De hecho, a sus tres oponentes, sin contar al
primer ministro Putin, los ha calificado de manera irónica como los
'sabios' de la Duma por los años que llevan en la Cámara baja del
Parlamento.
Uno de ellos, Vladímir Yirinovski, compitió en
1991 con el que se convertiría en el primer presidente de la Rusia
postsoviética, Boris Yeltsin, por dirigir una Federación Rusa integrada
aún en la URSS.
Al igual que casi todos sus 'compañeros de
fatigas' en la tarea de disputarle la jefatura de Estado a Putin, con la
frágil salvedad del líder de los comunistas, Guennadi Ziugánov, no es
un candidato creíble.
Porque nadie duda de la victoria de
Putin, con el único debate tibio de si ganará en primera o segunda
vuelta, muchos ven a Prójorov como un títere del Kremlin.
Se
postula a sí mismo como el candidato de la "derecha liberal" y los
empresarios, aunque paradójicamente es rechazado por la mayoría de
ellos.
Además, a ojos de muchos rusos representa a los nuevos
ricos, denostados por amasar su fortuna durante los noventa a base de
privatizar de forma fraudulenta las propiedades públicas heredadas de la
Unión Soviética.
En una historia contemporánea llena de
partidos y candidatos artificiales, creados por el poder para ofrecer
una imagen de auténtica democracia y quitarle votos a la única
oposición, el Partido Comunista, uno de los "hombres paja" de los
pasados comicios de 2008 fue Serguéi Mirónov.
El candidato del
partido Rusia Justa, que se ha descubierto a sí mismo como
socialdemócrata tras diez años como fiel legionario de Putin, se
distancia hoy del hombre que en 2001 le propuso para presidir el Senado
ruso.
Tras el divorcio con Rusia Unida en 2011, desposeído de
su cargo de senador a instancias de la formación liderada por el primer
ministro ruso, se postula ahora como auténtica oposición, mimado incluso
por Ziugánov, único candidato que estuvo a punto de probar la miel del
poder.
Aunque mucha agua ha corrido desde entonces, el
secretario general de los comunistas rusos presume de ser el único en
haber rozado la victoria en unas presidenciales.
En 1996 incluso se habría impuesto a Yeltsin, que según algunos analistas habría amañado los resultados.
Su mayor éxito político coincidió con tiempos de penurias para la
mayoría de los rusos y con el recuerdo aún vivo de la Unión Soviética,
mientras el país era desgarrado por el crimen organizado, la guerra de
Chechenia y la pobreza, obligado a pedir préstamos a las potencias más
ricas.
En 1996 Ziugánov obtuvo el 40 % de los votos en segunda
vuelta de las presidenciales, para luego ir descendiendo en todos los
comicios posteriores hasta el 17 % logrado en 2008.
Como
entonces y siempre, esgrime la igualdad social como su bandera y tiene
entre los nostálgicos y los jubilados a sus bases: a ellos promete la
recuperación de la grandeza de antaño, la nacionalización de los
recursos naturales y las industrias estratégicas, la subida de las
pensiones, la vivienda digna.
El patriotismo y el discurso
nacionalista salta aquí y allá en los programas de casi todos los
candidatos, pero quien más provecho ha sacado de ese sentimiento es
Yirinovski, líder del ultranacionalista Partido Liberal Democrático de
Rusia (PLDR).
En su discurso habla de "Rusia para los rusos"
en alusión no sólo a la inmigración extranjera, sino también a las
cientos de etnias que históricamente habitan la Federación Rusa, y que
según Yirinovski deberían permanecer en su hábitat natal y no emigrar a
las tierras propiamente rusas.
Pero es sobre todo conocido por
sus extravagancias y sus salidas de tono: es el hombre que en su primer
spot electoral apareció montado en un carro tirado por un burro y
azotando con saña al animal.
El candidato que logró 7 millones de votos en 2008 salió así al paso de las críticas: "El burro vive en mi dacha y vive mejor que vosotros. Es un inútil, lleva cinco años sin hacer nada, sin llevar ni un kilo".EFE
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