Foto de Reuters/ Vostock Photo
El grupo punk Pussy Riot fue creado en octubre del año pasado. Sus miembros llevaron a cabo una serie de actuaciones ilegales con motivo de las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre.
Las feministas organizaron acciones similares en los tejados de cárceles, sobre trolebuses, y en la muralla del Kremlin. Sin embargo, la actuación en la catedral del Cristo Salvador constituye la más escandalosa.
Las participantes de la acción, encapuchadas con pasamontañas de diferentes colores, cantaron su “canto-plegaria punk” “Virgen María, echa a Putin”. Muchos fieles tomaron la canción como una blasfemia. La policía instruyó la causa por motivo de gamberrismo, según la legislación. El 3 de marzo, miembros de la policía detuvieron a tres jóvenes del grupo Pussy Riot, y a Piotr Verzilov, activista del grupo artístico Voiná, que según algunos datos, es considerado el creador del mencionado grupo feminista. María Aléjina y Nadezhda Tolokónnikova han sido imputadas por un delito de gamberrismo según el artículo 213 parte 2 del Código Penal de la Federación de Rusia, que establece hasta siete años de prisión. El 5 de marzo, por orden del Juzgado de Taganski, fueron arrestadas por dos meses María Aléjina y Nadezhda Tolokónnikova. En respuesta, las jóvenes, que tienen hijos pequeños a su cuidado, negando su participación en la “canción-plegaria”, se declararon en huelga de hambre.
Vladímir Putin rechazó la acción del grupo feminista Pussy Riot en la catedral de Cristo Salvador. Así lo declaró su secretario de prensa, Dmitri Peskov, en el canal de televisión Dozhd. Según sus palabras, Putin era conocedor de la actuación del grupo, pero no del contenido del texto, del cual no se le había informado. El mismo Peskov calificó la acción de execrable.
Cuatrocientos fieles preparan una petición al Patriarca Kirill para que interceda en el cierre de la causa contra las jóvenes de Pussy Riot. También en Internet ha empezado una recolecta de firmas con la misma petición. El responsable de prensa del Patriarcado de Moscú, el Arcipreste Vladímir Vigilianski, considera que el arresto de las participantes en la acción es una medida demasiado dura.
“Espero que no haya encarcelamiento ni ninguna limitación de la libertad. Considero suficiente una pena pecuniaria para que la próxima vez reflexionen sobre cómo hay que comportarse en los lugares públicos. Pensamos, unívocamente, que la sociedad debe defenderse de estas actuaciones, sin ser absolutamente importante dónde tienen lugar. Evidentemente, es una impertinencia presentarse en un lugar en el que hay un sacerdote y llevar a cabo una gamberrada”, subraya Vigilianski.
Hace pocos días, en el centro de la capital, cerca del edificio de la sede del Ministerio del Interior, hubo algunos piquetes aislados en apoyo de las miembros detenidas del grupo, María Aléjina y Nadezhda Tolokónnikova.
Son jóvenes, entre ellos hay muchas mujeres, hacen turnos en la acera frente al edificio de la sede del Ministerio del Interior. Sostienen en las manos pancartas con llamamientos a la libertad de las detenidas.
Vladímir Lukin, delegado de los derechos humanos en Rusia, manifestó su apoyo a las activistas de Pussy Riot. El mismo Lukin considera que la detención de las jóvenes excede los límites de lo razonable. También las defienden los fieles, que llevan a cabo la recolecta de firmas en apoyo de la petición al Patriarca Kirill para que interceda a favor de las artistas.
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