Pussy Riot. Fuente: RIA
“No pienso en ello”, dijo sobre el asunto Pussy Riot. “Yo desempeño mi cargo y ya está. De todos modos, este asunto ha sido sobredimensionado”. Su actitud resignada sería poco común entre la clase media, entregada a las protestas, pero aquí, fuera de Moscú, es lo normal. La mayoría de los rusos simplemente no piensa en el caso Pussy Riot. Y no porque no tengan conciencia cívica: sencillamente, tienen otros problemas de los que ocuparse. “Lo que hicieron fue un escándalo y deben ser castigadas”, dice Elena, una profesor a d e m ú s i c a qu e s e desempeña como voluntaria en el coro de la iglesia losines de semana. “Quizá la sentencia es demasiado severa, pero eso lo decide el juez”, afirmó.
Occidente ve las provocaciones de Pussy Riot a través del prisma de la revuelta política y feminista: cuatro mujeres con pasamontañas de colores cantaban en play back una canción punk contra el presidente Vladímir Putin,cuya letra incluía blasfemias,en la principal catedral del país, solo para subir la grabación resultante a YouTube.
En Rusia, el caso tocó una i bra de la clase media opositora, y consiguió una publicidad sin precedentes en el extranjero, hasta el punto de ser anunciado como un punto de inl exión en el desarrollo político de Rusia. Pero, si se mira más de cerca, se ve que el asunto preocupa solo a una clase media estadísticamente muy reducida. Según un estudio que el Levada Center (una empresa privada) publicó el día del veredicto, el 44% de los encuestados consideraba que el juicio a Pussy Riot fue “justo, objetivo e imparcial”. Solo el 25% creía que el veredicto era el resultado de una venganza personal de la Iglesia Ortodoxa y el Kremlin. “Sí, somos conscientes de que ha habido reacciones acaloradas. Pero no me atrevería a decir que toda la sociedad ha respondido de esa manera”, ai rmó Lev Gudkov, presidente del centro de encuestas Levada.
“Solo 15-18% de los encuestados estaban prestando atención al caso, el resto se mostró bastante indiferente”. Los rusos están sacando conclusiones sobre las implicaciones del caso pero cada uno a su manera. “El juicio sacó a la luz problemas ya existentes, pero estos problemas son distintos en distintos sitios”, comenta el periodista Andréi Zólotov. Si la sociedad está dividida no es tanto por si las integrantes de Pussy Riot deben ir a la cárcel, sino por otros asuntos, mucho más importantes, que existían ya antes de que surgiese el caso.
Artiom Tóropov, un abogado que asistió al aluvión de protestas antigubernamentales de este año, expresó una opinión moderada sobre el Kremlin y sus acciones, pero se mostró preocupado por el abismo que se abre entre él y una gran parte de la población. “Me asusta la reacción de la gente, el hecho de que más del 40% considerase que el juicio fue justo”, comentó. “Si Occidente tomase en consideración cómo está reaccionando la mayoría de la población, vería que hemos vuelto a la Rusia del XIX: la nobleza ilustrada y la masa que, en su mayor parte, no la apoya”.
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