La aventura rusa contra el fantasma del blanqueo

Stand de la Federación de Rusia en el Barcelona Meeting Point. Foto de Maite Montroi.

Stand de la Federación de Rusia en el Barcelona Meeting Point. Foto de Maite Montroi.

Tras la caída del Telón de Acero, los ciudadanos de la actual Federación Rusa tuvieron la suficiente potestad financiera para mover su capital libremente. Los flujos económicos se multiplicaron en inversiones al extranjero, al igual que lo hizo la corrupción en la década inicial de libertades de los noventa. Hoy, veinte años después, se escuchan todavía casos en la prensa como el ocurrido el pasado mes de abril con el mafioso ruso Zakhar Kalashov, condenado a nueve años de prisión. El delito por el que se le juzgó fue el blanqueo de capitales en dos de sus casinos. El estigma del “miedo al blanqueo” afecta actualmente a la nueva oleada rusa de inversores que llegan a nuestro país dispuestos a pasar los dificultosos y casi imposibles trámites legales para adquirir una vivienda. Conseguir el NIE, un seguro para el coche o una hipoteca es toda una odisea para un cliente ruso en España.

La operaciones inmobiliarias de los inversores rusos en nuestro país comenzaron a intensificarse en 2007 y el intercambio económico ha ido creciendo paulatinamente un 30% desde la fecha a pesar de estar inmersos en tiempos crudos de crisis económica. Estos datos, aportados por el delegado del gobierno ruso para asuntos económicos y comerciales en España, Alexéi Rubinchik,  arrojan  cifras de intercambio comercial hispano-ruso en 2011 en torno a los 11.000 millones de euros. Sin embargo, la actual Guild of Realtors de Rusia, liderada por Grigori Poltorak, no es tan halagüeña con los resultados, situando la actual cifra de inversión entre un 3 y 4 %, centrada en la compraventa de inmuebles en dos zonas concretas, la Costa  del Sol y Cataluña. El perfil del comprador no está definido sólo en el cliente de lujo, sino que se extiende desde el ciudadano ruso que busca un apartamento para su familia en los meses de verano a las grandes mansiones de la zona marbellí, que pueden sobrepasar los  8 millones de euros.

El aumento de encuentros entre ambos países se ha materializado además en foros inmobiliarios exclusivos como el recientemente celebrado Russian Meeting Point de Marbella o Barcelona Meeting Point que tendrá, de nuevo, su sede en la ciudad condal a partir del mes de octubre. En este contexto, vemos cómo las operaciones inmobiliarias bilaterales son cada vez más frecuentes. Aunque en la práctica cuando el ciudadano ruso se quiere instalar en nuestro país ¿qué ventajas e inconvenientes encuentra en su andadura? La respuesta no es positiva en ninguno de los casos y las condiciones de las entidades bancarias a la hora de ofrecer una hipoteca son mucho más estrictas que con otro grupo de clientes. Insistimos de nuevo en el estigma del miedo al blanqueo de capital.

Una aventura de papeles para instalarse en España

Si nos ponemos en la piel de un inversor ruso que quiere adquirir una segunda residencia en nuestro país, las trabas no parecen, en principio, muy grandes. Su primera atracción a la hora de comprar una vivienda en España es, sin duda, el clima y la necesidad de tener una casa a pie de playa a 20 grados al sol, no a menos 30. El carácter sufridor de un ruso, según destacan los abogados españoles que trabajan con estos ciudadanos, es mucho mayor que el del inversor inglés, acostumbrado como europeo a tener otro tipo de facilidades. No ponen reticencencias a las grandes colas, por lo que tienen paciencia para llevar a cabo un sinfín de trámites. El primero de ellos y el más dificultoso es el trato con la entidad bancaria que pone una cantidad muy elevada de requisitos a la hora de obtener un crédito español. En conclusión, la atracción rusa que ejerce España es extraordinaria pero para ello sería necesario facilitar su entrada de divisas.

En la otra cara de la moneda la opinión de los abogados, que tratan con este tipo de clientes, es clara. “La experiencia nos demuestra que en muchos casos las operaciones con origen de capital de ciudadanos rusos han servido para encubrir el origen ilícito de dinero. Esto explica que de alguna manera la procedencia rusa implique un mayor nivel de diligencia en el análisis de riesgo de blanqueo por parte de las empresas españolas”. El abogado catalán Rafael Buzón señala que Rusia está dentro de esta lista de países de riesgo susceptible a una mayor revisión en el SEPBLAC (Servicio Ejecutivo de Prevención de Blanqueo de Capitales). En este sentido, aunque la ley no concreta un listado de estados que deban considerarse particularmente sospechosos de blanqueo de dinero, sí que hay operaciones cuya procedencia  geográfica es suficiente motivo para un mayor análisis de la operación.

La legislación financiera rusa, por su parte, es estricta en sus normas pero no está obligada a cumplir tantos requisitos como en España. Por ello Grigori Poltorak, actual líder de la Guild of Realtors, señala que es imprescindible que  las leyes rusas se adecuen más a las europeas para que no continúe la leyenda de que “los 150 millones de rusos puedan tener relación con la mafia de su país”. Entre esos cambios se tienen que flexibilizar procesos como la obtención del visado que permita comprar una propiedad más fácilmente. En esa tesitura el papeleo se dispara, como ocurre para la obtención del NIE, cuyos papeles son diferentes en función de la oficina a la que el extranjero se acerque. Por ejemplo, si un ruso quiere obtener este documento en la Costa del Sol debe entregar unos papeles diferentes en la oficina de Fuengirola, en la de Marbella o en la de Torremolinos, municipios todos malagueños de esta zona. Una auténtica aventura que para los abogados españoles es muy complicada de explicar al cliente de origen, al ser un vacío en la legislación nacional. Y para rizar más el embrollo, cuando se hacen todos los trámites en España el inversor ruso tiene que viajar a su país y poner la firma del consulado español que está en dos lugares concretos: Moscú y San Petersburgo.  Al ser ciudadanos acostumbrados a las distancias no supone para ellos un gran esfuerzo y mucho más si se toma en cuenta que  tener una casa como segunda residencia a 4 horas de avión no está muy lejano a una casa de campo en su país,  a siete horas en transporte terrestre.

La odisea que supone todos los trámites descritos anteriormente no le quitan las ganas a los rusos de venir hasta el “país del sol” como algunos lo califican. Los encuentros realizados en el evento inmobiliario Marbella Meeting Point señalaron una serie de conclusiones. Entre ellas, la necesidad de flexibilizar los procesos para la entrada de capital ruso. Una medida que ayudaría, por una parte, a aliviar el actual sistema inmobiliario español sumido en una profunda crisis y  sediento de inversores pero ¿cómo se puede incentivar al cliente ruso a atraer su capital en tales condiciones? “Relajar” la norma en procesos como la concesión de visados podría ser una solución, susceptible a trámite por las autoridades españolas. Aunque la “quit” de la cuestión podría estar en la evolución de las relaciones bilaterales entre ambos países y sus futuros proyectos.

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