Fotografía del Servicio de Prensa
Muchos de los rusos que viven fuera de su país disfrutan de su vida en el extranjero, pero no pueden dejar de extrañar la ryazhenka, el tvorog, la kolbasa o los pelmeni. Todos estos alimentos cotidianos para la mayoría de los rusos, son casi desconocidos en otros lugares, y se encuentran a la venta sólo en unas pocas tiendas especializadas.
Hay gran cantidad de productos de gran consumo en Rusia que son casi inexistentes fuera del territorio de la antigua Unión Soviética. Según el presidente de la Unión Nacional de Exportadores de Rusia, Dimitri Bulatov, “existe una gran demanda de nuestros granos en el mercado internacional y tenemos los suficientes puntos de venta en muchos países extranjeros. Pero la situación en el exterior de la oferta de alimentos envasados es bastante delicada. Las actividades para promocionar nuestros productos alimenticios en los mercados externos dejan mucho que desear”.
Si bien la exportación de alimentos rusos ha estado en constante crecimiento en la última década y aumentó desde los 1.500 millones de dólares en 2001 hasta alcanzar los 7.100 millones el año pasado, estos datos no son prometedores para todo el sector alimenticio de Rusia. La mayor parte de los productos los adquieren las antiguas repúblicas soviéticas y sólo cerca de una tercera o cuarta parte de dichos bienes son importados por la Unión Europea y otros estados extranjeros. No sorprende que sean las ex repúblicas soviéticas las que continúen siendo las principales compradoras de alimentos rusos, ya que durante décadas formaron parte de un mercado homogéneo. De modo que, la estable relación comercial con estos países puede explicarse, hasta cierto punto, por la inercia y la historia compartida. Pero cuando nos referimos a los estados miembros de la UE, Estados Unidos y otros países, sólo unos pocos productores alimenticios rusos han tenido éxito. Por ejemplo, los vinos rusos producidos por tiendas como Fanagoria y Abrau-Dyurso, son distribuidos en Gran Bretaña; la cerveza Baltika, originaria de San Petersburgo, llega a sus clientes de Dinamarca, mientras que las confituras de la fábrica Udarnitsa se consumen en Noruega, y los dulces y chocolates de la empresa Belogor, del sur de Rusia, llegan a Finlandia.
“Poseemos diversas empresas que producen artículos alimenticios innovadores que no se producen en ningún otro lugar del mundo y que también podrían competir fuera del mercado local”, afirma Dimitri Bulatov. “Entre ellos, se encuentra una especie de grano llamado Zhitnitsa, producido por la empresa Pava, que posee una composición nutricional única y para el que se prevén grandes perspectivas de exportación. Otro productor exclusivo es la empresa Vimm Bill Dann, famosa por ser una de las principales productoras de bebidas sin alcohol y productos lácteos. Vimm Bill Dann está planeando comercializar sus alimentos para niños en el extranjero”.
Cabe destacar que las bebidas alcohólicas continúan siendo uno de los artículos más lucrativos para la exportación. Recaudan unos 116.600 millones de dólares en los países extranjeros, sin incluir a las antiguas repúblicas soviéticas.
Por otro lado, gran cantidad países cuentan con tiendas especializadas donde se venden productos alimenticios de Europa del Este. Pero en muchas ocasiones los alimentos rusos que se encuentran a la venta se fabrican fuera de las fronteras rusas. La reciente encuesta realizada por el Ministerio de Desarrollo Económico a productores y exportadores rusos de alimentos clarifica un poco la problemática con que se enfrentan al intentar comercializar sus productos en el exterior. Muchos productores manifestaron que tienen dificultades para obtener información acerca de los requisitos sanitarios y técnicos que deben cumplir en los países a los que exportan. La mayoría de los fabricantes se quejó de que las restricciones impuestas por los mercados extranjeros eran muy severas. Por ejemplo, la UE establece una amplia variedad de restricciones a la importación de alimentos en relación con su envoltura, sostenibilidad, ingredientes y aditivos, entre otros. Ese es uno de los motivos por el cual fracasan numerosos intentos por presentar a los consumidores occidentales alimentos autóctonos de Rusia.
“Las empresas rusas no deberían percibir las obligaciones de los países occidentales como una discriminación o un sabotaje”, sostiene Dimitri Bulatov. “Los productos alimenticios europeos cumplen dichos estándares y se adaptan a ellos por completo, así que parece justo que establezcan las mismas reglas para la importación. Pero lo principal es ayudar a los fabricantes rusos en sus intentos por comprender los mercados extranjeros y sus disposiciones”, añadió Bulatov. “Nosotros también deberíamos luchar en pos de negociar con nuestros importadores —existentes y potenciales— la generación de compatibilidad entre nuestras disposiciones alimenticias y sus normativas de importación.”
Otro obstáculo para la venta en los mercados occidentales es que los clientes extranjeros no están familiarizados con muchos productos alimenticios rusos e incluso los nombres de estos productos suelen ser difíciles de pronunciar, como pryanik o ryazhenka. Esto se debe a que, durante varias décadas, el mercado ruso ha estado aislado de Occidente cultural y políticamente y, como consecuencia, la población occidental está poco familiarizada con la comida nacional rusa. Bulatov afirma que la promoción de alimentos en exposiciones y ferias comerciales ayudará a que los alimentos se hagan más conocidos. Sin embargo, aclara que los productores también deberían prestar atención a la publicidad. Este material material debe producirse en otros idiomas y con explicaciones claras para cada uno de los países a los que está dirigidos.
Al mismo tiempo, tanto los exportadores como los especialistas lamentan el escaso apoyo que reciben por parte del Estado. “Recientemente se publicó un listado de diversos sectores secundarios que pueden recibir subsidios estatales, pero el sector alimenticio, lamentablemente, no aparece”, explica Dimitri Bulatov.
Algunas de las medidas que ayudarían al subdesarrollado sector alimenticio a expandirse incluyen beneficios impositivos comerciales y créditos bancarios especiales.
El papel del sector agrícola nacional es esencial respecto del potencial exportador de Rusia, afirma Dimitri Bobkov, agregado de prensa del Ministerio de Agricultura. “Estamos a punto de alcanzar los objetivos esperados en producción de trigo, patatas, azúcar y aceite de girasol”, explica. “Los objetivos para la producción avícola también están por alcanzarse este año, mientras que llevará entre otros tres a cinco años alcanzar dichos objetivos respecto de la producción de carne”.
A medida que se extiende la producción agrícola, su exportación será prioritaria, según afirman los especialistas. Pero, por ahora, la mayor parte de los alimentos producidos en Rusia continúan a disposición de los ciudadanos locales y para aquellos que viven en Rusia y en las antiguas repúblicas soviéticas.
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