Fuente: Flickr/ Downing Street.
La guerra de Georgia en agosto de 2008
Por supuesto, la primera referencia debe ser la breve guerra entre Rusia y Georgia en agosto de 2008, cuando Medvédev llevaba tan sólo tres meses en el cargo. La tensión en la zona había crecido exponencialmente desde la llegada al poder en Georgia en 2004 de Mijaíl Saakashvili. A ello contribuyó en febrero de 2008 la declaración unilateral de independencia de la provincia serbia de Kosovo, apoyada mayoritariamente por Occidente, que en cierto modo reavivó los restantes conflictos congelados de nuestro continente.
Tras el fracaso de Estados Unidos en la Cumbre de Bucarest de la OTAN en abril, cuando no consiguió que se otorgase a Georgia un plan para su entrada en la Alianza, el Gobierno de Saakashvili decidió lanzar un órdago e invadir Osetia del Sur la noche del 7 al 8 de agosto de 2008. Tiblisi contaba con el efecto sorpresa, pero la reacción rusa fue inmediata y en menos de seis días la resistencia georgiana se desmoronó, y de no ser por la mediación de la Unión Europea las tropas rusas hubiesen podido conquistar todo el país. No lo hicieron, pero sí que destruyeron las capacidades militares que Georgia había tardado años en construir.
Esa muestra de poder en su vecindario inmediato, calificada por Occidente de excesiva, sirvió para demostrar que Rusia volvía a ser una gran potencia, que no dudaría en defender sus intereses, y que no toleraría que un mandatario de otro Estado violase acuerdos de alto el fuego de los que Rusia es la principal valedora.
La puesta a cero de las relaciones de Rusia con Occidente
Ese fue el punto más bajo de la relación de Rusia con Occidente, y el posterior reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia no ayudó a enfriar las cosas. Sin embargo, a partir de ese momento se produjeron una serie de eventos que abrieron una ventana de oportunidad para la mejora de las relaciones: llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en febrero de 2009, con la puesta a cero de las relaciones con Rusia; victoria de Víctor Yanukovich en las presidenciales ucranianas de febrero de 2010; victoria de Bronislaw Komorowsky en las presidenciales polacas de junio de 2010. Todos esos cambios políticos supusieron la salida del poder de dirigentes abiertamente contrarios a Rusia, y abrieron paso a una etapa de franca colaboración.
Así, se sucedieron avances como la firma con Estados Unidos en abril de 2010 del Tratado START III de reducción de armamento nuclear; la firma ese mismo mes de los 'Acuerdos de Járkov' con Ucrania, para prolongar 25 años la presencia de la Flota rusa en Sebastopol; la aprobación en junio de 2010 en el Consejo de Seguridad de la ONU de sanciones contra Irán por su programa nuclear, y la suspensión del contrato de venta de misiles antiaéreos rusos a Teherán; la reanudación de la relación con la OTAN, con la celebración de la Cumbre del Consejo OTAN-Rusia en noviembre de 2010; o la celebración de la Cumbre de la OSCE, la primera a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno, en diciembre de 2010 en Astaná, dónde se discutió la propuesta de Medvédev de un nuevo tratado de seguridad paneuropeo.
Otras iniciativas internacionales
Lejos de la región euroatlántica, que en todo caso ha seguido siendo el principal marco de actuación exterior de Rusia, la Federación ha impulsado el grupo de los BRICS (junto a Brasil, India, China y Sudáfrica), aunque continúa siendo una asociación informal de Estados que tienen, en el fondo, bastante poco en común aparte de ofrecer un modelo de relaciones internacionales diferente del promovido por Occidente.
En la relación bilateral con China se produce la paradoja de que aunque en apariencia se trata de socios estratégicos con una excelente relación, subyace la percepción por parte de Rusia de que China es una amenaza a sus intereses, tanto por su creciente influencia en Asia Central (dónde Moscú trata de mantener bajo control a Pekín en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái), como en el Distrito Federal del Lejano Oriente ruso (dónde siete millones de rusos comparten frontera con los 170 millones de chinos de Manchuria).
Con respecto al otro gran actor de la zona, Japón, Medvédev no ha dudado en reafirmar la soberanía rusa sobre las Kuriles del Sur (reclamadas por Tokio), visitando la zona y anunciando el refuerzo militar de la misma. Por último en 2011, y tras 18 años de negociaciones, se alcanzó un acuerdo para la entrada de Rusia en la Organización Mundial del Comercio.
Algunas sombras en el horizonte
No obstante, a partir de 2011 se han producido una serie de eventos que han venido a enturbiar esa etapa de colaboración. En el caso de la Primavera Árabe, Rusia se abstuvo en la votación de la Res. 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, en marzo de 2011, que autorizó a la comunidad internacional a intervenir para proteger a la población civil libia. Sin embargo, Rusia consideró que la posterior operación militar, liderada por la OTAN, excedió en mucho el mandato de la ONU, al apoyar a uno de los bandos hasta la captura y linchamiento del propio Coronel Gadafi en octubre. Una consecuencia es que Rusia es reticente a que ese modelo de intervención se pueda reproducir en Siria, y por ello ha amenazado con bloquear toda Resolución que dé carta blanca a una intervención exterior contra el régimen de Al-Assad, lo que ha creado tensiones entre Moscú y Washington.
Por otra parte, de las iniciativas de cooperación acordadas con la OTAN la del desarrollo de un escudo antimisiles balísticos pasa por ser la más importante, y en la que es más difícil alcanzar un acuerdo. Rusia propone crear un sistema único, mientras que la OTAN propone sistemas separados que intercambien información. Dado que Rusia percibe que el sistema de la OTAN independiente puede menoscabar su capacidad de disuasión nuclear, en noviembre de 2011 Medvédev anunció una serie de medidas para contrarrestarlo, aunque añadió que continuarían las negociaciones. En el marco de la relación bilateral con la Unión Europea, continua sin renovarse el 'Acuerdo de Asociación y Cooperación' que caducó en 2007, y la 'Asociación para la Modernización' de 2009 ha tenido muy poco desarrollo práctico.
Por último, en el espacio postsoviético cabe destacar la constitución de una 'Unión Aduanera' con Bielorrusia y Kazajstán, en vigor desde julio de 2011, y a la que previsiblemente se incorporen Kirguistán y Tayikistán. La relación con Ucrania ha empeorado los últimos meses, sobre todo por los precios del gas acordados por Putin y Julia Timoshenko en invierno de 2009, y que han supuesto la condena a prisión de ésta última. Kiev insiste en una rebaja, y Moscú insiste en cumplir lo pactado, aunque contemplaría beneficios si Ucrania se incorporase a las organizaciones multinacionales lideradas por Rusia, como la mencionada 'Unión Aduanera' o la 'Organización del Tratado de Seguridad Colectiva'.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: