Putin triunfa una vez más

Foto de Kommersant

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Tras haberse puesto en duda el triunfo de Rusia Unida en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2011, al que le siguió diversas manifestaciones, se tuvo la sensación de que el primer ministro y candidato a la presidencia Vladímir Putin tendría que pasar por una segunda vuelta electoral para lograr la victoria. Sin embargo, solo los opositores más ingenuos aún alimentaban tal esperanza a un mes de los comicios. Todas las encuestas de opinión, incluidas aquellas realizadas por consultoras que difícilmente podrían ser consideradas defensoras del actual gobierno, predijeron el cómodo triunfo de Putin el 4 de marzo.

Un observador cínico podría haber atribuido el crecimiento de la popularidad de Putin  a los poderosos recursos administrativos de su campaña. Sin embargo, Valeri Fedórov, director del centro de estudios de opinión pública All-Russian, manifestó de manera diplomática que los votantes se dejaron influir por la “política comunicacional del candidato”. De hecho, los medios de comunicación realizaron una amplia cobertura de los viajes oficiales del primer ministro —la mayoría de los cuales parecían ser mítines de campaña—, publicaron sus extensos artículos y emitieron películas sobre sus servicios a la nación. Los opositores denunciaron que las sedes de campaña de Putin y los medios de comunicación estaban infringiendo la ley al emitir material de campaña encubiertas en programas de noticias. La Comisión Electoral Central y las autoridades respondieron que los ciudadanos tenían derecho a saber y estaban interesados en conocer aquello que el primer ministro estaba haciendo.

 

Aunque las altas probabilidades de que Putin ganase de forma holgada en la primera vuelta no podían atribuirse tan solo a la enérgica campaña; los rusos habían tomado su decisión acerca de Putin mucho antes de la campaña electoral. Y muchos lo miraban con buenos ojos, como un gran líder que lleva una vida respetable.

 

“Putin no sólo ha estado en el poder durante muchos años, sino que además ha dado cuenta de su eficiencia, y ese es el principal criterio según el cual el electorado juzga a un político”, manifestó Alexánder Oslon, director del centro de investigación social Fondo de Opinión Pública (FOP).

 

Andréi Miléjin, presidente del instituto de investigaciones Romir, asintió: “Cada vez más gente percibe su dinamismo, sus crecientes conocimientos y la ausencia de malos hábitos en él. Pero lo que más me sorprendió fue que un 50% de la población no quiso o no pudo encontrar ningún defecto en el mandatario”.

 

 

Incluso la gente de a pie estuvo de acuerdo con dicha observación. “Con Putin, mi esposa y yo criamos cuatro hijos, todos ellos con título universitario y vivienda propia… y tenemos nueve nietos”, escribió un hombre que se hizo llamar Serdjio, en un comentario sobre un artículo en favor de Putin en el sitio web del periódico ruso Izvestia. Tales comentarios, inocentes y halagadores, pero absolutamente sinceros, superan a los comentarios críticos en la web.

 

Las élites regionales también apoyaron a Putin. “Este país precisa un zar. Un zar es un hombre con valor que se hace responsable del país”, afirmó el presidente de Tartaristán, Rustam Minnijánov.

 

Algunos de sus recientes opositores también alabaron a Putin. Poco tiempo antes de los comicios, el partido liberal Causa Justa se manifestó a favor del mandatario. “Esperamos que continúe las políticas de liberalización y que los votantes brinden su apoyo a Vladímir Putin en las elecciones presidenciales”, reza el documento, aprobado por 47 de los 70 asistentes al congreso partidario. A la vez que subrayaron que no apoyan por completo la plataforma política de Putin, los miembros de Causa Justa manifestaron: “Observamos que ha tomado todas las principales iniciativas de [nuestro] partido con miras a la libertad económica y política”.

 

Aunque otro elemento de relevancia que contribuyó al triunfo de Putin fue la ausencia de un oponente fuerte. A juzgar por el resultado de las encuestas de opinión previas a las elecciones, sus rivales más cercanos, el líder del Partido Comunista de Rusia Gennadi Ziugánov y el líder del Partido Liberal-Demócrata Vladímir Zhirinovski, obtendrían cada uno un 10% de los votos, mientras que el social-demócrata Serguéi Mirónov, del partido Rusia Justa, y el multimillonario Mijaíl Prójorov obtendrían aún una menor cantidad de votos.

 

“Respecto de las disposiciones relativas al control del proceso electoral, las elecciones presidenciales rusas del 4 de marzo bien podrían ser un modelo a imitar en otros países”, expresó Andréi Isáyev, miembro del partido Rusia Unida. Luego de que finalizase la votación, miles de personas salieron a las calles para celebrar la victoria de Putin.

 

Pero, por supuesto, la oposición no opina lo mismo. El 5 de marzo, los perdedores se pusieron de acuerdo para revisar los resultados en 10 locales de votación de Moscú. Se denunciaron numerosas infracciones a lo largo del día en la Internet y hubo debates entre votantes rusos al respecto.

 

El líder del Partido Liberal Demócrata (LDPR) Zhirinovski está convencido de que se puede comprobar el fraude y entonces “diremos que no reconocemos estas elecciones”.

 

La vieja oposición tiene competencia


Mijaíl Prójorov, quien debutó en los comicios presidenciales de este año, podría ser la nueva cara de la oposición rusa. Según la Comisión Electoral Central, recibió un 7,7% del total de sufragios y, en las ciudades más grandes, los resultados fueron más favorables para el político. En Moscú, obtuvo el segundo puesto. Los especialistas afirman que esto da cuenta de la total desconexión de los votantes jóvenes con la era soviética y de la demanda social de una nueva generación de políticos. “Esto constituye un fuerte golpe a la vieja oposición representada por los comunistas y los demócrata liberal”, expresó Valeri Fedórov, director del centro de estudios de opinión pública All Russian. “Los líderes de estos partidos hablarán mucho acerca de Prójorov, principalmente lo criticarán, ya que duele reconocer que el tiempo de uno se está acabando”.

 

Serguéi Udaltsov, coordinador del radical Frente de Izquierdas, adopta una oposición más beligerante. Cuando se dirigió a un mitin por unas elecciones justas en San Petersburgo el sábado, prometió llevar a Putin desde Moscú a su nativa San Petersburgo. “Pueden hacer lo que deseen con él aquí”, expresó ante la gente.

 

“Si las autoridades nos engañan después de las elecciones, iniciaremos una protesta de tiempo indeterminado en todo el país. Todos deberíamos salir a la calle. No nos iremos hasta que haya justicia”, afirmó Udaltsov.

 

El bloguero activista Alexéi Navalni se hizo eco de tales comentarios: “Lo que se llevará a cabo no será una elección, y debemos reclamar elecciones libres para la Duma Estatal en un año y elecciones presidenciales libres en dos”, declaró en una entrevista otorgada a RBC Daily.

 

El movimiento opositor prometió continuar con sus mítines y espera reunir a hasta un millón de manifestantes en Moscú y cerca de 200.000 en San Petersburgo.

 

Pero es poco probable que los manifestantes logren sus objetivos. Además de un gran apoyo electoral, Putin posee los medios para cumplir sus promesas de campaña. Según especialistas del Sberbank, con el precio del barril a 95 dólares por barril, millones de rusos recibirán los aumentos salariales y de pensión que prometió Putin sin necesidad de ajustar el presupuesto estatal. Si hizo promesas y las cumple, la gente opinará que hay que dejarlo gobernar. Probablemente serán la mayoría, aunque no una mayoría tan aplastante como indican los resultados electorales oficiales.

 

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