El estancamiento alimenta el cambio

Foto de Itar Tass

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El desarrollo económico ha propiciado el fortalecimiento de la clase media, que teme las consecuencias de un estancamiento.

Nadie esperaba que la gente saliera a protestar a la calle. Y menos que lo hicieran en diciembre del año pasado. Todas las encuestas mostraban que el nivel de capital social, la confianza mutua entre personas que permite que actúen por una causa común, era demasiado bajo, así lo declaró el economista Alexánder Auzan. Aunque estas encuenstas no tuvieron en cuenta a las redes sociales, que producen reflejos en el capital social, expandiendo los círculos de confianza. 

Lo cierto es que se trata de una buena noticia. El capital social asegura una mayor eficiencia y la rendición de cuentas por parte de las autoridades, la mejora de los servicios estatales y una mayor eficacia de las instituciones. Es cierto que uno de los mecanismos para asegurarlo son unas elecciones limpias, aunque en la Rusia actual ningún “ciudadano formado” cree en ellas.

Aunque los manifestantes estuvieran sinceramente descontentos con los resultados electorales, la frustación tiene unas raíces más profundas. Como ha declarado el presidente del fondo “Política de Petersburgo” Michaíl Vinogradov, “las protestas no han sido por unas elecciones limpias y justas, sino contra Putin”. Pero no solamente contra él como figura política, en realidad estaban dirigidas a la falta de cambio y al estacamiento que él representa. Una recuperación económica demasiado lenta tras la crisis y la caída del poder adquisitivo en la mayoría de las regiones (en el año 2011 los ingresos han crecido una media del 0,8%) generó la sensación de pérdida de perspectivas. Y todo se agravó cuando el primer ministro anunció su intención de volver a presentarse como candidato a las elecciones presidenciales.

Según Natalia Zubarevich, del Instituto Independiente de Política Social, el 38% de la población rusa no tiene ninguna esperanza en su futuro y ni siquiera intenta pedir algo al gobierno. Esta desesperación se da en todas las regiones del país, pero es especialmente aguda en pequeños pueblos con una población menor a 20.000 habitantes. Se trata de una zona de muchísima pobreza, donde no hay capital social ni de ningún tipo. En estos lugares el principal objetivo es la supervivencia. Abarca un amplio territorio aunque la tendencia demográfica apunta a la baja: las población emigra o muere.

La segunda parte del país se compone de ciudades industriales de tamaño medio, que albergan alrededor del 25% de la población. En estos lugares los ingresos de la población crecen más lentamente que la media nacional y han dejado de ser atractivas para otros ciudadanos. Los jóvenes  salen de ellas para recibir una educación y no vuelven, explica Zubarevich. Además, en estos lugares la movilidad social es escasa.

Finalmente, están las grandes ciudades. Son muy diferentes entre sí. Por un lado se encuentran las enormes aglomeraciones de Moscú y San Petersburgo; por otro, las ciudades que son básicamente industriales, mientras que hay otras que han pasado por un proceso de desindustrialización. En general, en todos estos lugares la proporción de personas con estudios es alta y tienen un alto nivel de ingresos. El proceso de transformación post industrial ha dado pie a que surgiera una clase media. Estos ciudadanos son los principales poseedores de capital social. De alguna manera, este sector social es fruto de la prosperidad de los años 2000.

“Durante los últimos diez años Rusia ha estado creciendo y haciéndose más próspera mientras que las instituciones se han ido deteriorando de manera progresiva”, declara Leonid Polishchuk, jefe del Laboratorio de Análisis de Capital Social e Instituciones en la Alta Escuela de Economía. “El desarrollo económico, el aumento de la riqueza, la urbanización, la educación y la modernización tienden a fortalecer a la clase media, y este tipo de sociedad muestra un mayor interés en el desarrollo de buenas instituciones. Exigen un gobierno que rinda cuentas. Los ciudadanos no sólo se preocupan de su bienestar personal, también quieren un medio cómodo”.

El nivel de capital social influye en la estructura social, el nivel educativo y, tal vez, en la historia de la ciudad. Por otro lado, una de sus características es que implica un nuevo sistema de valores, y esto es completamente transportable.

Esto significa que las demandas relacionadas con el capital social también pueden extenderse más allá de Moscú y San Petersburgo. “Cualquier modernización acarrea un proceso difuso. En los años 2000 esta difusión se observaba en el comportamiento del consumidor: teléfonos móviles, internet y las grandes cadenas que se extendieron a las capitales regionales. La modernización política funciona de la misma manera”, explica Natalia Zubarevich. También cree que este proceso puede ser más rápido, y que por ello “uno de los eslóganes de los manifestantes debería ser la descentralización”.

Además, según los expertos, demandas que a primera vista pueden parecer políticas tienen una raíz de preocupación económica: el miedo a un escenario de estancamiento. Es imposible que haya un crecimiento de calidad sin instituciones efectivas, es decir, un sistema de protección a la propiedad, un sistema judicial con garantías y un gobierno democrático.

“La tendencia es la siguiente, en los países con una democracia establecida han comenzado a transferir las funciones administrativas del gobierno central a los profesionales de las comunidades civiles. Así lo hace el gobierno de David Cameron, que pretende reducir en un 40% el sector gubernamental para el 2013. Estas reformas buscan originar 'más sociedad en vez de más gobierno'. Actualmente, el aparato gubernamental debe ser más pequeño, y hay que reducir la burocracia, ya que ningún gobierno es capaz de lidiar sólo con el incremento del dinamismo que se ha producido”, explica Natalia Smorodinskaya, del Instituto Económico de la Academia de Ciencias de Rusia.

“El objetivo final consiste en la formación de clústers regionales especializados que determinarán la competitividad de la región. Las redes formadas por los clústers son particularmente flexibles y son capaces de responder a los cambios externos más rápidamente. Sin embargo, no es posible crear clústers eficaces de arriba a abajo, hay que formarlos a nivel local. Un relajamiento de los controles permitiría fomentar la comunicación horizontal”, concluye la experta.

Artículo original en: http://www.kommersant.ru/doc/1857957

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