Chanson rusa con voz mediterránea

Componentes del grupo en un momento de sus actuación. Fuente: Maite Montroi.

Componentes del grupo en un momento de sus actuación. Fuente: Maite Montroi.

¿Hay algo más poético y desgarrador que una delincuente que se lamenta y pide perdón a su madre por los disgustos que le ha dado en la vida? “Mamaíta, mamaíta/Perdona porque has dado a luz a una ladrona/Andaba con un ladrón, amaba a un ladrón/Robaba el ladrón y robaba yo”. Esta es una de las historias que cuenta y que canta el grupo catalano-ruso Meritxell & The Troubled Band en el disco “Sudbá Zhigana” (“El destino del buen ladrón”) que acaban de presentar.

La formación está compuesta por una barcelonesa (Meritxell Rodés), dos peterburgueses (Mikhail Violin y Pavel Rizhakov) y un ucraniano de Berdyansk (Igor Kharchenko), todos ellos afincados en Barcelona, aunque en el disco también han intervenido el clarinetista inglés Nigel Haywood y otros músicos, cuya presencia (a veces meramente temporal) en la capital catalana ha sido aprovechada a conciencia. “Ha sido un trabajo cocido a fuego lento”, explica la cantante, violinista y flautista del grupo.

El disco está basado en el “blat”, o chanson rusa o folklore carcelario ruso, es decir, canciones que salieron de las cárceles rusas, sobre todo, a partir de los años 30 y 40 del siglo pasado, cuando la represión estalinista llenó los presidios de la Unión Soviética, no sólo de delincuentes comunes y políticos, sino de personas de toda naturaleza.

Esta situación tan penosa dio lugar a un legado poético y musical riquísimo, que se popularizó enormemente, gracias a cantautores de renombre, como Vladímir Visotski, Arkadi Séverni o Dina Verní, que decidieron versionar canciones de “blat”. Y eso a pesar de que en la época soviética la chanson rusa estaba prohibida.

En Rusia, es un género muy conocido. Hay programas de televisión y radio dedicados exclusivamente a difundir este tipo de música. “La gente normal y corriente –explica Meritxell Rodés- no lo identifica como folklore carcelario, sino que son las canciones que cantaban en el patio”. Y añade: “Son temas que hablan de la vida diaria de los presos, de amor, de esperanza. Aunque el tono nostálgico es el predominante, también hay algunas con mucho sentido del humor.”

Sin embargo, entre la juventud rusa, se considera una música trasnochada y propia de la época soviética. “No se dan cuenta de que tienen un legado histórico formado por más de mil canciones y que no existe en ningún otro lugar del mundo”, se lamenta Rodés. Quizás algún día volverá a ponerse de moda porque alguien decidirá versionar las canciones y reivindicar el género. Quién sabe.

En España, el “blat” es patrimonio exclusivo de Meritxell & The Troubled Band. “¿Se entiende aquí el tipo de música que hacéis?”, pregunto a Meritxell y ella me comenta que, entre su público, se encuentran miembros de la comunidad rusa que vive en Cataluña y también gente que estudia ruso o que le interesa la cultura rusa. Para conectar con la audiencia que no forma parte de estos círculos, la cantante tiene la costumbre de  hacer una pequeña introducción-traducción antes de cada tema. Pero se trata de música y al final, independientemente de si se entiende cada palabra, “gusta o no gusta”.

Tanto en el disco como en sus conciertos, el grupo ruso-catalán incluye otros temas más allá de la chanson, por ejemplo, alguna canción popular cosaca o hasta un tango, cómo no, el delicioso tema “Utomlennoe sontse” (El sol cansado). ¿Es blat? “No, pero nos encanta”, y doy fe que al público que asistió al concierto del bar Borneo de Barcelona hace unos días, también. Lástima que la sonoridad del local no fuese un poco mejor.


También tienen un papel relevante en el álbum que se han autoeditado los poetas vanguardistas Alexei Jvostenko, líder del movimiento underground peterburgués, y Henri Volohonsky, ambos traducidos por Rodés. “La música y la cultura rusas son demasiado ricas para que nos ciñamos al blat”, dice Meritxell Rodés. A los componentes del grupo les gusta considerarse trovadores.

Y para terminar con buen sabor de boca, un poco de humor: “Me gusta mucho mi chica/por su manera de caminar como un elefante/baila como un trozo de madera/canta como un tambor/y siempre está enamorada de un barril de cerveza”. Si quieren escuchar esta y otras canciones en directo, pueden hacerlo el próximo 15 de junio a las 20.30 horas, en la galería de arte Le Siants, en la calle Blanqueria número 9 de Barcelona.



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