Comienza la carrera presidencial

Foto de Reuters/Vostock-photo.

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Hay cinco candidatos en las elecciones presidenciales de Rusia: dos veteranos de la política, Vladímir Zhirinovski y Guennadi Ziugánov; el relativamente poco experimentado Serguéi Mirónov, líder del partido “Rusia Justa”; el multimillonario y novato en política Mijaíl Prójorov y Vladímir Putin, con muchos años en el poder a sus espaldas. Zhirinovski y Ziugánov son unos conocidos miembros de la oposición que desde hace veinte años se pronuncian contra el partido que esté en el poder. Por su parte, Mirónov ha sido percibido hasta ahora como el “líder de la oposición creado por el Kremlin”, y sólo Prójorov sigue siendo una figura algo desconocida.

A día de hoy, todos los candidatos han superado el procedimiento de registro y han presentado sus programas. Algunos incluso han explicado cómo sería su gobierno en caso de que llegasen al poder.

El más excéntrico

La perseverancia es una característica de Vladímir Zhirinovski. Nadie se ha presentado tantas veces como él a las elecciones presidenciales. El líder del Partido Demócrata Liberal (LDPR) presenta su candidatura al cargo de jefe del estado por quinta vez, sin haber reunido hasta ahora ni una décima parte de los votos. Pero los intentos fallidos no parecen asustar a Zhirinovski. Durante dos décadas este político ha mantenido una postura de opositor radical que defiende los intereses de las clases sociales más desfavorecidas. Sus campañas electorales se basan en las prestaciones sociales, las pensiones, la educación y en la defensa de los derechos de los trabajadores. Para estas elecciones presidenciales ha prometido que, en caso de victoria, llevará a cabo una amnistía a gran escala y prohibirá despedir a los jubilados. El lema de su campaña presidencial es: “Zhirinovski, o será peor”.

Sin embargo, se le conoce principalmente por ser el miembro más excéntrico de la arena política. En todos estos años, el líder del LDPR ha atraído la atención del público de las formas más diversas. Ha utilizado palabras malsonantes, ofensas a los oponentes (y a veces a los electores) durante los debates electorales, numerosos recursos judiciales… Su nombre aparece habitualmente en las pantallas de televisión y en las páginas de los periódicos. Y aunque mucha gente de a pie lo considera una especie de “bufón”, los especialistas lo ven como un político profesional.

Vladímir Soloviov, presentador de numerosos programas políticos y debates televisivos, habla de Zhirinovski de esta manera: “En realidad, es mucho menos expresivo de lo que piensa mucha gente. Nunca he visto a Vladímir presentarse a una emisión sin estar preparado. Siempre lo tiene todo pensado hasta el último detalle. Tiene en cuenta la fecha y quien será su oponente. Siempre estudia la opinión pública e intenta entender el por qué de las cosas”.

El símbolo del “pasado feliz”


Si en algún sitio hay elecciones, allí aparecen los comunistas. Esta regla se cumple en Rusia desde hace años. La cara principal del Partido Comunista de Rusia (KPRF) es Guennadi Ziugánov. Se trata de la única fuerza de la oposición, que en los últimos veinte años, ha tenido una oportunidad real de ganar las elecciones presidenciales. Fue en 1996, cuando Borís Yeltsin superó a Guennadi Ziugánov en la segunda vuelta con bastantes dificultades. En las elecciones parlamentarias ocupa tradicionalmente el segundo lugar, detrás del partido en el poder. El electorado de Ziugánov lo componen sobre todo miembros de la generación más mayor, que siguen teniendo nostalgia por la época soviética.

El programa de los comunistas se diferencia poco de los programas de los partidos análogos en otros países. Prometen puestos de trabajo, el renacimiento de la industria, la mejora de la calidad de vida de campesinos y obreros y la reducción del papel del gran capital en la vida económica y política del país.

Sin embargo, los expertos admiten que en estos veinte años Ziugánov no ha llegado a convertirse en un opositor realmente fuerte. “Siendo el líder de la oposición, no ha perdido las características típicas de un funcionario soviético”, señala el catedrático de la Universidad Europea de San Petersburgo, Grigori Gólosov. “En primer lugar, tiende hacia el compromiso e intenta cumplir siempre todas las reglas, incluso si la otra parte las infringe descaradamente”. Según el comentarista político Oleg Kashin, esta estrategia es la que ha permitido adaptarse de manera idónea al sistema político existente, e incluso llegar a convertirse en uno de sus pilares.    

Opositor pro-Kremlin


Los expertos tampoco le dan mucho crédito a Serguéi Mirónov, líder del partido Rusia Justa. En los seis años que han pasado desde su fundación, Mirónov y su equipo no han llegado a quitarse de encima la sospecha de que son una “oposición de bolsillo”, es decir, creada en el Kremlin. Mirónov ha declarado varias veces que apoya el rumbo marcado por Vladímir Putin aunque no comparte la política del partido gobernante, Rusia Unida. “Muchos electores recuerdan esta ambigüedad. Es algo que los electores no entienden”, considera Valeri Jomiakov, director general del Consejo para la Estrategia Nacional.

“La gente se da cuenta de que una persona que 'ha abierto los ojos' de repente, como ha hecho Mirónov, no puede considerarse un opositor real”, confirma el politólogo Dmitri Travin. “En las elecciones parlamentarias obtuvo algunos votos porque otros partidos no fueron admitidos y no pudieron participar en las elecciones, pero con eso no basta para convertirse en un verdadero líder del movimiento opositor”.

Mirónov es el candidato a la presidencia del que menos se sabe. Además, según los politólogos, a su programa le falta concreción. Aún así, ha sido capaz de atraer la atención de algunos electores durante la carrera electoral. Después de las acciones de protesta en Moscú, el candidato declaró que en caso de ganar las elecciones “estaría dispuesto a convertirse en un presidente temporal, llevar a cabo las reformas políticas necesarias, iniciar reformas económicas y sociales, y dimitir voluntariamente no más allá de diciembre de 2013, de cara a organizar unas nuevas elecciones presidenciales en marzo de 2014”.

El misterioso multimillonario

Mijaíl Prójorov es el único candidato en la lista que no dispone de partido propio y es, por lo visto, el más pintoresco de los candidatos. Se trata de uno de los empresarios más exitosos de Rusia, carece de experiencia en el campo político, pero cuenta con un perfecto conocimiento de la realidad empresarial. Prójorov no se parece a ninguno de sus competidores. Incluso físicamente, ya que mide cerca de dos metros.

Los temas clave de su programa también pueden provocar asombro en muchos habitantes del país. Tiene intención de desarrollar la pequeña y mediana empresa, elevar el nivel tecnológico de la industria y luchar contra los sobornos de todo tipo, mientras que la ausencia de promesas relacionadas con las pensiones y con los salarios da a entender que el electorado principal de Prójorov no son las capas sociales más desfavorecidas, sino la clase media y las personas que han participado en las acciones de protesta después de las elecciones de diciembre. A los obreros y a los trabajadores del sector público, el multimillonario Prójorov les resulta, sin duda alguna, una persona ajena.

Sin embargo, los expertos dudan de que los “indignados” apoyen al empresario, porque muchos siguen dudando de su independencia como candidato. “Una persona que tiene tanto dinero siempre depende mucho de las autoridades”, dice convencido Serguéi Mitrojin, presidente del partido Yábloko que se quedó a las puertas del Parlamento. Entre otras cosas, a Prójorov le perjudica su participación en el partido Causa Justa, que muchos consideraban un proyecto del Kremlin. (Formó parte del partido desde abril a septiembre del año pasado). Sin embargo, según el comentarista político de Kommersant, Stanislav Kúcher, el empresario es capaz de superar esta imagen. “No importa cómo empezó todo, en un momento dado Prójorov puede empezar a llevar a cabo un juego completamente independiente, aunque sólo sea porque es evidente que el riesgo le gusta más que el dinero”, considera Kúcher. “En este caso, tendría que dejar de ser un 'oligarca dirigido' para renacer, nunca mejor dicho, como alguien que no sólo es capaz de arriesgar su capital”. 

En nombre de la estabilidad

El nombre de Vladímir Putin será el último en las papeletas de las elecciones de 2012, pero tanto los politólogos como las encuestas lo consideran el candidato con más opciones a la presidencia. La mejor baza de Putin son sus méritos del pasado. El actual primer ministro llegó al poder en una época turbulenta para Rusia, a finales de los años noventa. En aquellos tiempos el crimen organizado reinaba en el país, se repartían la propiedad, había una guerra en el Cáucaso y los atentados terroristas se habían convertido en algo habitual. En aquel momento Putin, un extrabajador de los servicios de inteligencia y clásico representante de las fuerzas del orden público, fue percibido por la población como la mejor solución a todos los problemas.

Hoy en día la imagen de Putin no ha cambiado mucho. Se presenta a las elecciones como un político seguro de sí mismo, con buenas relaciones, mucha experiencia en dirigir el país y con un fuerte aparato administrativo detrás. Su campaña electoral se basa en la tranquilidad, la estabilidad y el desarrollo a través de una evolución paulatina. Sin embargo, es precisamente este leitmotiv el que podría provocar el rechazo de una parte importante del electorado, empezando por la clase media.

“La nueva generación no entiende por qué Putin resulta imprescindible para la estabilidad”, señala el director del Centro de Investigación de la Sociedad Postindustrial Vladislav Inozémtsev. “Esta gente evoluciona muy rápidamente, no se acuerda de los tiempos  difíciles, así que las constantes alusiones de Putin a lo mal que se vivía en los años 90 no les causan ningún impacto”. Según el experto, actualmente “los  rusos con buena formación se interesan por la política, pero lo único que promete Putin a esta gente son salarios más altos y grandes oportunidades de crecimiento profesional”. Sin embargo, se desconoce el peso que esta nueva parte del electorado tendrá en las urnas y si sus intereses son compartidos por la mayoría de los rusos.

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