Foto de Rossíyskaya Gazeta
El retorno a la tierra de sus antepasados ha sido posible dentro del marco del “Programa estatal de migración de compatriotas”. Tal y como señala el jefe de la Dirección de Asuntos de los Compatriotas del Servicio Federal de Migración de Rusia, Vitali Yákovlev, las autoridades regionales han expresado su disposición para conceder terrenos a los “viejos creyentes”. La corresponsal de Rossíyskaya Gazeta ha informado de los detalles.
Son llamados viejos creyentes o raskólniki los cristianos partidarios de la vieja liturgia y cánones eclesiásticos que no aceptaron la reforma de Nikon en 1654, fecha a partir de la cual fueron cruelmente perseguidos y diezmados. Su líder principal fue el protopope y escritor Avvakum. Conservadores de una moral estricta, partidarios de la prohibición tajante del alcohol y del tabaco, y de la prohibición de rasurarse la barba. En la actualidad la práctica religiosa de los viejos creyentes está legalizada en Rusia.
“Sabemos que existe esta intención, pero es poco probable que próximamente se dé una migración masiva. El primer grupo, de 53 personas ha llegado a Primorie en febrero de este año, el siguiente llegará en agosto, y antes de final de año esperamos a otros seis miembros del clan familiar Muríchev y Kilin. Se han retrasado porque la documentación de la abuela no estaba completamente en orden. Posteriormente, todo dependerá de cómo se vayan adaptando los primeros inmigrantes. Si están a gusto, el resto seguirá su ejemplo, explicó la directora del Departamento de Trabajo con los Compatriotas de la Dirección del Servicio Federal de Migración de Rusia para la región de Primorie, Valentina Bistrévskaya.
Los “viejos creyentes” viven en la aldea de Kórfovka, a 70 kilómetros de la ciudad de Ussuriysk. De momento viven en un edificio de cinco plantas dentro del territorio de la ciudad militar. “¡Por fin nos sentimos rusos! Es una sensación que me hace muy feliz. Tengo 42, nací en Brasil, más tarde mi familia se mudó a Bolivia, pero la llamada de la sangre siempre estuvo ahí. Empezamos a escuchar noticias sobre Rusia, nos enteramos de que existía un programa de retorno de compatriotas, y hace tres años decidimos volver”, contaba Yeliséi Muríchev a los periodistas que esperaban a los inmigrantes en el aeropuerto.
Las autoridades del distrito urbano de Ussuriisk tienen muchas esperanzas de que estos rusos trabajadores y abstemios ayuden a reavivar la agricultura de la región. De momento se les han adjudicado terrenos vacíos en régimen de alquiler a largo plazo. Con el dinero obtenido con la venta de sus casas y otras propiedades, y con las subvenciones que se otorgan dentro del marco del programa de migración, los nuevos habitantes han comprado un tractor y otro equipamiento.
Los que han vuelto a Rusia con el programa estatal lo tienen más fácil que los “viejos creyentes” de Uruguay que llegaron por su cuenta en 2009. En un principio, los 14 uruguayos se instalaron en las regiones de Tambov y Bélgorod, y más tarde se marcharon a Primorie, a la aldea de Dersú, en el distrito de Krasnoarmeiski. Tuvieron dificultades para conseguir la nacionalidad rusa, sin la cual es imposible alquilar terrenos a largo plazo. Pero parece que a pesar de todo, ninguno de los “americanos” pretende volver a las tierras cálidas. La belleza de los lugares donde vivieron antaño sus antepasados parece remediar las dificultades y fortalecer aún más su fe. Al menos, las fotos que los nuevos habitantes envían a sus familias, sobre todo con paisajes invernales, son tan bonitas que parecen postales.
“No sé por qué mucha gente cree que los “viejos creyentes” son una especie de secta. Son gente normal, correcta y trabajadora. Dos o tres niños han querido estudiar en el colegio local y nadie se lo ha impedido, mientras que al resto, a petición de sus familias, se les concedió permiso para estudiar en casa. Créame, todos son buenos alumnos. No me sorprendería si una de las chicas cuando quisiera ir a la universidad. ¡Es una niña tan inteligente!”dice Valentina Bistrévskaya. “Vuelvo a repetir, no son una secta, simplemente son más estrictos en cuestión de fe e intentan mantener su cultura y estilo de vida. Han venido porque quieren vivir en su patria y nosotros intentamos ayudarles. Evidentemente, estamos muy interesados en que miles de nuestros compatriotas vengan a vivir a Primorie”.
Aunque los “viejos creyentes” vivan en una comunidad cerrada, de acuerdo con sus propias leyes internas, son conscientes de que es imposible vivir en un aislamiento total. Y como el Estado les ha ayudado a volver a su patria y a adaptarse a las condiciones locales, tienen que cumplir las leyes vigentes. En particular, tienen que cumplir con su deber militar. “Su religión no les permite llevar armas, por eso ahora se están en negociaciones para organizar un servicio social sustitutorio”, comunicó Svetlana Nesterenko, directora del departamento de empleo y programas sociales de la Dirección del Servicio Estatal de Empleo para la región de Primorie.
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