Foto de Reuters/VostockPhoto.
Su llegada a la corte del millonario Suleimán Kerimov ha revolucionado la organización del club, que se ha calificado entre los ocho primeros en la primera fase de la Liga rusa. Se espera que tenga un papel como el de Alex Ferguson, leyenda escocesa del Manchester United: no solo se ocupará de lo que pasa en el campo, sino también de las negociaciones en el mercado, de la cantera y de las decisiones estratégicas del club ruso.
El dueño del Anzhi le ha garantizado un contrato de 18 meses y 8,3 millones netos al año. Está previsto también que el técnico holandés pueda manejar una nutrida chequera para llevarse a Daguestán jugadores de nivel internacional, con el objetivo de intentar la escalada al fútbol europeo tras ganar el campeonato en casa.
Tampoco es que Capello quisiese a su alrededor un abanico de jóvenes esperanzas. El entrenador friulano, apoyado con entusiasmo por su exjugador Roberto Carlos (cada vez más influyente en la sala de máquinas del club) y Samuel Eto'o, habría aceptado el banquillo del Anzhi solo con la certeza de disponer de un presupuesto estelar para fichar a los fuera de serie de su elección en los clubes más importantes de Europa.
Así termina la carrera de la directiva rusa tras el exseleccionador de Inglaterra. El pistoletazo de salida lo dio el despido de Yuri Krasnoján, que se había unido al club hacía apenas dos meses. Después vinieron las negociaciones secretas en St. Moritz, las declaraciones del entorno de Capello que lo desmentían, su viaje relámpago a Moscú para sentarse personalmente a la mesa de negociaciones, hasta llegar al primer borrador de contrato que le envió Kerimov. Un amor quizá soñado, pero nunca consumado, que ha acusado las malas relaciones entre el ex condottiero del Milán de los títulos y la federación inglesa. Capello tenía miedo de un tropezón profesional. Para él había diez millones de euros hasta el 2015, y la perspectiva de llevarse a Rusia a Sneijder, del Inter, y a algunos otros jugadores de Primera División.
Para Capello, el duelo con Hiddink por un banquillo es un déjà vu. En el verano de 2011, los dos técnicos estaban entre las opciones que barajó el presidente del Inter, Massimo Moratti, que posteriormente eligió a Gasperini para sustituir al brasileño Leonardo.
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