El vicepresidente venezolano Elías José Jaua Milano y primer ministro ruso Vladímir Putin durante la VIII° Reunión de la Comisión Intergubernamental. Moscú, el 7 y 8 de diciembre. Foto de AP
Los gigantes petroleros crearán una empresa conjunta para la extracción de petróleo en la Faja del río Orinoco, en el yacimiento Carabobo-2, cuyas reservas están valuadas en 40.000 barriles diarios. La parte de Rusia en la nueva empresa conjunta es del 40%, el resto, en correspondencia con la ley venezolana de usufructo del suelo, habrá de pertenecer a PDVSA. De acuerdo con el texto del memorando suscripto por el ministro de Energía y Petróleo Rafael Ramírez y el titular de Rosneft Eduard Judainatov, la empresa rusa pagará 1.100 millones de dólares para ingresar al proyecto, así como abrirá una línea de crédito para PDVSA en el orden de los 1.500 millones de dólares.
Judainatov evalúa con optimismo las perspectivas de Rosneft en el mercado venezolano considerando que “la inclusión en el proyecto abre para la empresa el acceso a la Faja del Orinoco, riquísima en reservas petroleras. La base del proyecto potencial puede ser la fuente clave de crecimiento de la compañía luego de 2015 y el mismo proyecto hace de la petrolera nacional uno de los principales factores en la muy promisoria región del mercado latinoamericano”.
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El vicepresidente venezolano Elías José Jaua Milano, quien llegó a Moscú encabezando la delegación venezolana a la Reunión, también comunicó que Rusia se comprometió a tomar parte en la construcción de 30.000 nuevas viviendas en el marco de uno de los numerosos programas sociales venezolanos.
El primer ministro Vladímir Putin valoró positivamente la dinámica de las relaciones comerciales entre Venezuela y Rusia, cuyo volumen, según sus palabras, “desde enero a septiembre del corriente año creció en 10 veces”.
Sin embargo, están a la vista las crecientes desproporciones en la cooperación económica de Rusia y Venezuela. Los numerosos acuerdos en el sector petrolero y gasífero y la concesión a Venezuela de créditos para la compra de armamento, que ya superaron los 7.000 millones de dólares, son prácticamente la única base de las relaciones comerciales y económicas entre los dos países. Este desequilibrio no puede ser compensado por el suministro de flores por Venezuela, cuya primera partida llegó a Moscú en esta semana, ni por la planeada entrega de bananas en el marco de la empresa conjunta proyectada para su comercialización, ni incluso por la exportación propuesta por Venezuela del exótico cocuy, calificado por Hugo Chávez como el competidor de la vodka rusa.
En la actualidad, Venezuela atraviesa por una situación socio-política bastante compleja, vinculada tanto con la enfermedad del jefe del Estado como con las elecciones presidenciales en el próximo año. Con la agudización dela situación política los intereses de Rusia en la región pueden ser amenazados. Tomando en cuenta la situación económica en Venezuela, Rusia tendrá que apostar sólo al efecto político de los acuerdos suscriptos, a la “riquísima experiencia tecnológica de trabajo para la extracción de petróleo pesado” por las petroleras rusas, como se expresó Judainatov, y en el futuro inmediato no calcular pagos del gobierno bolivariano por los créditos asignados.
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