Foto de archivo.
Salimos de Yaroslavl y pienso involuntariamente qué es lo que nos espera en Viátskoye, si ya estamos en una ciudad Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Estamos acostumbrados a que los turistas viajen atraídos por monasterios y casas-museo de escritores, pintores y músicos, pero no por pueblos, tan numerosos en nuestro país. Sin embargo, al llegar uno se da cuenta inmediatamente de lo maravilloso que es el sitio que acaba de descubrir.
El salvador, un empresario
Viátskoye es un museo al aire libre, la primera mención de este pueblo data de 1502. Tras 510 años de existencia ha quedado prácticamente desierto. La historia de su reconstrucción, o de hecho, su nueva vida en calidad de atracción histórica y cultural, comenzó hace muy poco, en 2006, cuando el empresario Oleg Zhárov y su mujer Larisa decidieron buscar casa en un sitio tranquilo no muy lejos de Yaroslavl, para poder trasladarse fácilmente en automóvil. Cuando habían perdido toda esperanza de encontrar algo, encontraron en un catálogo de inmobiliaria una casa de mediados del siglo XIX. La compraron aunque eran perfectamente conscientes de que habría que invertir mucho para acondicionarla. Al cabo de medio año empezaron a explorar sus alrededores. Andréi Konoválov, empleado del complejo turístico, afirma: “El empresario Zhárov quería una vida tranquila y apacible, pero se dio cuenta de que habría sido presuntuoso disponer de este lugar sólo para él”.
El Museo de la Empresa Rusa, abierto en 2008 en casa del comerciante Gálochkin, es el más importante del pueblo. Trata de la vida cotidiana de un “pueblo que quería ser ciudad”, según la denominación alternativa del propio museo. A la entrada los visitantes encuentran la escultura de un “emprendedor campesino de Yaroslavl”, tal es el epíteto con el que Nikolái Gógol se refirió a uno de los personajes de su novela “Almas muertas”. El famoso escritor decimonónico escribió: “Todos los de Yaroslavl son guapos. El pelo castaño claro, cien rublos; la cabeza impetuosa, mil rublos; el hombre en sí, no tiene precio”. Esta reputación se debía a que muchos campesinos de la ciudad pasaban dos tercios del año en San Petersburgo y Moscú. Iban allí a ganarse la vida para trabajar de techadores, estufistas, estucadores o modeladores, ya que en su región había pocas tierras.
El segundo salvador, el museo
Entre los objetos expuestos en el museo objetos domésticos: una lavadora de principios del siglo XX, con la estructura principal hecha de roble, cajas musicales, gramófonos, un fonógrafo de Thomas Edison, ruecas, máquinas de coser Singer, chimeneas adornadas, relojes, etc. La mayoría de estos objetos los han donado habitantes del pueblo. Los empleados del museo permiten a los visitantes poner en marcha la caja musical o tocar el armonio. Una de las vitrinas está dedicada a un fotógrafo local: contiene una cámara de finales del siglo XIX y fotos de Viátskoye y sus habitantes de aquella época, entre las cuales se encuentra un retrato del bisabuelo de la guía del museo, Nina Máltseva. Nina nació en Viátskoye y a lo largo de los últimos diez años se ha dedicado a estudiar su historia. Cuenta que la idea de convertir este pueblo en un complejo histórico y cultural surgió a principios de los años 90 entre los trabajadores de los museos de Yaroslavl y sus alrededores. El pueblo también es notable por las dos iglesias que se construyeron en el siglo XVIII: el Templo de la Resurrección de Cristo, erigido en 1750 con dinero de los campesinos, y la Iglesia de la Asunción, treinta años más tarde, con dinero de un comerciante local. En ambas iglesias se conservan iconos de la segunda mitad del siglo XVIIIy del primer tercio del XIX.
Un ángel, el tercer salvador
El museo más reciente del complejo es el dedicado a los ángeles, abierto recientemente, en verano de 2011. Está dedicado a la hazaña de Piotr Telushkin, un campesino de Viátskoye que trabajó de techador en San Petersburgo. En 1830, Telushkin propuso reparar sin andamios el ala de una veleta en forma de ángel en la aguja de la Fortaleza de Pedro y Pablo. El minucioso trabajo duró seis semanas y la veleta quedó restaurada con éxito. En aquellos años la hazaña del campesino dio mucho que hablar en toda la capital, hasta el punto de que el campesino llegó a ser recibido y galardonado por el Emperador. El museo dedicado a Telushkin es de especial interés para los niños: pueden descubrir quiénes son los ángeles, ver dibujos animados sobre el tema, probarse sus alas y admirar numerosas figuritas de ángeles procedentes de colecciones privadas.
También hay otros museos en el pueblo en los que es posible conocer detalles de la vida cotidiana de los campesinos comerciantes de Viátskoye, ver cómo se preparaban los pepinillos encurtidos para la venta, probarlos y también beber el licor local, e incluso ponerse a vender objetos en la tienda del museo junto con uno de sus empleados, el actor Yasha.
Fincas de comerciantes que aguardan a los turistas
Además de cinco museos, en Viátskoye hay tres hoteles con un total de 120 plazas, unos baños públicos y una pileta en la que uno puede sumergirse en el agua procedente del manantial Yerektanski. Ésta goza de una especial popularidad durante la noche de Epifanía: sólo en 2011 recibió la visita de 5.000 personas con motivo de esta celebración.
Las antigüedades no sólo están en los museos, sino también en los hoteles. Los edificios del antiguo hospicio y la posada se han convertido en acicalados hoteles. Las habitaciones son limpias y modernas, algo que, para ser sinceros, no se espera encontrar a 32 kilómetros de Yaroslavl y a 300 de Moscú. Papel pintado al estilo antiguo, una nota histórica sobre la región de Danílovo en la pared y una cabina de ducha moderna: he aquí el desarrollo del turismo local en su mejor versión.
Según los pronósticos, las inversiones del complejo histórico y cultural de Viátskoye se recuperarán en siete años. Pregunto a Larisa si teme una marea de turistas: “Sería genial, pero de momento no es el caso. Sin embargo, en general los datos son buenos: la ocupación hotelera alcanzó el 64% durante la temporada anterior. El complejo es bastante joven, llevamos trabajando así desde hace poco más de un año. Primero fue el museo, luego siguieron el restaurante y el hotel”.
Lo que ocurre en Viátskoye no es sólo una obra de beneficencia. Ahora, además de crear museos y negocios hoteleros, la empresa de Oleg Zhárov se dedica a adquirir residencias de antiguos comerciantes locales, normalmente se encuentran en ruinas. Las reconstruye y las equipa con comodidades modernas. Posteriormente las vende a aquellos que estén interesados en tener una finca de estas características en el campo. Los nuevos propietarios tienen la obligación de conservar el aspecto exterior del edificio, si se trata de un monumento histórico.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: