Una embajadora, una matemática y un revolucionario que reflexionan sobre la sociedad de su tiempo y sobre su trayectoria vital… repasamos tres relevantes libros tejidos en la “ficción biográfica”.
Estas obras son:
- “El amor de las abejas obreras” de Alexandra Kollontai (Alba editorial).
- “Una nihilista” de Sofia Kovalévskaya (Editorial Maldoror).
- “Cómo empezó todo” de Nikolái Bujarin (Pre-Textos).
El amor de las abejas obreras
“Me imagino que lo más chocante para usted será que haya tenido relaciones con algunos hombres simplemente porque me han gustado, aunque no estuviera enamorada de ellos. Pero fíjese: para enamorarse hace falta tener tiempo libre. He leído suficientes novelas para saber que para enamorarse hay que gastar mucho tiempo y mucha energía. Y yo no tengo tiempo.”
Así habla una de las protagonistas de “El amor de las abejas obreras”, y así debió de ser el carácter de Alexandra Kollontai a tenor de las crónicas sobre su actitud lúdica y sus hazañas políticas.
“El amor de las abejas obreras” de Alexandra Kollontai (Alba editorial).
Kollontai fue pionera en numerosos aspectos; Representante diplomática de la Unión Soviética en Noruega, Méjico, Suecia y la Sociedad de Naciones entre 1923 y 1945, aparece en los libros de historia como la primera mujer acreditada oficialmente como embajadora.
Además, sus decisiones en materia sexual y familiar no sólo resultaron escandalosas en el medio burgués del que procedía, sino incluso en bolchevique, tanto que la película Ninotchka (1939, dirigida por Ernst Lubitsch y protagonizada por Greta Garbo) está basada en su vida.
Su repetida demanda de aprobación del aborto y de facilitación del divorcio, además de su promiscuidad y difusión del amor libre (tenía una manifiesta inclinación por los hombres más jóvenes que ella), le crearon bastantes enemigos entre sus camaradas revolucionarios. Kollontai tampocó calló sus críticas a la paz de Brest-Litovsk y a la NEP promulgada por Lenin, por lo que fue perdiendo peso dentro del comité central del partido hasta que en 1923 marchó a Noruega como embajadora.
El alejamiento le permitió sobrevivir a las purgas de Stalin (en 1940 sólo quedaban ella y Jossif Ilarionovich del primer comité central del partido); además puso tierra de por medio con su problemático marido Pável Dybenko (17 años más joven que ella).
La actuación de Kollontai en Suecia fue particularmente eficaz, ya que en los años 30 contrarrestó la influencia de la Alemania Nazi en Escandinavia, favoreciendo la neutralidad sueca durante la guerra. Además, participó en las negociaciones de paz entre la URSS y Finlandia, por lo que fue nominada al premio Nobel de la paz.
Su madre, Aleksandra Masalina-Mravínskaya era de origen finés, y su padre, el general Mijaíl Domontóvich, desempeñó un destacado papel en la guerra ruso-turca (1877-1878). Kollontai recibió una esmerada educación, se casó en 1893 con un ingeniero polaco y tuvo un hijo en 1894, pero no quiso conformarse con el destino de madre y esposa acomodada.
En 1896 rompió su matrimonio y comenzó a colaborar en la organización de huelgas obreras. Poco después dejó su hijo a los abuelos, y partió a Suiza para ampliar sus estudios en historia y economía. Intervino en los movimientos revolucionarios de 1905 junto a los mencheviques, y en 1908 fue ordenado su arresto, por lo que tuvo que escapar al extranjero hasta 1917.
Los tres relatos que componen “El amor de las abejas obreras” fueron escritos entre 1922 y 1923; el texto refleja una extraordinaria visión de la sociedad post-revolucionaria, exponiendo abiertamente las frustraciones políticas a través de las relaciones humanas, además de manifestar una original visión de los sentimientos femeninos y estar escrita con mucha fuerza narrativa.
Una nihilista
También Sofía Kovalévskaya fue una mujer excepcional. Hija del general ruso Vasili Korvin-Krukovski, y nieta del astrónomo alemán Fiodor Schubert, aparece como la primera mujer en conseguir el premio Bordin de matemáticas (1888) otorgado por la academia de las ciencias de París.
Sello ruso homenaje a Kovalevskaya
De acuerdo con Walter Gratzer (autor del libro “Eurekas and Euphorias”): “Fue una matemática de gran talento. Su nombre aparece en los libros de texto actuales y en el teorema de Cauchy-Kovalevski sobre ecuaciones diferenciales, además, hizo importantes contribuciones a la mecánica y la física, especialmente a la teoría de la propagación de la luz en sólidos cristalinos”.
Sin embargo, más que una sobria científica su vida se asemeja a una extraña novela romántica decimonónica. Para poder ir a la universidad orquestó un matrimonio de conveniencia con Vladímir Kovalevski, y con 18 años partió a Alemania donde realizó sus estudios superiores completos (primera mujer en obtener un doctorado en matemáticas). Para poder liberarse de la tutela del padre se hizo común en aquella época el “matrimonio blanco”, que consistía en encontrar un hombre que accediera a casarse sin consumar el matrimonio.
La guerra de Crimea, la emancipación de los siervos, la comuna de París… estamos hablando de un “mayo del 68” ruso, un periodo de liberalización y rebeldía marcado por la actividad de los “nihilistas”. Este movimiento se oponía a todo lo que representaba la sociedad rusa tradicional, cuestionando todas las formas de autoridad y exigiendo la destrucción del viejo orden como una opción para el cambio político. Así, frente al orden social pre-establecido abogaban por la idea de progreso, anteponían la ciencia a la superstición, se definían como ateos y proclamaban la igualdad de sexo frente a la familia patriarcal.
Como hija de familia adinerada, Sofia vivió de cerca los cambios sociales de la época y cuando volvió de Alemania inició su actividad dentro del movimiento nihilista, siendo especialmente activa en la lucha por la emancipación de las mujer y por el acceso a la educación como un derecho.
Sin embargo, Kovalévskaya no pudo disfrutar del prestigio y reconocimiento que acabaría por conseguir, ya que con 41 años (1891) murió de neumonía en Estocolmo. Sus últimas palabras fueron “demasiada felicidad”.
El libro “Una nihilista” es una muy grata sorpresa; el texto coge a su lector de la mano y no le suelta hasta el final. Además, ofrece una visión muy certera del ambiente de la época, de las frustraciones, idealismos y pasiones de la sociedad rusa decimonónica, todo ello contado a través del diálogo entre dos mujeres adineradas.
Cómo empezó todo
Nikolái Bujarin inició su actividad política en el movimiento estudiantil de la Universidad de Moscú, junto a su amigo Ilia Erenburg en 1905. Fue encarcelado en 1911, y deportado a Arjángelsk, de dónde escapó, exiliándose en Hannover. Allí completó sus estudios, conoció a Lenin y comenzó a escribir para el diario Pravda. Presente en los órganos de poder tras la revolución de 1917, Bujarin acabó convirtiéndose en el principal teórico del bolchevismo y publicó junto a Yevgeni Preobrazhenski “El ABC del comunismo”.
“Cómo empezó todo” de Nikolái Bujarin (Pre-Textos).
Tras la muerte de Lenin, Bujarin apoyó la estrategia de “socialismo en un solo país” liderada por Stalin –frente a la revolución permanente de Trotski. Miembro del politburó y presidente de la Internacional Comunista, Bujarin se hizo fuerte en Leningrado, además de controlar las principales publicaciones periodísticas del momento.
Su activa defensa para la extensión de la NEP (política económica intervencionista que dejaba espacio a iniciativas privadas: “enriqueceos vosotros mismos”), y su intento de contrarrestar la acumulación de poder en las manos de Stalin le llevó a caer de la elite de poder y perder influencia. No obstante, en 1934 reapareció públicamente como editor del diario Izvestia, puesto que ocupó hasta su detención en 1937.
Entre el día de su arresto (27 de febrero de 1937), y de su ejecución (15 de marzo de 1938), escribió una novela inacabada que tituló “Cómo empezó todo”. El texto fue escrito como una especie de autobiografía y relata la vida del autor durante su infancia y adolescencia.
El valor de la novela puede ser apreciado en dos niveles: el literario, en una historia de descubrimientos personales (pobreza, belleza, naturaleza, literatura…) y conflictos generacionales en una sociedad autoritaria. Además, el valor documental también es remarcable, ya que uno de los líderes revolucionario narra cómo fue su toma de consciencia, escribiéndola desde la decepción, a contrarreloj y en la Lubianka.
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