Elena Vesniná. Fuente: Reuters.
A las once de la mañana, media hora antes de que comenzaran los primeros partidos, las amplias avenidas de Wimbledon estaban prácticamente llenas de aficionados. No todo el mundo sale corriendo a las gradas, es habitual que la gente se disemine por el césped esmeralda de Aorangi Terrace, que parece haber sido trasplantado directamente de la pista central, y sigan los partidos somnolientos, adormecidos bajo el sol y al aire libre, a través de la pantalla gigante. Hay cerveza, Pimm's, fish and chips y perritos calientes. Los ingleses no tienen problema en beber justo antes de la comida. ¡Es sorprendente cuanta gente se puede permitir el día libre un lunes!
De los nueve rusos que ayer tenían que salir a la pista, siete volverán a Inglaterra dentro de tan solo un mes para jugar las Olimpiadas. Está claro que Wimbledon es, en sí mismo, uno de los torneos más importantes de la temporada. Pero este año es, además, un ensayo de los Juegos. De modo que no es de extrañar que la importancia de cada partido se multiplique. Y la que lo tuvo más complicado fue Elena Vesniná, que ya en la primera ronda quedó emparejada con Venus Williams.
Los cinco títulos de la americana en Londres hablan por sí mismos. Llegue en el estado que llegue, ocupe el puesto que ocupe en el ranking o los partidos haya ganado en la temporada antes del torneo, la mayor de las Williams siempre es de facto una de las favoritas aquí. Lena, por el contrario, está pobremente situada en la categoría individual del Grand Slam, tan solo cuenta con una victoria en tres años.
Pero pasa media hora y las tribunas de la tercera pista en importancia de Wimbledon zumban como una colmena inquieta. La rusa está sacando de la pista a la temible Venus con fuertes latigazos, sube a la red sin miedo y devuelve los envenenados servicios de la americana con precisión.
Y de pronto... ¡5:0 a favor de Vesniná en el primer juego! Los esfuerzos de Williams en este set tan solo le permitieron hacerse con un juego.
Pero en el segundo set la situación no cambió demasiado. Es cierto que Venus comenzó a restar mejor aprovechándose del apoyo del público, los ingleses son tradicionales y prácticamente adoran a sus campeones de Wimbledon. Pero Elena aprovechó su oportunidad y le rompió de nuevo el servicio en el sexto juego, 4:2. Y por más que la americana se apoyara en su saque, no consiguió llevarse la victoria.
Mientras Vesniná, fuera de sí de la alegría, saludaba contenta a los aficionados sin acabar de creerse la victoria, en la pista central salía María Sharápova.
"Todavía no he jugado ni un partido en hierba esta temporada. Pero llevo entrenándome aquí desde hace más de una semana y me he acostumbrado a las pistas," aseguró la primera raqueta del mundo la víspera del partido.
"A pesar de todo, los entrenamientos son una cosa y la competición oficial otra completamente distinta. Estaba algo nerviosa, como todo el mundo, me equivoqué y le di pie al contrario para meterse en el partido," dijo Masha meneando la cabeza después del encuentro con Radionova.
Anastasia es una de las muchas rusas que desde hace tiempo juegan para otro país (en su caso, Australia). Y una de las que, a pesar de su modesto puesto en la ATP, el 133, siempre está dispuesta a destrozarle los nervios a una contrincante con títulos.
Así salió a su partido con Sharápova.
Sin embargo, al principio parecía como si María no le diera mucha importancia a la resistencia de su antigua compatriota. Con generosas pinceladas creaba en la pista un pintoresco paisaje tenístico, provocando en las abarrotadas gradas suspiros de entusiasmo. Pero, ganando 5:0, relajó un poco su juego. Bajó el porcentaje del primer saque, la precisión de la volea y Anastasia le arrancó dos juegos.
Por suerte, Sharápova remontó con fuerza y se hizo con el primer set eclipsando completamente a su oponente en el segundo, 5:1. Pero la obstinada Rodionova, sin prisa por terminar el combate, se las apañó para romperle un servicio y devolver la emoción.
"¿Pero que queríais? Sin partidos de preparación es imposible mantener la concentración durante todo el partido," se justificó después María. "Lo importante es que no le permití que me enzarzara en un combate serio. Y conseguí cortar sus recuperaciones al final de los dos juegos."
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