Inversión europea en Rusia: la paciencia da sus frutos

Dibujo de Aléxei Yorsk

Dibujo de Aléxei Yorsk

A veces la historia se repite, no solo en las palabras, sino también en los hechos. En 2008, en plena recesión global, los líderes rusos afirmaban que el país seguiría siendo “una isla de estabilidad”, como si los precios del petróleo a nivel mundial dependieran del Kremlin y no de Wall Street. Los medios de comunicación occidentales, e incluso el el Foro Económico Mundial reunido en Davos, informaban entonces de que existían buenas perspectivas para la economía rusa. Sin embargo, en 2009 el precio del petróleo cayó a 61,8 dólares el barril y el PIB del país se contrajo en un 7,8%.  

Según los últimos cálculos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el PIB ruso aumentará este año un 4%, mientras que el año próximo su crecimiento será ligeramente superior, alrededor de un 4,1%. Si las estimaciones de la OCDE son acertadas, estamos ante un un dato positivo, sobre todo si lo comparamos con el PIB la Eurozona, cuya previsión de crecimiento es del 1,6% para este año y de un ínfimo 0,2% para el año próximo.

 

Nadie sabe cómo reaccionará el mercado petrolero ante la actual recesión global; del mismo modo, nadie sabe tampoco cómo se comportará en 2012 la economía rusa, afectada por el precio del petróleo. Sin embargo, todo parece apuntar a que, a pesar de la inestabilidad mundial, Rusia seguirá siendo un destino atractivo (aunque arriesgado) para la inversión extranjera directa (IED). Y la Unión Europea, golpeada por la crisis, será la fuente principal de estas inversiones. Según una encuesta realizada por la Asociación de Empresas Europeas en Rusia (AEB) y el Instituto de Estudios de Mercado, el 72% de las empresas encuestadas aumentaron sus inversiones en 2011 y afirmaron que eran optimistas con respecto sus negocios en Rusia en 2012. Aunque la crisis europea podría repercutir en un crecimiento más lento, hasta ahora la situación económica en Rusia ha permanecido estable, según el Dr. Frank Schauff, presidente de la AEB.

 

“Las empresas asociadas a la AEB son empresas de éxito en prácticamente todos los sectores de la economía. Ahora están interesadas en diferentes campos, no solo en los mercados energéticos, como solía ocurrir a finales de los años 90, sino también en una amplia gama de sectores industriales”, afirmó Schauff.

 

El optimismo de las empresas europeas acerca de los negocios rusos viene confirmado por el impacto macroeconómico bilateral. La UE es el socio comercial más grande de Rusia, y Rusia es el tercer socio más grande del bloque económico europeo, por detrás de Estados Unidos y China. El comercio con la UE supone el 52,3% del volumen total de comercio exterior y el 75% de la IED, que ahora supera los 100.000 millones de dólares. El increíble crecimiento del intercambio económico entre la UE y Rusia en la última década se vio interrumpido por la recesión de 2008-2009, pero se recuperó rápidamente en 2010, sobre todo por las diferencias en las estructuras de comercio. El año pasado, las importaciones desde Rusia fueron principalmente productos combustibles (entre los que destaca el gas natural, un 75,5%) y otras materias primas, mientras que las exportaciones de la UE a Rusia estuvieron más diversificadas.

 

Entre los inversores estratégicos con más éxito en Rusia cabe destacar a las empresas de automoción. Según el Comité de Fabricantes Automovilísticos de la AEB, las ventas de automóviles nuevos y vehículos comerciales ligeros creció en Rusia un 30% en 2010 y cerca del 40% en 2011. Casi la mitad de los 2,6 millones de vehículos vendidos en Rusia este año y de los 2,8 millones de unidades que se espera vender en 2012 son modelos europeos. La importancia de la IED para la industria automovilística rusa viene subrayada por el hecho de que nueve de los diez modelos más vendidos son producidos o fabricados ahora en Rusia.

 

Las empresas europeas de equipamiento para la construcción también han visto cómo se han recuperado sus negocios en Rusia tras la caída de 2009. La construcción de viviendas, de oficinas e industrial, así como los proyectos de desarrollo de infraestructuras, están despegando de nuevo en Rusia. David Hill, presidente del comité de equipos de construcción de la AEB, piensa que, aunque es difícil hacer predicciones para 2012, si continúa la tendencia positiva actual, seguirá habiendo crecimiento, aunque a un ritmo mucho más lento.

 

La creciente demanda de vehículos y nuevas viviendas apunta a una ventaja importante del mercado de consumo ruso (un consumo en alza gracias a los elevados salarios) frente al de otras economías emergentes, como China. Sin embargo, al mismo tiempo, según el Dr. Schauff, presidente de la AEB, a muchos inversores europeos les parece más difícil trabajar en Rusia que en otros países emergentes debido a la corrupción, al férreo control administrativo y a la escasez de trabajadores cualificados, entre otros problemas.

 

Desde principios de siglo se han venido llevando a cabo una serie de proyectos con vistas a estrechar relaciones entre la UE y Rusia. La idea de un Espacio Económico Europeo común iniciada en 2002 era muy ambiciosa, siendo la Asociación para la Modernización la versión más reciente. Sin embargo, independientemente de cuál sea el plan que aprueben o rechacen Bruselas y Moscú, este solo tendrá éxito si es implementado a nivel microeconómico por empresas europeas y rusas. En definitiva, son los empresarios los que ponen en marcha la maquinaria cuando no se ven limitados por la burocracia, las barreras aduaneras u otros obstáculos. Un clima empresarial favorable es fundamental para las firmas pequeñas y medianas que, al contrario que las grandes, no disponen de la influencia administrativa y financiera para llevar a cabo negocios en Rusia.

 

Avril Conroy, una veterana empresaria rusa y presidenta del Club Empresarial Irlandés, en un discurso reciente pronunciado ante los miembros de la AEB y que versó sobre los retos y factores de éxito primordiales a la hora de hacer negocios en Rusia, señalaba algunos elementos fundamentales para las pequeñas y medianas empresas en Rusia. Admitía que Rusia no es un país en el que resulte fácil hacer negocios, a menos que se reúna la suficiente información antes de entrar en el mercado, se aprenda el idioma, se tanteen las posibilidades de contacto con socios locales, y que uno se vuelque con el proyecto. Según Conroy, la principal garantía de éxito en este país es la paciencia.

 

La creciente inestabilidad política en Rusia, junto con los decepcionantes resultados del partido en el poder, Rusia Unida, el pasado 4 de diciembre en las elecciones a la Duma, así como las posteriores protestas y la incertidumbre que rodea los comicios presidenciales de marzo, ya han tenido como consecuencia un aumento en la salida de capital. Según algunos análisis, la fuga de capitales de este año podría haber superado los 90.000 millones de dólares. Pero aquellos que se marchan deberían aprender de las empresas que abandonaron Rusia en 1998: cuando la economía rusa inició su recuperación, los que se habían ido tuvieron que partir de cero para reiniciar sus operaciones comerciales.

 

La economía rusa ofrece demasiadas oportunidades sin explotar en una amplia gama de sectores, y ningún empresario que busque unos buenos beneficios en inversiones a largo plazo puede perderse la oportunidad de explorar este mercado. La inestabilidad política y económica va y viene, pero la paciencia siempre da sus frutos.

 

Félix Goriunov es un periodista financiero que trabaja en Moscú y que lleva más de 30 años informando sobre la economía mundial y el comercio internacional.

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