Foto de Anisia Boroznova
En la conciencia de muchos extranjeros existe el la idea de que Rusia es un país muy frío, donde en invierno todo está cubierto de nieve y hielo, y hay que llevar botas de fieltro para que a uno no se le congelen los pies al salir a la calle. Sin embargo, son más las ocasiones en las calles de Moscú se encuentran cubiertas de charcos y barro que de nieve. En realidad, los habitantes locales tienen dificultades para disfrutar de paisajes invernales “de cuento”, así que mucho menos los turistas.
Hace algo más de un año en la capital se abrió un nuevo establecimiento donde uno puede sentir el frío invernal en cualquier época del año. Se trata del Museo de Hielo de Sokólniki. Este lugar se mantiene a una temperatura constante de -10ºC. Los amantes del frío y de las esculturas de hielo son especialmente numerosos los fines de semana y los días festivos. Esos días hay que hacer cola durante una hora para poder comprar una entrada por 7 euros.
Desde la taquilla, los visitantes pasan directamente a un guardarropa que funciona justo al revés de lo habitual. En vez de dejar los abrigos, la gente coge las vátniki de las perchas, largas chaquetas acolchadas con relleno de guata, y se las pone encima de la ropa de calle. En ese mismo lugar, uno puede cambiar su calzado por unas botas de fieltro (válenki). Si en invierno la temperatura dentro del museo puede llegar a ser más alta que en la calle, en verano es imposible aguantar mucho tiempo sin un equipamiento especial.
La idea de crear un museo de este tipo pertenece al grupo creativo Art Bliz, compuesto por Pável Mélnikov y Bagdad Stepanián. El primero ha recibido importantes premios como escultor en arena y el segundo, por sus obras en nieve y hielo. Durante muchos años, este equipo ha participado en acciones benéficas para la creación de esculturas de arena en Venecia. Sus trabajos han sido dedicados a la tragedia de Beslán, al Papa Juan Pablo II, a Mahatma Gandhi y a la madre Teresa.
El proyecto del Museo de Hielo de Moscú organizado por Mélnikov y Stepanián, también tiene carácter internacional. En la creación de las esculturas han participado artistas procedentes de Hungría, Bulgaria, Holanda y la República Checa. Rusia está representada por tres ciudades: Moscú, San Petersburgo y Arjánguelsk. Este último “provee” al museo de buenos escultores y también de gran parte del hielo. Los trabajadores del centro son capaces de determinar de un solo vistazo si un trozo de hielo viene del Norte o ha sido recortado en un río de la región de Moscú, ya que su rápida corriente queda impresa en la estructura congelada de los bloques. Para crear las esculturas que ocupan una superficie de 500 metros cuadrados, se han utilizado 800 toneladas de hielo y 200 toneladas de nieve.
Los organizadores decidieron no poner límites a la imaginación de los participantes en el proyecto, por lo que le dieron a la exposición un título tan amplio como “El universo de hielo”. Aquí se pueden encontrar figuras de los más variadas: Pegaso, personajes de dibujos animados sobre el espacio, las carpas de los chukchi y belenes navideños, el esqueleto de un dinosaurio, un salón con una chimenea, flores reales congeladas y enormes insectos de hielo. Además, para la gente que prefiera hacer algo con sus propias manos en vez limitarse a admirar los trabajos de los demás, existen talleres. Bajo la supervisión de un profesor y tan sólo en media hora, los principiantes podrán recortar un pez de hielo con una sierra eléctrica y un escoplo. No es posible llevarse el pez a casa, pero las emociones positivas siempre permanecen.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: