Lev Gudkov, director del Levada Center en Moscú. Fuente: Ricardo Marquina Montañana.
¿Existe en principio, en la sociedad rusa, una demanda de reforma de partidos?
Demanda hay. Es bastante amplia aunque todavía no está articulada concretamente. Esto causó la irritación en contra de los viejos líderes políticos y el ambiente de protestas, lo que dio impulso a las expectativas de lo que está a punto de ocurrir, la consolidación de las fuerzas del espectro democrático en una base muy amplia, entre ellos, algunos nacionalistas moderados.
Sin embargo, en sus encuestas aparece que un 66% considera que Rusia no debería tener más de tres partidos.
Esta es la masa inercial tradicional de los partidarios de Putin, o de la llamada estabilidad. Y me refiero precisamente a una parte más que está esperando el cambio y apoya las acciones de protesta. Esta también es una masa bastante sólida de ciudadanos, entre el 20% y 30%. Son partidarios del cambio, personas que durante los últimos dos años proclamaron la necesidad de una reforma, y apoyaron consignas contra Putin, partiendo, a decir verdad, de diferentes posturas ideológicas. Pero están preparados bajo ciertas condiciones a apoyar a una amplia coalición o a un nuevo partido.
¿Y de qué tiene miedo esa mayoría inercial? ¿De la democracia? ¿O simplemente no les interesa la política?
En efecto, la aversión a la política, o la alienación de la misma, divide a la gran mayoría de los rusos: para el 60% hablar de política induce a la depresión, y no desearían participar en los asuntos políticos. Es el tono dominante, y el poder se aprovecha de esto. El régimen se basa en la creación de una atmósfera artificial de inevitabilidad, y en el mantenimiento de la población en un estado de apatía. Más del 80% de los ciudadanos cree que no son capaces de influir en la toma de decisiones en la política. Sin embargo, aproximadamente un 30% está dispuesto a apoyar un nuevo y "verdadero" partido.
¿Qué es exactamente lo que puede despertar a estos ciudadanos?
Un largo período de estancamiento en la economía o una crisis económica severa. Pero incluso sin esto, una capa intermedia de personas se manifestó, formada a lo largo de los años de estabilidad, más acomodados, emprendedores, independientes del Estado, que se han hecho a sí mismos y son dignos de un gran respeto y de una mayor representación de sus intereses en la política. El régimen actual claramente no les satisface. Este conjunto crecerá, aunque lentamente. Y sus demandas siempre irán en aumento.
¿Cómo evalúa las posibilidades de nuevos partidos, cuyo número de solicitudes para su creación ya ha superado las 160?
Muy personas conocen la existencia de la mayoría de ellos muy pocas, porque no aparecen en los canales federales. La televisión hablará de ellos o con ironía, o con un tono negativo y en gran medida con descrédito. Por lo tanto, creo que es poco probable que a la población que le quede en la mente la huella de alguna información.
¿Qué parte de ellos puede realmente lograr algo?
Tuvimos la experiencia de principios de los años 90, cuando en la escena política se declararon más de 120 movimientos políticos y partidos. De todos estos, a las listas electorales llegaron de 12 a 14. Esto representa un volumen de la opinión pública en condiciones de mantenerse en el campo de atención. De hecho, son menos, no más de 5 ó 7 partidos. Creo que seguirá esta proporción aproximadamente. Pero su éxito depende de lo activamente que sean capaces de expresarse, del programa que presenten, y de que tengan acceso a la televisión estatal. Internet y la prensa, incluso la independiente, no es suficiente.
¿Existe una diferencia fundamental entre lo que tuvimos con los partidos de la década de los 90 y la situación actual?
Sí, y es fundamental: lo que llamamos partidos en la década de los 90, surgió después de la caída de la Nomenklatura soviética. Se diferenciaban radicalmente del concepto de partidos en el sentido occidental: eran fracciones superiores y se peleaban entre sí por la prestación de apoyo electoral. Su estructura era la siguiente: por un lado, el partido en el poder y el suplente del partido en el poder; y por otro, los partidos de la derrotada Nomenklatura y muchos de sus pequeños suplentes. Pero el partido principal era el que tenía en sus manos el poder legal, el partido de Yeltsin. Hoy en día la situación es diferente, la población demanda un partido verdadero en el sentido occidental, que se construya no desde arriba como Rusia Unida, sino desde abajo y que represente intereses masivos, y no fracciones de la Nomenklatura que luchan entre sí y buscan el apoyo de la masa. Esta es una situación completamente nueva.
¿En qué sector de los electores se puede contar con nuevos partidos?
En el de la población de grandes ciudades. Es la base de la modernización, la base de los cambios sociales. Son personas nuevas que se levantaron literalmente en los últimos años y que exigen reformas, y no solo políticas. Entienden que el régimen actual bloquea la posibilidad de un desarrollo futuro del país, por eso, su desacuerdo con el régimen principalmente es insuperable. Pero el régimen tiene un recurso esencial y su base social es la Rusia industrial, la reserva del socialismo de Estado: las ciudades pequeñas y medianas, el sector público, los empleados estatales, los jubilados, que tienen miedo de las reformas, nostálgicos del pasado y para los que una economía planificada es la más adecuada en relación con su puntos de vista sobre la estructura estatal y con la naturaleza de sus demandas políticas. Esta es una cantidad bastante grande de población que supera en número el 'peso específico' de los modernizadores.
¿En qué porcentaje del terreno electoral los nuevos partidos son capaces de desbancar a los ya existentes?
Los nuevos partidos presentan una gama muy amplia. La mayoría de ellos son exóticos, es poco probable que acumulen un interés serio y es dudoso que acumulen un serio porcentaje. Por ejemplo, los nacionalistas conseguirán no más de un 2-4%. Para ganar apoyo, un partido debe tener al menos un 5-7% - casi tanto como Mijaíl Prójorov en las elecciones presidenciales. Si él empieza a trabajar de manera sistemática, en la actualidad tiene una base del 8% y un potencial de un 18%.
¿Hasta qué punto existe una perspectiva desde el punto de vista de partidos, en cuanto a la la conservación de la estabilidad política?
Estabilidad no habrá seguro. Las autoridades pierden la confianza del público: este proceso sólo se detuvo en el momento de las elecciones, porque hubo esfuerzos de promoción muy fuertes, y movimiento de dinero en la esfera social. Sin embargo, la credibilidad del gobierno y su autoridad sigue cayendo: la corrupción y los escándalos de los funcionarios, el fraude siempre está presente en el ámbito público, y las autoridades son incapaces de hacer nada, ni siquiera pueden controlar completamente su campo de información, por no hablar de Internet o de la prensa independiente, por lo que la desconfianza sigue extendiéndose.
¿Es este proceso capaz de neutralizar la reforma política actual?
No. Ideológicamente, no puede oponerse a nada. El régimen copia y repite la acción de la oposición: aquí un mitin protesta, allí un mitin en favor de Putin. A la larga, este tipo de tácticas de las autoridades no es muy eficiente, el proceso de disolución del régimen no se detiene con esto, sólo se puede ralentizar, y de alguna forma cortar actuaciones individuales. Las autoridades ahora no tienen ni idea de quién podría presentar la nueva estrategia requerida. Pero no tomarán medidas radicales para suprimir el poder de la oposición.
¿Y cuáles son las perspectivas de Rusia Unida, encabezada por Medvédev? ¿Va a seguir perdiendo popularidad?
Sí, seguirá. Aunque no estoy de acuerdo con quienes dicen que hoy en día tratamos con las ruinas del antiguo partido gobernante. No, aquí todavía hay bastantes recursos. Y creo que Rusia Unida, a pesar de que está perdiendo popularidad, todavía sigue siendo un mecanismo muy importante para el gobierno actual.
¿Y cuando podemos esperar grandes cambios?
Es evidente que en las regiones de Rusia hay una demanda política. Han formado los grupos de interés que necesitan para participar en la política. Una parte de los gobernadores también está dispuesta a participar en unas elecciones reales y a representar los intereses de la población, y no del gobierno federal. En este sentido, la situación es inestable, porque el descontento con la situación lo expresan todas las partes: la burocracia no está satisfecha, porque su situación es muy inestable, los gobernadores están insatisfechos porque igual que los nombran, los retiran del cargo, el ejército y la policía no están satisfechos, está insatisfecha esa masa inercial que representa la base del régimen, la oposición no está satisfecha porque las autoridades no pretenden observar sus intereses. E incluso me parece que no está satisfecho el propio círculo íntimo de Putin, porque están creciendo las dudas sobre su capacidad para arbitrar en los conflictos de desmontaje y las contradicciones entre clanes de las diferentes fracciones dentro de a élite. A este respecto, la situación actual a nadie le satisface. Maduran cambios evidentes, aunque de momento no parecen estar demasiado definidos.
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