Wallenberg, miembro de una influyente
familia, trabajó en la embajada de su país en la Budapest ocupada por
los nazis, donde aprovechó su estatus y la neutralidad oficial de Suecia
en la Segunda Guerra Mundial para salvar la vida a miles de judíos, a
los que dio refugio y entregó documentos que los identificaban como
suecos.
Poco después de la entrada de las tropas soviéticas en
Hungría fue detenido por el Ministerio de Seguridad de Estado, que
luego pasaría a denominarse Comité de Seguridad de Estado (KGB), y
trasladado a Moscú, donde, según la versión oficial de la URSS y luego
de Rusia, falleció de un infarto en julio de 1947.
Al asumir
el cargo en agosto de 1991, el último ministro de Exteriores soviético
solicitó toda la documentación relativa al caso Wallenberg y se hizo con
la correspondencia que habían mantenido al respecto los más altos
cargos de la URSS de la época, entre la que había resoluciones del
dictador Iósif Stalin.
"El análisis de esa correspondencia
indica que Stalin se vio acorralado, y era lo que menos le gustaba",
señaló Pankin, quien indicó que la diplomacia soviética incurrió en
graves contradicciones al responder a los requerimientos de Estocolmo
sobre el desaparecido diplomático sueco, del que nada se supo hasta
1957.
La entonces embajadora soviética en Suecia, Alexandra
Kollontai, "primero reconoció en persona la custodia de Wallenberg",
pero poco después "negó todo conocimiento sobre su existencia".
"Después hubo una gran presión por la parte sueca y reconocer entonces
que se había encontrado a Wallenberg vivo en una prisión era imposible.
Se echó entonces mano de una vieja máxima de Stalin: Si no hay persona,
no hay problema", dijo Pankin.
El exministro soviético vio en
la correspondencia "de qué manera, sin llamar a las cosas por su
nombre, estas personas (altos cargos de la URSS) acuerdan deshacerse de
Wallenberg".
El activista de la organización de derechos
humanos rusa "Memorial" Nikita Petrov declaró a la agencia Interfax que
la muerte de Wallenberg "debe ser esclarecida en el marco de una
investigación penal".
"Seguramente fue asesinado. Al igual que fueron asesinados su compañero de celda y su chófer", manifestó Petrov.
Por su parte, el responsable del Año Wallenberg que se conmemora este
2012 en Suecia, Ulla Westberg, pidió a las autoridades rusas que
reabran la investigación sobre las circunstancias en las que murió su
compatriota.
"Todas las partes exigen que se esclarezca la
verdad del caso Wallenberg. Esperamos que las autoridades rusas abran el
acceso a los archivos, también a los científicos extranjeros. Es un
asunto de interés para la comunidad internacional", subrayó el
investigador sueco.
La Unión Soviética reconoció el arresto de
Wallenberg en 1957 y sólo el 22 de diciembre de 2000, nueve años
después de la desintegración de la URSS, la Fiscalía General de Rusia
rehabilitó "post mortem" al diplomático como víctima de represiones
políticas.
Ya en 2001, el archivo del Servicio Federal de
Seguridad ruso (heredero del KGB) devolvió las pertenencia del
diplomático sueco a sus familiares. EFE
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