los que hacen posible el Festival de teatro de calle. Un millón y medio de espectadores y cerca de 250 compañías teatrales de todos las partes del mundo participan en una maratón teatral de una semana que exige de sus participantes una entrega absoluta.

Bernard Schneider, Alemania: Bernard es un ejemplo de la más sublime organización del cuerpo humano, ¡ y cómo podría ser de otra forma si se trata de un alemán-orquesta! A los organizadores de la fiesta les gustó tanto el músico que fue a parar al pequeño grupo de los elegidos a quiénes se les permite participar en el festival más de una vez. Durante la actuación de un costado del hombre-orquestra le cuelga un altavoz de fabricación casera hecho con una lata de aceite para los motores. Este aparato amplifica los sonidos de rock, blues, funk, música pop e incluso las sambas de Antônio Carlos Jobim, aunque el instrumento más potente en la orquesta de Bernard es su voz. Los niños empiezan a bailar a los primeros acordes, piden monedas a sus padres, las tiran a un balde de champán situado en la funda de la guitarra y bailan y bailan…


El artista alemán. Fuente: YouTube

Irmãos anônimos (Hermanos Anónimos), Brasil: Los invitados más excéntricos del festival son el dúo brasileño Hermanos Anónimos vestidos con bañadores de leopardo. Su programa, titulado irónicamente 'Casi imposible', representa un show-imitación de números mortales. Por lo menos esa es la impresión que se le forma al espectador al principio. Sin embargo esta burla cómica, que utiliza habilidades relacionadas con el cambio de velocidades, parecidas a los efectos cinematográficos, durante el curso de la acción va siendo desplazada por trucos reales. Al final el público aplaude con tanto frenesí que resulta evidente que los hermanos se han ganado con creces el billete desde Río.

 

Cuando se pregunta a los artistas provenientes de varios continentes cuál es la singularidad del Festival de Arjánguelsk, en primer lugar sitúan la cordialidad de los habitantes que les rodean en las plazas de la ciudad y entre bastidores. Efectivamente, los habitantes de Arjánguelsk son un público especial, vivo y simpático. Parece que la vida en el norte enseña a la gente a valorar la calidez en todas sus formas. De los números de los artistas callejeros brota la alegría, y el público adulto responde con risas, los niños chapotean y se bañan en las olas de felicidad y sueltan carcajadas hasta el agotamiento. Este año 13 compañías participaron en la parte no oficial del programa. El año que viene sin duda hablaremos de los mejores.

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