Un plan para cerrar universidades

La reforma pretende implusar los parámetros de calidad de la universidad. Fuente: Itar Tass.

La reforma pretende implusar los parámetros de calidad de la universidad. Fuente: Itar Tass.

Dmitri Medvédev propuso reducir la cantidad de centros docentes superiores, que se ha multiplicado por diez desde la caída de la URSS. La recién creada Asociación de universidades de económicas y de administración líderes de Rusia está dispuesta a llevar a cabo esta tarea. Algunos consideran que se terminará por defender a algunas universidades en detrimento de otras.

“Una parte significativa de los centros docentes superiores que no respondan a los criterios contemporáneos, tendrán que ser reformados o cerrados. Esa es mi profunda convicción”, anunció Dmitri Medvédev. La idea de enseñar menos pero mejor no es nueva. Anteriormente la había expuesto Vladímir Putin, pero no hay duda de que las palabras de Dmitri Medvédev añadieron leña al fuego a las interminables discusiones sobre educación superior.

El viceministro de Educación, Ígor Remorenko, declaró a la revista Russki Reporter que comparte la opinión del Primer Ministro. “Tras la desintegración de la Unión Soviética aumentó en diez veces la cantidad de institutos de educación superior y de universidades en nuestro país, de 300 pasaron a 3.000. Teniendo en cuenta este hecho, está claro que hay que reducir la cantidad de centros docentes superiores”, aclara el funcionario. “El principal criterio será la calidad de la educación  y no si de se trata de un centro estatal o privado. Lo fundamental es que enseñen bien”.

Sin embargo, muchos consideran que la reducción de centros docentes superiores no es la única solución. Algunos expertos expresaron su temor ante el anuncio de Medvédev. Alexánder Sigov, rector de la Universidad Técnica Estatal de Moscú de Radiotécnica, Electrónica y Automática,  alerta que hay ir  con mucho cuidado a la hora de realizar este plan.

“Es indispensable la  opinión de una comisión de expertos profesionales y un enfoque humano", comenta Sigov. “La decisión se tiene que tomar teniendo en cuenta la opinión de la comunidad profesional, científicos y, lo que es importante, de los profesionales  que van al mercado de la educación a buscar nuevos trabajadores. Además, también hay otros indicadores a tener en cuenta: la cantidad de publicaciones y el lugar que la institución ocupa en la estadística de número de veces que se cita al centro”.

El posible aumento de la corrupción es la advertencia más común cuando se discute la iniciativa de reducir los centros de educación superior. Si la cantidad de centros educativos es menor, ingresar en ellos será más difícil. Pero algunos consideran que será más difícil no sólo porque la selección será más dura, sino también porque los buenos estudiantes tendrán que competir con aquellos que tienen dinero y contactos.

Según Sigov, esto solo es posible en los centros 'malos' que, en teoría, son precisamente los que no tienen que pasar revisiones. “Me cuesta imaginar una red de corrupción en un centro superior con una gran tradición y un sólido corpus docente”, comenta el científico.

Con todo, la comunidad de expertos ya ha reaccionado a la iniciativa de Medvédev. La recién creada Asociación de Universidades de económicas y de Administración líderes de Rusia anunció que estaba preparada para elaborar los criterios con el objetivo de valorar los centros de educación superior y diseñar el programa para reducirlos.

“La tarea de nuestra asociación es la de elaborar un método para poder determinar qué centros no cumplen los requisitos, preparan gente no  requerida por el mercado laboral y, también, establecer  qué centros son los que hay anexionar a otros o plantear si hay que liquidarlos”, explicó al periódico Izvestia el rector de la Universidad de Finanzas, Mijaíl Eskindarov.

La decisión final sobre si se cierra algún centro la tomará el fundador, que en la mayoría de los casos es el ministerio de Educación y Ciencia. De todas formas, Eskindarov explica que la asociación tiene un acuerdo con el gobierno para participar de forma activa en el proceso para filtrar los centros. Además, se han elaborado unos criterios prácticos para valorar las instituciones educativas.

La efectividad de la labor del centro se valorará, por ejemplo, según criterios como los ingresos de sus licenciados al cabo de cinco años después de terminar la carrera, el sueldo de los profesores comparándolo con el medio en la región, la cantidad de estudiantes que han ganado en las olimpiadas educativas y el número de alumnos que ha ingresado sin realizar pruebas de acceso. También se tendrá en cuenta la actividad académica del centro, por ejemplo, la cantidad de veces que se cita a sus trabajadores.

Sin embargo, hay expertos que creen que la tarea de la asociación consistirá más bien en defender algunos centros determinados y no en reducir la cantidad. Según Víctor Panin, vicepresidente de la Sociedad de defensa de los derechos de los consumidores de servicios educativos, la asociación puede servir para defender los intereses de las instituciones educativas que de alguna forma estén relacionadas con sus miembros.

Además de la recién formada asociación,la Unión de rectores de Rusia también manifestó su deseo de participar en la elaboración del programa. Panin vaticina que próximamente otras organizaciones también querrán sumarse porque muchos desearán participar en la redistribución del mercado de los servicios educativos, no sólo para no perder los activos, sino también para aumentar los ingresos. Según Panin, la actividad de este tipo de organizaciones en el mejor de los casos tendrá un carácter de recomendación.

 Artículo basado en materiales de Russki Reporter e Izvestia.

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