El líder ruso ya sobrevoló la zona el
mismo día de la tragedia, el 7 de julio, cuando ordenó dirimir
responsabilidades entre las autoridades locales y los servicios de
emergencia encargados de alertar a la población sobre la amenaza que se
les avecinaba.
Según el Ministerio de Situaciones de
Emergencia, 171 personas murieron, 35.000 se vieron afectadas y más de
9.000 viviendas resultaron anegadas en las localidades de Krimsk,
Novorossisk y Guelendyik.
Los servicios de emergencia aún
buscan a varios desaparecidos entre los escombros, aunque las esperanzas
de encontrar a alguien con vida son escasas.
Algunos vecinos
de la zona siguen acusando a las autoridades locales de que no les
alertaron del inminente peligro para que pudieran resguardarse o
abandonar sus viviendas, lo que hubiera salvado numerosas vidas.
Habitantes de Krimsk aseguran que la localidad fue arrasada por una
ola de más de siete metros que, según ellos, pudo deberse al
desbordamiento o a un vertido de la presa de Neberdzháyevsk, situada en
una montaña a cuyos pies se encuentra la ciudad, pero las autoridades
niegan tal versión.
Las autoridades han reconocido que la
presa de Neberdzháyevsk se desbordó varias veces por las lluvias
torrenciales, pero descartaron que estos "vertidos ordinarios" fueran la
causa de las inundaciones. EFE
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: