Dibujo de Serguéi Yolkin
Elena Panfílova, directora en Rusia de Transparency International, una organización que lucha contra la corrupción
El hecho de que la manifestación de la oposición se convocase para el lunes, justo después de las elecciones, significaba que no era probable que las autoridades tomasen medidas para impedirlo. Por lo menos, ya han empezado un diálogo con la gente y están dispuestos a hacer concesiones. Aunque esto no representa un cambio significativo en la situación política como tal, puede ser interpretado como un signo positivo.
Gregori Fiefer, excorresponsal de Radio Liberty, escritor y especialista en relaciones entre EE UU y Rusia
Para ser sinceros, no puedo predecir qué va a ocurrir después de las elecciones. Puede pasar cualquier cosa, aunque dudo de que vayan a producirse revueltas al estilo de la Primavera Árabe, y no creo en absoluto que vaya a haber una guerra civil. Los opositores de Putin han presentado reivindicaciones simples e incuestionables de un cambio gradual, que pueda ir mermando la naturaleza cerrada de su gobierno y abriendo la política a la competencia. Lo más probable es que tenga lugar una lucha prolongada por el futuro del país. Las recientes actuaciones de Putin han minado el punto crucial de su imagen de líder fuerte, un ingrediente fundamental de la cultura política tradicional que él ha restaurado en Rusia.
Pero su política autoritaria será respaldada por un grupo de “amigos” leales que están en el centro del sistema político y económico, y reforzada por unos poderosos servicios de seguridad y una cultura de corrupción generalizada que permite que participen en el sistema nutridos grupos de burócratas y muchos ciudadanos privados. Esto requeriría cambios globales en el comportamiento de la sociedad. Todo dependerá en gran medida de si la elite política y económica llega a creer que su seguridad estará mejor protegida con un nuevo líder. Y dependerá también de si Putin quiere seguir en el poder: en una entrevista publicada el 2 de marzo afirmó que podría estar dispuesto a presentarse de nuevo en 2018.
Vladímir Kashin, vicepresidente del Partido Comunista de Rusia
El problema es grave, pero esperemos que no termine en un enfrentamiento civil. Mucho depende de los hechos del día de las elecciones: las falsificaciones, el “carrusel” de votantes, los pucherazos... La situación es compleja y, desgraciadamente, las autoridades no entienden que unas elecciones limpias y el poder legítimo son el único modo de enfrentarse al descontento social.
Es necesario ponerle freno al caos para evitar acontecimientos que puedan convulsionar de nuevo el país. Necesitamos un poder legítimo que sea reconocido no solo dentro del país, sino a nivel internacional.
Guennadi Gudkov, diputado de la Duma por el partido “Rusia Justa”
Una guerra civil es el resultado no de unas elecciones, sino de una reacción inadecuada por parte de las autoridades. Y nuestras autoridades han demostrado su incapacidad para responder adecuadamente a la indignación pública y a las manifestaciones. Cualquier situación política sería posible en estas circunstancias, porque mucha gente no quiere vivir rodeada de mentiras, promesas incumplidas y una televisión controlada por el Estado. Dependiendo de cómo actúen las autoridades veremos un enfrentamiento en la sociedad o no.
Todas las revoluciones están orquestadas por las autoridades. Y Vladímir Putin es el mayor revolucionario de Rusia. Puede provocar una revolución si no empieza a dialogar con la gente.
Dmitri Iliushin, vicepresidente de Yábloko, partido político
Dada la actitud discriminatoria contra el candidato presidencial del partido Yábloko, las elecciones pueden provocar descontento social. Aunque las autoridades escuchan a la gente, no satisfacen sus exigencias. Esto puede llevar a nuevas manifestaciones, pero no a la revolución: la gente no quiere más caos político. Me temo que las autoridades provocarán malestar social para tener una buena razón para reprimir a la oposición, como pasó en Bielorrusia.
Valentina Matvienko, presidenta del Consejo Federal Ruso, en una entrevista con Kommersant.ru
Hemos sido testigos de agitaciones políticas históricas, cuando los radicales pretendieron convulsionar el país. Es preciso hablar sobre ello, y ser prudente y cauteloso. Las autoridades y las fuerzas de seguridad tomarán las medidas adecuadas para impedir las infracciones de la ley y la violencia.
En la actualidad las autoridades no impiden que la gente salga a la calle y exprese sus puntos de vista. Además, antes de las elecciones Medvédev se reunió con los miembros de la oposición, los escuchó y tuvo en cuenta sus propuestas. Los canales de televisión cubren las noticias sobre las manifestaciones y le dan a la gente una oportunidad de ser escuchada.
Eso es una democracia civilizada, y nosotros debemos promoverla. Pero si los mítines son provocadores desde el principio, las autoridades actuarán de acuerdo con la ley.
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