El regreso del “matador” Arshavin al “Zenit” de San Petersburgo coronó la vuelta masiva de los rusos a su país desde los campeonatos europeos
Con la caída de la Unión Soviética decenas de jugadores de los clubes rusos se dirigieron a Europa en búsqueda de dinero y una “dolce vita”. La primera ola migratoria se acabó en los mismos años 90 pero para varios era tiempo suficiente para ganar una fama mundial. Los equipos europeos con mucho gusto compraban jugadores rusos a un precio bajo. Muchos de ellos no tenían ni agentes para lograr condiciones adicionales. El fútbol ruso estaba en una época de transición y en un estado económico muy bajo, por eso los contratos incluso de los equipos más modestos europeos a muchos les parecían una montaña de oro.
No es oro todo lo que reluce y una gran parte de los migrantes se quedó sin éxitos considerables. Pero también hubo casos como los de Andréi Kanchélskis del Manchester United o Aleksánder Mostovói quien junto con Valeri Kárpin jugaron por el Celta de Vigo en los mejores tiempos para el conjunto gallego. Muchos también recuerdan al delantero Oleg Salénko con sus cinco goles contra Camerún en el mundial de Estados Unidos 1994, después de los cuales el jugador se marchó al Valencia.
La segunda ola de migración masiva tuvo lugar tras la Eurocopa 2008 en Austria y Suiza donde los rusos ganaron el bronce. Pero esta vez su presencia en Europa se terminó mucho más temprano de lo previsto. ¿Cuál es la causa?
Los especialistas destacan en primer lugar el carácter de los futbolistas rusos. La mayoría de ellos prefieren el dinero a la fama en su profesión. Es mucho más tranquilo para ellos ganar ese dinero, por el cual hay que luchar y hasta morir en las canchas inglesas o alemanas, en sus lares en condiciones cómodas y conocidas. Además, sin miedo a perder la titularidad porque en Rusia, con su límite de jugadores extranjeros, es casi imposible para los “retornados” no entrar en los “once” del partido.
“El mayor obstáculo para los rusos es su carácter –confirma Ígor Yanovski, ex jugador del Paris Saint-Germain y del CSKA de Moscú–. Por supuesto no cabe duda que hay varios con gran talento pero se conforman con los logros que alcanzaron y no aspiran a metas más altas, se relajan. Ese es un gran problema. Claro que en Rusia ahora tienen mucho dinero pero también puedo decir que su nivel a veces es algo menor de lo que ellos mismos creen”.
Todo eso hace que ahora se pueda contar con los dedos los jugadores rusos que defienden los colores de los conjuntos extranjeros. Pero surge una pregunta. ¿Quién gana con este regreso? y ¿Se le puede llamar “regreso” o es un paso hacía adelante?
Los que ganarán sin duda son los clubes rusos que reciben un futbolista del alto
nivel y con pasaporte
ruso, lo que es muy
favorable teniendo en cuenta el límite de jugadores extranjeros. Es curioso
pero también ganan los
mismos repatriados. No sólo por el
dinero que a menudo es mucho más que en el extranjero, sino también porque pasan más tiempo en la cancha. En la enumeración
no hay que
olvidar los factores familiares.
Otra beneficiada con el regreso masivo de los rusos es por supuesto la selección nacional. Dick Advocaat, técnico de la tricolor, se mostró encantado con el retorno al Zenit San Petersburgo de Andréi Arshavin quien va a tener allí más minutos de juego que en el Arsenal. El futbolista de 30 años perdió la titularidad y, de hecho, en muchos partidos ni siquiera saltó al campo. En la misma situación se encontraban Zhirkov en el Chelsea, Bilyaletdinov en el Everton y por fin Pavliuchenko en el Tottenham donde tenía conflictos con el técnico Harry Redknapp. Si antes la falta de práctica preocupaba mucho al seleccionador ruso, ahora en vísperas de la Eurocopa en Ucrania y Polonia Advokaat va a tener seguramente menos dolor de cabeza.
“El regreso masivo de los rusos a su campeonato tiene más cosas positivas que negativas, especialmente para el torneo nacional y para la selección -asegura Oleg Salenko, ex delantero de la selección rusa, del Valencia y del Glasgow Rangers y máximo goleador del mundial de Estados Unidos 1994–. Ahora los jugadores rusos saben que pueden volver a su país donde siempre les esperan con los brazos abiertos. En los años 90 nosotros no teníamos esta posibilidad y para nosotros era un billete solo de ida, sin vuelta. Es muy complicado para los futbolistas contemporáneos rusos demostrar de nuevo lo que valen en el extranjero donde no les conocen. Además todo se dificulta por que ellos no hablan lenguas extranjeras, no conocen el estilo de vida en Inglaterra o en España. Entretanto, en Rusia todo es muy confortable, contratos estables y vida tranquila”.
No se puede dejar de mencionar una estadística bastante curiosa. De todos los convocados para el partido amistoso de Rusia contra Dinamarca en febrero de 2012, Pável Pogrebniak del Fulham es el único que juega en el extranjero. La historia conoce una situación parecida. En el equipo nacional de 2008 también hubo un solo “extranjero”: Ivan Saénko del Nurenberg. Sin embargo este hecho no impidio a los tutelados de aquel entonces por el seleccionador Gus Hiddink ocupar el tercer puesto en la Eurocopa. Por el contrario, cuando antes la cantidad de los que juegan en el extranjero prevalecía, Rusia no inventaba la pólvora ni en los mundiales ni en las Eurocopas.
Por fin no hay que olvidar que el retorno de los jugadores del nivel de la selección atrae más público a los estadios rusos. Eso también es importante porque se supone que el fútbol en primer lugar es para los aficionados y sólo después es para ganar dinero.
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