Los Satélites de los Faraones

Representación cosmogónica sobre papiro. Los gemelos Nut y Geb (la tierra) aparecen junto con su padre Shu (el aire). Mientras Geb se postra a sus pies, Nut se arquea sobre su cabeza con el cuerpo cubierto de estrellas.

Representación cosmogónica sobre papiro. Los gemelos Nut y Geb (la tierra) aparecen junto con su padre Shu (el aire). Mientras Geb se postra a sus pies, Nut se arquea sobre su cabeza con el cuerpo cubierto de estrellas.

Poco imaginaban los soberanos de la civilización egipcia que algún día aparatos creados por los seres humanos compartirían el espacio con Ra, Sopdet, más conocida por su nombre griego de Sothis -nuestra estrella Sirio- o la diosa del cielo Nut. Que nombres como GPS o GLONASS compartirían protagonismo con sus veneradas deidades celestes. Sin embargo, sí vieron la necesidad y utilidad del conocimiento astronómico para diferentes actividades sociales. No en vano Heródoto, en sus Historias, cita a los egipcios como “los primeros de todos los hombres que descubrieron el año, y decían que lo hallaron a partir de los astros” (Heródoto, Historias II-4).

Tanto es así que una de las ciencias que se usan para desentrañar los misterios de la civilización egipcia es la Arqueoastronomía, una disciplina a caballo entre la Arqueología y la Astronomía cuyo objetivo es conocer la relación que tuvieron las sociedades pasadas con el espacio celeste a partir de datos arqueológicos, históricos, etnográficos, etcétera.

En los estudios de este tipo cobran, cada vez más, relevancia los Sistemas de Posicionamiento Global por Satélite (GNSS) de los que forman parte el sistema estadounidense GPS, el futuro sistema europeo GALILEO y la apuesta de la Federación Rusa GLONASS (ГЛОбальная НАвигационная Спутниковая Система).

El sistema ruso surge como sustitución del sistema doppler TSIKADA desarrollado dentro de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y, al igual que el sistema estadounidense, impulsado por intereses militares.

El pasado (a la izquierda, satélite del sistema TSIKADA) y el futuro (a la derecha satélite GLONASS-M) de GLONASS

El primer paso importante comenzó con la colocación del primer satélite de un total de 24 que conforman la constelación satelital el 12 de Octubre de 1982 y se dio por completada en 1995. Su finalización corrió serio peligro con el colapso económico de la antigua URSS, y hubo que esperar hasta el año 2001 en el que se decidió de nuevo su puesta en marcha. Sin embargo, hoy en día –como puede leerse en este mismo medio–  el sistema GLONASS es una de las prioridades para la agencia espacial rusa y según declaraciones de V. Popovkin, director de Roscosmos, se prevé elevar hasta 30 el número de satélites de la constelación GLONASS para el 2015.

Sin duda, grandes noticias para los usuarios finales a los que nos permitirán seguir disfrutando de un acceso gratuito, ilimitado y libre de las distorsiones selectivas que posee el sistema GPS.  Gracias a la aparición del nuevo sistema y al mayor número de satélites disponibles la señal se ha visto reforzada y estabilizada a latitudes altas y la precisión ha mejorado entre un 15 y un 30%, dependiendo de la latitud en la que hagamos la medida.

Ya no sorprende a nadie montar en un coche con un receptor de GPS, ver un mapa en tiempo real con la posición de una flota de camiones de reparto u oír en un medio de comunicación la realización de un salvamento gracias a la triangulación de la señal GPS. La ciencia no es una excepción, es cada vez más relevante la presencia de los GNSS, y en particular, en aquellas ramas científicas en las que los datos geográficos son importantes. Este es el caso de la Arqueoastronomía.

Pero volviendo a Egipto, uno de los problemas que en Arqueología se presenta con más frecuencia es la datación. Como es obvio, es de gran importancia en cualquier contexto arqueológico y especialmente en el caso egipcio debido a que puede ser utilizado para datar otras culturas del Próximo Oriente. No podemos olvidar el sincronismo y contemporaneidad que muchas culturas han tenido con la egipcia.

La obra del sacerdote ptolemaico Manetón nos proporciona una lista con la cronología de los reyes de Egipto, lo que nos arroja una cronología relativa bastante aceptable. Sin embargo, la lista de Manetón tiene huecos y faltan algunas duraciones de reinados, ello unido a diferentes corregencias y a que los egipcios comenzaban los años con el reinado de un faraón (año 2 de Hatshepsut, año 4 de Tutankamon,…), no permite una cronología absoluta en ningún caso.

El uso de los métodos clásicos de datación como el C14 y la dendrocronología no hacen más que, en el mejor de los casos, confirmar las fechas que teníamos de mano de Manetón y en el caso del C14 solo tenemos una resolución de ± 50 años, siendo en este caso de poca utilidad.

Sacerdotes egipcios realizando medidas astronómicas

La solución nos la proporciona un documento egipcio y la, ya comentada, querencia por los conocimientos astronómicos egipcios. En el documento se habla de que la fecha de la muerte del faraón Psamético I coincidió con un eclipse solar completo visible en Menfis. La astronomía nos permite conocer con exactitud el año en el que se produjo, que no es otro que el 610 a. C.

Por sí solo este dato nos solucionaría el problema -salvo por los huecos en la lista de reyes- de la datación absoluta, sin embargo existen otros problemas para ello. Nuestro calendario que, salvo por unas pocas reformas, es prácticamente el mismo que el egipcio corrige el desfase de un cuarto de día que se produce cada año respecto al movimiento solar real, esta corrección no era realizada por los egipcios cuyos comienzos de año debían coincidir con la primera salida de la estrella Sothis (Sirio) por el horizonte, también llamado orto helíaco. Este desajuste hacía que cada cuatro años el orto helíaco se retrasara un día y 1 año completo en 1.460 años, dando lugar al ciclo sothíaco.

También existe una componente geográfica local, el orto helíaco depende de la situación topo y geográfica del observador. Aunque se conoce que hubo una casta especializada de sacerdotes encargados de las medidas astronómicas, a partir de las cuales se decidía el comienzo del año, la ciudad donde se realizaban fue cambiando a lo largo de la historia de la civilización egipcia.

Toma de datos GPS en Arqueología (Abadía de Byland, Inglaterra)

La componente geográfica del problema se verá paliada en gran medida por los  actuales sistemas GNSS que nos permiten tener medidas de puntos sobre el terreno con una precisión incluso por debajo del centímetro. Podrán corroborar desde qué ciudades y cuando fueron hechas las medidas de comienzo de año egipcio, así como una mejora en la precisión de la datación de la cultura egipcia.  Conjuntamente, en Arqueoastronomía, se está empezando a aplicar los Modelos Digitales de Elevación actuales y las Infraestructuras de Datos Espaciales (IDEs) que abren unas posibilidades hasta hace pocas fechas impensables. Pero eso ya es otra historia. 

Referencias

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