De acuerdo a la Fundación de la Opinión
Pública (FOP), en las elecciones presidenciales del próximo 4 de marzo
Putin obtendrá un 58,7 % con una participación del 61,8 % del electorado
de Rusia.
También el Centro de Estudio de la Opinión Pública
de Rusia (VTSIOM) reveló que el 55 % de los encuestados están dispuestos
a apoyar a Putin, lo que le permitió pronosticar su victoria ya en la
primera ronda con un resultado del 58,6 %.
No obstante, otras
fuentes y consultas independientes no descartan que el próximo día 4
Putin no consiga superar la barrera del 50 % y sea necesaria una segunda
vuelta para determinar al ganador entre los dos candidatos más votados.
Una encuesta efectuada del 10 al 19 de febrero pasados en el marco
del proyecto "Opinión Abierta", que agrupa a varias organizaciones
independientes, reveló que sólo un 48 % de los encuestados estarían
dispuestos a depositar su voto a favor de Putin.
De este modo,
la incógnita de los próximos comicios no es quién ganará, sino si Putin
ganará ya en la primera ronda o tendrá que ir a una segunda.
Aunque los opositores más radicales afirman que las autoridades
falsificarán los resultados para conseguir el triunfo ya el 4 de marzo,
parece más probable que las próximas elecciones puedan convertirse en
las más limpias de la historia de Rusia, pues por primera vez las
autoridades estarán interesadas en que su triunfo sea irreprochable.
Además, a diferencia de las votaciones anteriores la oposición ha
centrado todos sus esfuerzos en la lucha "por unas elecciones limpias" y
la cantidad de observadores voluntarios promete superar todas las
expectativas.
No obstante, el factor principal será el firme
propósito de las autoridades de conseguir que la indudable victoria de
Putin no pueda ser cuestionada por nadie.
Este objetivo ha
marcado toda la campaña de Putin, que por primera vez en sus 13 años de
carrera política se ha volcado a una auténtica campaña electoral.
Aunque igual que en ocasiones anteriores se negó a participar en los
debates electorales, en esta campaña Rusia por primera vez ha visto
multitudinarias movilizaciones organizadas en favor de Putin y por
primera vez ha visto a Putin ejercer de político en campaña, con
discursos marcadamente populistas.
Parece característico su
discurso del 23 de febrero ante más de 100.000 personas congregadas en y
en torno al estadio moscovita de Luzhniki.
Los llamamientos
nacionalistas a un "pueblo genéticamente vencedor" de continuar "la
batalla por Rusia" y a impedir cualquier "injerencia foránea",
acompañados por las retóricas preguntas de si "¿Amamos nosotros a
Rusia?" y "¿Permitiremos que alguien se meta en nuestros asuntos?" se
compaginaron con el "tengo un sueño" de Martin Luther King.
Y por supuesto tampoco faltaron los llamamientos a acabar con la injusticia, la corrupción y la pobreza.
Sin duda alguna, el discurso nacionalista, al igual que las promesas
sociales, halla terreno fértil en una población pobre y humillada.
Pero no se compaginan con los anhelos de la oligarquía y el
funcionariado, que son la verdadera base de apoyo para Putin, donde una
abrumadora mayoría ve en él la garantía de la "estabilidad" inmovilista.
Y también queda al margen del discurso de Putin la creciente clase media, consciente de la apremiante necesidad de reformas y cada vez más identificada con la oposición.EFE
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