Dibujo realizado por Natalia Mijaílenko
Una página web donde la denuncia es la protagonista. Un rincón de la plaza virtual donde el pueblo puede hacer oír su voz contra las paradojas de la burocracia y la lógica absurda de algunas leyes. Así es el sitio “Rusia sin estúpidos” (http://rossiyabezdurakov.ru/). Y no es, como se podría pensar, la última criatura del movimiento anti-Kremlin, sino todo lo contrario: es una iniciativa del gobierno mismo, que espera así acercar el Estado a los ciudadanos, a través de la transparencia y de internet.
“Amigos, todos los días debemos enfrentarnos con normas estúpidas”: esta es la premisa, sazonada de autocrítica, en la página principal del portal que fue inaugurado en enero de 2012. Este invita a los usuarios a registrarse y a contar sus experiencias con normativas absurdas y funcionarios ineptos. Los malintencionados pensarán que quizá la idea forme parte de una táctica ideada por el Kremlin para intentar suavizar el descontento reinante, en vista de las elecciones presidenciales de marzo de 2012.
En cualquier caso, evidentemente, hay rabia contra la máquina estatal: solo en su primer día, la página recibió más de 135.000 visitas. Se comprueba así que “Rusia sin estúpidos” es uno de los planes más democráticos dentro del proyecto llamado “Gran Gobierno”, anunciado por el presidente Dmitri Medvédev, para hacer que el Estado sea más abierto y más accesible para los ciudadanos.
La inspiración, en palabras del diputado de “Rusia Unida” y cofundador del proyecto, Robert Shlegel, ha venido precisamente de páginas parecidas creadas por personajes de la oposición como Alexéi Navalni, autor del tan visitado blog de denuncia de la corrupción. Un éxito que ahora el Kremlin intenta repetir, añadiendo a la receta una cucharadita de autoironía sobre la propia “estupidez”. “Pero no por esto 'Rusia sin estúpidos' se vuelve un juego”, ha declarado Shlegel; “más bien, es un mecanismo, como una operación quirúrgica, cuyo objetivo es sanar las partes enfermas del gobierno”.
De momento, no hay recriminaciones al trabajo del primer ministro Vladímir Putin. Sin embargo, por lo que respecta al resto, la base de datos ofrece una montaña de quejas sobre las ineficiencias kafkianas de la burocracia rusa: calles tan llenas de baches que parecen el blanco de un ataque con cohetes Katiusha; inválidos sin piernas que cada dos años deben demostrar que no las tienen para poder cobrar la pensión; obras públicas de utilidad dudosa y mucho más. La promesa del gobierno es que todas las denuncias serán examinadas y tomadas en consideración. A Moscú, por tanto, le espera una ardua labor.
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