Barcelona y San Petersburgo intercambian realidades

La inauguración de la muestra estuvo precedida por una proyección muy concurrida de los trabajos de alumnos y exalumnos de la escuela rusa. Fuente: Olga Goordéeva

La inauguración de la muestra estuvo precedida por una proyección muy concurrida de los trabajos de alumnos y exalumnos de la escuela rusa. Fuente: Olga Goordéeva

Una de las primeras noticias que esta cronista escribió para Rusia Hoy hablaba del hermanamiento de dos ciudades, Barcelona y San Petersburgo, y de cómo esta vinculación había llevado al consistorio barcelonés a invitar a la ciudad del Neva a participar en su fiesta mayor, la Mercè. Esta amistad se ha trasladado ahora a otro ámbito, el fotoperiodismo, y tiene otros actores, el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña (IEFC) y la Facultad de Fotoperiodismo de San Petersburgo.

Todo empezó de manera casi fortuita. El jefe de estudios de la facultad peterburguesa, Alexéi Tsarev, pasaba unas semanas en Barcelona y decidió hacer una visita al IEFC. A partir de aquí, se inició un intercambio de ideas y conocimientos entre los dos centros docentes. Y ahora ha llegado el momento de conocer el trabajo que realizan los jóvenes fotoperiodistas de estas dos escuelas.

Los primeros en viajar con su mochila de imágenes a cuestas han sido los peterburgueses. Su obra se puede ver –e incluso diría que admirar- hasta el 30 de abril en la exposición “Jóvenes historias rusas”, en la sede del IEFC, que se encuentra en el complejo de la Escuela Industrial de Barcelona.

La inauguración de la muestra estuvo precedida por una proyección muy concurrida de los trabajos de alumnos y exalumnos de la escuela rusa –algunos, coincidentes con la exposición, otros, no- en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y también se organizó una conferencia sobre la historia de la fotografía rusa, a cargo de los profesores de la Facultad de Periodismo de San Petersburgo.

Los trabajos que se muestran tanto en la exposición como en la proyección del CCCB enseñan “temas locales, pero con capacidad de ser universales”, destaca el responsable de actividades culturales del IEFC, Llorenç Raich, quien también subraya la capacidad de los jóvenes fotoperiodistas rusos de encontrar temas para fotografiar.

“En ocasiones, retratan una cotidianidad que aquí nos es desconocida y que incluso nos parece mágica”, añade Raich. Podría ser el caso de la adorable serie “Grishino, la aldea ecológica”, de Olga Gordeeva, o la impactante “Corrida norte”, de Tatiana Plotnikova, sobre el ritual de sacrificio de los renos que se practica en la región de Tiumen.

Las imágenes no explican estrictamente noticias de actualidad, sino realidades, como la de Sasha Maltsev, de 14 años de edad, que es el único deportista masculino de natación sincronizada de San Petersburgo, o las situaciones más sórdidas de “Territorio de los sueños rotos”, de Alexandra Demenkova; de “Bajo el puente” –sobre los suburbios de la segunda ciudad rusa-, o de “Pequeñas madres”.


Fotografía de Serguéi Maximishin

También hay lugar para la ternura,“La espera”, sobre jóvenes parejas que duermen juntas y que esperan un hijo, les confieso que es una de mis favoritas; el exotismo de las mascotas de Evgueni Smirnov; la nota kitsch de “Russian Beauty” y hasta los cuentos de hadas de “En el borde del mundo”.

Mención aparte merece el proyecto “El último imperio. 20 años después”, de Serguéi Maximishin, exalumno y profesor de la facultad peterburguesa y ganador de un primer premio del World Press Photo 2004. La serie es como una película muda pero absolutamente elocuente sobre las últimas dos décadas de historia de la Federación Rusa. Las imágenes emanan información a raudales. Son trozos de realidad del largo, ancho y convulso territorio ruso, sin evitar escenas escalofriantes o siniestras, pero sin olvidar las ganas de vivir y de mirar hacia adelante del pueblo ruso.


Fotografía de Ayar Kuo

Y esto es solo el principio. Desde el Instituto de Estudios Fotográficos de Cataluña destacan las “muchas coincidencias y afinidades” que existen en la manera de trabajar de ambos centros docentes y ya preparan las maletas para viajar a la ciudad hermana y mostrar las realidades de los jóvenes fotoperiodistas que han estudiado en Barcelona.

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