Fuente: Flickr/ calafellvalo
No ha vuelto la época de los zares, pero en algunos aspectos lo pareciera. Tras trece años de trabajos, el 21 de julio de 1904 un trazo volátil de humo unió por primera vez en una semana Moscú con Vladivostok, en el mar de Japón, tras atravesar ocho husos horarios. Con más del 10% de la superficie terrestre del planeta, Rusia se achicaba y, con ella, el mapa del mundo. Aunque desde entonces el Transiberiano ha alimentado la imaginación de muchos, su cometido era mejorar el transporte entre dos extremos del país. No es fácil encontrar cifras sobre el presupuesto de semejante proeza. Tal vez porque la idea y la ejecución eran (son) demasiado bellas. Quizá por su descomunal volumen. La extensión, un activo preciado, representa al tiempo en Rusia un reto titánico.
Desde 2002 el Transiberiano no deja rastro en el cielo. Su electrificación es símbolo de otro giro del mapa. De otra inversión mayúscula. En los próximos años la Federación Rusa someterá al transporte y la geografía a una nueva revolución. Con su crecimiento económico y privilegiada ubicación, el transporte está en el punto de mira del gobierno ruso, que cuenta con un plan de desarrollo de infraestructuras de largo plazo, al 2030, y planes tácticos a medio plazo, al 2015. El Plan se ocupa de los distintos medios de transporte (vial, marítimo, fluvial y aéreo). Pero otorga una relevancia notable al transporte ferroviario.
La red ferroviaria rusa
El ferrocarril ocupa en Rusia un lugar destacado en el sistema de transportes. Con más de 87.000 kilómetros, el país dispone de la segunda red más extensa del mundo. El ferrocarril es el medio de transporte más utilizado, con más del 40% del transporte de mercancías (más de 1.100 millones de toneladas) y más de 1.290 millones de pasajeros en 2009.
Inexistente en amplias regiones de difícil acceso, la mayor parte de la red está saturada, es obsoleta y lenta y está mal mantenida, dada la ausencia de inversión. Además, no está bien integrada con otros medios de transporte ni es compatible con las redes europeas y chinas (el ancho de vía ruso -1.524 m- es mayor que los otros -1.435 m-), lo que lesiona el transporte internacional por este medio. La red está administrada por la empresa de Ferrocarriles Rusos (RZD), quien dirige su construcción, explotación y mantenimiento. Con 1,2 millones de empleados, su aportación al PIB es cercana al 2%.
La apuesta por el ferrocarril
Para el 2015, el Plan del gobierno pretende reforzar la capacidad y modernizar el funcionamiento de las rutas e infraestructuras imprescindibles. La expansión a gran escala en nuevas zonas será prioritaria entre 2015 y 2030, con la construcción de entre 16.000 y 21.000 kilómetros.
Por un lado, el Plan pretende multiplicar por casi tres la mercancía en tránsito ferroviario para 2030. Para ello busca atraer el transporte de contenedores entre Asia y Europa. El Plan también contempla mejorar la conexión entre los países bálticos (el mar del Norte) e Irán (Oriente Medio y el sur de Asia), a través de Rusia. Además, se prevé la construcción de líneas vinculadas con recursos naturales.
El transporte de pasajeros en trenes de alta velocidad (AVE) es el otro eje de inversión, y una de las prioridades del Gobierno ante la acogida del Campeonato Mundial de Fútbol en 2018. Los esfuerzos se centrarán en el occidente del país, con la línea entre Moscú y San Petersburgo como punta de lanza. También se construirán líneas entre Moscú y Kazan, y Moscú y Kransoe, ampliable hacia el este. Además de líneas de AVE, con trenes a 400 km/h, se incluye la reconstrucción de líneas para trenes de velocidad alta, a entre 160 y 200 km/h. El desarrollo de metros es otro campo promisorio, con acento en el moscovita. Evaporado para siempre el negro humo del carbón, será el tiempo en los próximos años de esfumar la distancia, de airear las esperas. Menús de 18 páginas como los del Transiberiano serán sustituidos por los variadísimos menús de las ciudades de origen y destino.
Financiación
Se calcula que la modernización de la red ferroviaria rusa requerirá la inversión de entre 2.100 y 3.350 billones de rublos hasta el 2030. Sólo el presupuesto estimado para el desarrollo de líneas AVE es de 1,26 billones de rublos, excluyendo terrenos e impuestos. El presupueso de la línea Moscú-San Peterburgo es mayor a un billón de rublos (unos 25.000 millones de euros). Actualizados los trenes, del Transiberiano queda su titánico espíritu.
Aunque los porcentajes varían según la modalidad del transporte y los proyectos específicos, está previsto que RZD financie un 65% y un 27,2% proceda de inversión privada, mientras la administración federal y local se reparten el resto. El gobierno apuesta por asociaciones entre el Estado, RZD y los consorcios ganadores de los concursos.
España se posiciona
En los últimos años la red ferroviaria rusa ha conocido progresos. El más notorio se ha dado en las líneas San Petersburgo-Moscú, Moscú-Nizhni Nóvgorod y San Petersburgo-Helsinki. Gracias a tecnología alemana y francesa, el tiempo de los viajes se ha acortado y el confort ampliado de manera significativa. La ocupación está siendo elevadísima. Estos avances no son, con todo, sino la primera muestra del futuro. Y España está bien posicionada. Su apoyo en el desarrollo de proyectos ferroviarios se remonta varios años atrás, especialmente en materia de AVE.
Las ventajas españolas
El gobierno ruso y la RZD reconocen la experiencia hispana, que cuenta con una capacidad de oferta superior a la de Francia, Italia, Alemania, Japón o Corea. Además, la red española ha sido construida con altos estándares en muy poco tiempo, con más de 25.000 millones de euros invertidos en los últimos seis años. Adicionalmente, España tiene largísima experiencia en trenes de ancho de vía convertibles (al igual que el ruso, el ancho de vía español -1.67 m- difiere del europeo). España dispone también de mecanismos estabilizadores frente a curvas muy cerradas. Por si fuera poco, el país ibérico ostenta experiencia en proyectos internacionales. El contrato más conocido es el ganado en Arabia Saudí para construir el AVE entre Medina y La Meca, por 9.900 millones de dólares.
Acuerdos alcanzados
Con estas virtudes, las relaciones entre las empresas españolas de AVE y la RZD son fructíferas. En 2007, la RZD firmó un protocolo de cooperación con ADIF y Renfe. En Junio de 2011, Talgo consiguió un contrato para entregar siete trenes convertibles, de veinte vagones cada uno, por 135 millones de euros. En enero de este año, Talgo firmó con RZD un acuerdo por el que desarrollará el prototipo de tren que circulará en el futuro en Rusia. Otras empresas ferroviarias españolas, como INECO y Renfe, también tienen presencia en Rusia. El Grupo OHL se adjudicó en 2011 el proyecto Ural Polar, por unos 2.000 millones de euros, la operación más grande en su historia.
El futuro se construye a gran velocidad
Pese a su importancia, estas cifras son pequeñas en relación con los contratos que se adjudicarán y ejecutarán en el futuro. Uno de los mayores es el correspondiente al desarrollo del AVE entre Moscú y San Petersburgo. Su construcción y gestión está valorada en unos 14.000 millones de euros. Además de a ADIF, RZD ha invitado a pujar a consorcios franceses, alemanes, coreanos y chinos. ADIF está valorando conformar un consorcio similar al de Arabia Saudí, compuesto por ella misma, Renfe, Talgo e Ineco junto a empresas locales. Los trenes convertibles harán parte de un concurso posterior. El futuro en Rusia se está jugando ya. Y España entra en la puja a alta velocidad. Es probable que la nostalgia por la distancia, el humo o el menú kilométrico nos asalten en Rusia a bordo de un tren, tal vez un AVE, diseñado y producido en España.
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