Para los participantes se trata de algo histórico. “Por primera vez en la historia de Rusia hemos formado en Moscú una acampada opositora”, recuerda Nuria, una licenciada en Filosofía y Periodismo de 29 años. Para ella Chistie Prudi era “como un sueño del país perfecto”. Un lugar donde “no había que ascender por el escalafón social, pagar impuestos exorbitados o tener amigos entre los que gobiernan”. Por un momento pareció que en un rincón de Moscú “no mandaban las élites”.
Pero la ‘conquista’ de este parque por parte de estos inconformistas, la mayoría de menos de 30 años, no tenía permiso oficial y en lugar de preocupar a Vladímir Putin se han topado con la desaprobación de algunos vecinos, hasta 50 según informó la agencia RIA Novosti. Se quejaban del ruido, la suciedad y la ocupación permanente de un parque donde suelen jugar los más pequeños. Un tribunal dictaminó ayer que era obligación de la Policía despejar la zona y a las cinco de la madrugada la acampada fue desmantelada con un resultado de 20 detenidos por ofrecer resistencia.
“¡Que se vaya cada uno a su barrio!”, se quejaba una vecina hace unos días al pasar frente al parque. Frente a ella se erigía impasible la escultura de Abai Kunanbayev, un escritor kazajo fallecido hace más de un siglo que nunca pensó que al abrigo de su pedestal se forjaría una pequeña comuna hippie con iPads floreciendo entre el césped, sonido de guitarras y muchos propósitos de convivencia civilizada. Para intentar garantizar esto último estaba Alexánder, de solo 20 años. Luciendo un brazalete a modo de distintivo, vigilaba que nadie molestase a los que intentaban reponer fuerzas antes de la guardia nocturna. “Si viene alguien a provocarnos avisamos a la Policía”, aseguraba con aire de buen boy scout el viernes por la noche. Unos metros más al fondo estaba Evgeni, que solo venía a escuchar y se lamentaba de la sobreabundancia de líderes: “Está el bloguero Alexéi Navalni, Ilia Yashin, Serguéi Udaltsov…” enumeraba con algo de hastío justo cuando la presentadora de televisión Knsenia Sobchak se subía a un banco para hablar a la multitud: “¡Vendrán políticos, escritores y más gente de la oposición a hablar en las asambleas, vamos a participar todos pacíficamente!”. A su lado el carismático Ilia Yashin se despedía hasta el día siguiente y daba un pequeño disgusto a algunos de los que escuchaban: “Buenas noches a todo el mundo y recordad, nada de alcohol”. Más proactivo se mostraba Igor Bakirob, nombrado esa misma noche coordinador del campamento. Su primer mensaje a la multitud lo dio enarbolando una bolsa de basura, había que recoger todos los desperdicios. Que nadie dijese que Chistie, que significa ‘limpio´ en ruso, no hace honor a su nombre.
María Baronova ha sido otra de las ‘indignadas’ moscovitas que ha mantenido su twitter muy activo durante el tiempo que ha durado la acampada. Había visto protestas en otros países y confiesa que antes pensaba “que los rusos son vegetales y no pueden mostrar el mismo nivel de solidaridad, pero me había equivocado”. Sobre todo después de las marchas del 24 de diciembre y 4 de febrero, celebradas a varios grados bajo cero: “Tuve siempre en mente la imagen de Madrid y sus protestas y me convencí de que un día podríamos hacer esto”, explica sobre la acampada.
También Yuri Dzhibladze, presidente del Centro de Desarrollo de la Democracia y los Derechos Humanos y simpatizante de las movilizaciones, ha seguido de cerca las últimas protestas en todo el mundo: “Los participantes son en su mayoría jóvenes y personas bien formadas que siguen la evolución política en el mundo a través de Internet”, explica este experto, que está convencido que estos jóvenes “han sido inspirados por las protestas masivas que han tenido lugar en muchos países en el último par de años” como son el 15-M en España o ‘Occupy Wall Street’ en Estados Unidos.
¿Ha sido Chistie Prudi parte de un fenómeno global? “Las protestas rusas se diferencian en que lo que está pasando aquí no tiene tanto que ver con el cuestionamiento del capitalismo sino con cómo librarnos de un régimen autoritario y profundamente corrupto construido por Vladímir Putin”. Los opositores piden limpieza electoral y más flexibilidad política, un cambio este último que puede materializarse con la nueva ley de partidos impulsada por el ya ex presidente Dimitri Medvédev en sus últimos días en el Kremlin.
Román Dobrojotov es uno de los blogueros que han agitado las protestas contra la clase política rusa durante los últimos años, con poco éxito hasta que llegaron las manifestaciones tras elecciones de diciembre. Para él “la principal diferencia entre los acontecimientos en Rusia y lo que sucede en España se encuentra en el hecho de que la protesta española es una protesta equiparable a la de cualquier otro país europeo, donde ya están asentadas la competencia política y las libertades democráticas”. Las protestas masivas de Madrid, París, Londres y Berlín son un fenómeno “habitual como la lluvia, mientras que en Rusia este tipo de reuniones son un reto para el sistema político”.
El anuncio de ayer, dictaminando que la acampada debía ser disuelta, arrojó un jarro de agua fría sobre los activistas de la oposición. Los campistas esperaban poder seguir con su rutina: conferencias, servicio de comidas y rondas para garantizar la seguridad. Todos fueron llamados urgentemente para participar en una asamblea y determinar una respuesta común. Votaron unánimemente permanecer en el campamento y ofrecer resistencia pasiva a la policía antidisturbios, aunque en ese momento solo les rodeaban decenas de periodistas. Los activistas habían tomado confianza después de que un alto funcionario de la ciudad dijese el lunes que no había oído hablar de planes para ‘limpiar’ el campamento.
Como no podía ser de otra manera, el juego del gato y el ratón entre policías y manifestantes seguirá. El líder opositor Ilia Yashin publicó en su cuenta de Facebook horas después del desalojo que el siguiente lugar de protesta será la plaza Kudrinskaya, cerca de la estación de metro de Barrikadnaya. Los desalojados de Chistie Prudi y los que les quieran apoyar están convocados a las 19.00 horas de hoy y se ha creado una etiqueta para Twitter: #баррикады.
En la asamblea no se logró consenso sobre dónde ir a continuación. Un diputado de la oposición, Ilia Ponomariov, propuso la estatua de Karl Marx, frente al Teatro Bolshói de Teatralnaya Ploshad. Pero en todo caso estos jóvenes inconformistas no quieren darse por vencidos. “El siguiente paso es seguir con el mismo estilo optimista de hacer cosquillas a Putin para llevar a las autoridades a situaciones absurdas”, explica Nuria, que está segura de que así lograrán “atraer a más personas, organizar marchas multitudinarias con la ayuda de artistas, famosos, empresarios y opositores”.
Hasta entonces la patria de Chistie Prudi seguirá siendo las redes sociales, donde no hay vecinos que se quejen.
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