“No nos vamos a callar, vamos a criticar”

RIA Novosti/Vladímir Viatkin

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El Arcipreste Vsévolod Chaplin no es sólo el Presidente del Departamento Sinodal de Relaciones entre la Iglesia y la Sociedad del Patriarcado de Moscú. También cumple funciones de Abad en el Templo de San Nicolás de las Tres Colinas. Ha concedido una entrevista a Rusia Hoy en la que ha hablado de su actitud hacia los máximos representantes de otras religiones, el grupo “Pussy Riot” y los liberales.

¿Cómo podría caracterizar la situación actual de la Iglesia Ortodoxa Rusa?


Es un tema muy amplio, además en la sociedad continua el renacimiento espiritual. Las personas comienzan a relacionarse con la fe de manera más consciente. Si en la URSS los creyentes eran un pequeño porcentaje, en la actualidad un tercio de la población sigue las bases de la ortodoxia, tiene iconos en sus casas, libros de teología y reza.


En los últimos diez años ha cambiado la situación en el interior de las parroquias. El número de mujeres de edad avanzada ha bajado considerablemente y han aparecido muchas familias jóvenes con hijos. En los años 90 no era así. La iglesia comienza a contar con muchos seguidores activos y eso le da una nueva dinámica.


¿Cuál es su relación con los máximos representantes de otras religiones?


Estas relaciones tienen muchas facetas. En Rusia, el cristianismo, el islam, el judaísmo y el budismo están unidos mediante la actividad de los consejos interreligiosos y los países miembros de la CEI. Nos hacemos consultas constantemente por vías extraoficiales acerca de la legislación, las relaciones entre las organizaciones religiosas y el estado, y también sobre celebraciones conjuntas en fechas festivas. Yo voy a fiestas musulmanas, judías y budistas (a pesar de que en Moscú sean muy pocos), mientras que los representantes de otras religiones asisten a nuestros eventos. En las ciudades rusas, a nivel de vida cotidiana, existen muchos elementos religiosos compartidos. Hay familias mixtas con miembros que creen en distintos dioses y muchas necesidades prácticas en común, por eso mi relación con otros religiosos es natural. Cuando el gobierno tiene problemas también actuamos de manera conjunta (por ejemplo, frente a los conflictos étnicos). Muchos de nosotros somos miembros del Comité de Supervisión Pública.


¿Tendrá la Iglesia Ortodoxa Rusa proyectos en América Latina?    


Yo no lo llamaría proyecto. Hay mucha gente que vive en países de Latinoamérica y forma parte de nuestra fe. Son personas de origen ucraniano, ruso y moldavo, y poseen sus propias parroquias. Hace poco tuvo lugar la unificación de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero con la Iglesia oficial. De esta manera, las parroquias en Sudamérica empiezan a formar parte de nosotros. La cantidad de parroquias en el extranjero va en aumento. Tradicionalmente, contamos con más feligreses en Argentina y Brasil, pero crece la cantidad de simpatizantes en Chile y Cuba. No sé si es bueno o malo, pero es un hecho.


¿Cómo atrae la Iglesia a la juventud?


Hay muchas variantes del servicio religioso joven, y además, hay preceptos que exigen del clero una interacción más abierta con la juventud. Personalmente, no soy partidario de estrategias complicadas. Existen escuelas ortodoxas dominicales, donde los alumnos, además de otras disciplinas, practican la educación física. Incluso realizamos competiciones entre las parroquias. Existe un Instituto Bíblico cuyos asistentes en su mayoría son jóvenes. Ahí organizamos veladas sobre “la fe y la vida”, que reúnen a personas muy distintas, desde empresarios hasta personas sin recursos,  para hablar sobre los textos sagrados y rezar. Las ideas respecto al temario no son mías, sino que las propone la gente misma.


¿No cree que la actitud de la Iglesia Ortodoxa Rusa hacia el grupo “Pussy Riot” perjudica a la propia Iglesia? ¿No va en contra de la estrategia eclesiástica para atraer a la juventud?


En Moscú existe un grupo agresivo de activistas sociales que no forman parte de la ortodoxia o lo hacen formalmente. Tratan de rehacer la Iglesia a su gusto. Esta acción blasfema no es más que uno de los intentos por obligar a la Iglesia a adaptarse al mundo consumista y a su moral vulgar. Es algo que la Iglesia debe rechazar. Desde hace 2.000 años venimos diciendo lo mismo que decía Cristo,  y espero que sigamos igual, sin ceder al chantaje ni a las provocaciones. Hay muchos intelectuales que dicen que deberíamos aceptar lo sucedido, que no ha pasado nada fuera de lo común, incluso que debemos perdonar hasta cuando no nos piden perdón y que debemos acomodarnos o no tendremos futuro. Señoras y señores, que la historia decida quién tiene futuro.


¿Por qué la Iglesia Ortodoxa tiene una relación tan estrecha con el gobierno?


No es más estrecha que en la mayoría de los países desarrollados, como EE UU o Francia, sin mencionar a Italia o España. En cualquier sociedad normal existe el diálogo y la cooperación entre las comunidades religiosas y el poder político. No me refiero a países totalitarios, donde la política antirreligiosa continúa siendo estatal. Al mismo tiempo, criticamos constantemente las acciones del gobierno, sobre todo las políticas que tienen que ver con lo social, lo cultural y lo moral. Personalmente, soy una especie de canal, un instrumento de colaboración, y puedo decir que solemos discutir bastante sobre diferentes proyectos de ley relacionados con el ámbito cultural, sanitario o de la moral en televisión. Al mismo tiempo, tratamos de no ser hostiles. La Iglesia Ortodoxa Rusa siempre destacó por su ideal de unidad entre pueblo, poder e iglesia. Discuto mucho con los funcionarios, pero después rezamos en un mismo altar. No nos molesta sentirnos parte de un mismo organismo.


Hace poco el patriarcado de Moscú publicó una circular que llamaba a los creyentes a “luchar contra las fuerzas anticlericales y los falsos valores del liberalismo agresivo”. ¿No cree usted, que esta circular sólo puede dividir más a la sociedad?


No es una circular, es un Alto Consejo Eclesiástico en el que se habla de muchas cosas, incluyendo la campaña que se lleva a cabo. La sociedad ya se encuentra dividida. Y los responsables son las personas que declararon un frente unido y una guerra mediática contra la Iglesia. Nosotros no guardaremos silencio, llamaremos a la gente a proteger su fe, su Iglesia y a los santos. Por lo tanto, criticaremos a aquellos miembros del movimiento liberal, que por alguna razón creen tener el monopolio sobre la estructura social, la legislación y el gobierno. El área de discusión es un espacio público compartido. No tengo nada contra los liberales, tengo muchos amigos entre ellos. Debido a que mi camino era el de la Iglesia, crecí en un ambiente antisoviético, en círculos de disidentes y liberales. Solo me opongo a los liberales que imponen sus normas a distintos segmentos de la sociedad (entre ellos la Iglesia) y lo hacen de manera agresiva. No, nosotros debemos elaborar las normas juntos. ¿Quién dijo que la ley puede basarse en ideas liberales solamente? Es una tendencia que puede conducirnos a un nuevo sistema totalitario.

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