Se acerca el momento de la verdad en Siria

Dibujo de Niyaz Karim.

Dibujo de Niyaz Karim.

Después de que se hiciera público el asesinato de más de cien civiles, incluidos niños, en la aldea siria de Hula, los principales países occidentales expulsan a los diplomáticos sirios y el exsecretario general de la ONU Kofi Annan hará, probablemente, el último intento de convencer al líder sirio Bashar Al-Assad de aceptar un plan de paz.

Surge la pregunta: '¿Cuántos muertos sirios hacen falta para que la, así llamada, comunidad internacional, presione de verdad, de una vez por todas, a Bashar El Assad?' Está claro que el hecho de que haya ya 10.000 mil víctimas no basta. A día de hoy este es el número de víctimas del derramamiento de sangre en las estimaciones más conservadoras. Así que me pregunto, ¿cuántos muertos más hacen falta?

Políticos, diplomáticos y periodistas quedaron profundamente conmocionados cuando Rusia y China se unieron a la declaración del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba la masacre de Hula. "¡Moscú se aparta de su apoyo incondicional al régimen de El Assad!” ̶ Exclamaron. Muchos prestaron atención a las palabras de Serguéi Lavrov cuando dijo que el destino de Bashar El Assad no era tan importante como el fin de la violencia. La realidad es que, de momento, no ha cambiado nada básicamente. Los responsables rusos, sin molestarse en presentar pruebas, continúan dándole vueltas al tema de que 'tan solo' unos cuantos habitantes de Hula han muerto por los disparos de las fuerzas gubernamentales, mientras que el resto lo han hecho a manos de los llamados 'terroristas'. Haré mi pregunta de forma más concreta: '¿Cuántos civiles se matan normalmente en un ataque con artillería?' ¿Diríamos que está permitido matar 15 personas y que 16 es pasarse?

En Moscú repiten como un mantra la propaganda del régimen de Damasco y hacen desaparecer las pruebas de los habitantes de Hula que dicen que han sido víctimas de los Shabihi, formaciones paramilitares del régimen que llevan a cabo operaciones de terror contra los oponentes de El Assad. De los labios de los funcionarios rusos y de los propagandistas televisivos mana la teoría de que los 'terroristas extranjeros' luchan contra el ejército regular en igualdad de condiciones. "¡Contra el poder en Siria se han alzado fanáticos!", nos dicen. Al mismo tiempo, no les importa lo más mínimo que Moscú se niegue testarudamente a reconocer como terroristas a los verdaderos terroristas: la organización palestina Hamas o Hezbolá, en Líbano.

Otra visión sobre el conflicto sirio

La presión sobre El Assad amenaza con destruir la ONU


El hecho de que hoy en día, entre las filas del ejército de liberación sirio de la oposición, luche gente de diferentes procedencias, incluidos islamistas, no es sorprendente. También está claro que se enfrentan a un ejército regular con tanques, armas y fuerzas aéreas. Que las fuerzas no están igualadas y que el gobierno, sin lugar a dudas, lleva el peso de la responsabilidad es una conclusión basada en el sentido común. Que a El Assad le han dado ya una ingente cantidad de oportunidades para parar la guerra y pasar a una negociación política, está fuera de toda duda. Y queda cada vez queda más claro que él no va a dar ese paso.

Se acerca el momento de la verdad. El Kremlin tiene que decidir si está dispuesto a apoyar a su último cliente en Oriente Próximo hasta el final. No tanto por los contratos de armamento o la base militar en Tartús, como por imponer al mundo su concepto de soberanía como una licencia sin límite de tiempo para el despotismo político.

Occidente tendrá que responder a la pregunta que se hace sin parar el mundo árabe, y no solo ellos: "¿En qué se diferencia la tiranía de Gadaffi de El Assad?" Porque todavía no hay una explicación de por qué Libia merecía una intervención de la coalición internacional y Siria no.

Artículo publicado originalmente en Kommersant.

La opinión del autor no coincide necesariamente con la de la redacción.

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