La elección del poder

Foto de Itar Tass

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Las elecciones a la Duma del pasado domingo en Moscú fueron más agitadas que las del 2007, en esta ocasión, algunos medios de comunicación sufrieron un ataque de los hackers y se denunciaron algunas falsificaciones.

La temparatura en la calle es de un grado, el clima es húmedo y hace viento, por eso la sensación de frío es mayor. Espero un taxi para viajar desde mi casa en Jimki, en los suburbios de Moscú, hasta la Escuela Infantil de Artes, donde está ubicado mi lugar de votación.

En Rusia cada votante está estrictamente vinculado al lugar de residencia y vota allí donde está registrado por el servicio migratorio o por la policía. Con frecuencia estas direcciones no coinciden o la persona simplemente no se encuentra ese día en ese lugar (por ejemplo, porque se encuentra de viaje de servicio). Para que pueda votar le entregan una identificación certificada. Para recibir la mía tuve que viajar en un tren suburbano cerca de una hora hasta Moscú y luego en tren hasta mi región.

Mi vecino se vio envuelto en una situación cómica. Debido a su mudanza, resultó ser un individuo sin lugar determinado de residencia de jure. En el lenguaje cotidiano esto es sinónimo de “vagabundo”. Todos estos vagabundos, vestidos a la última moda y con un smartphone en sus manos votaron en el centro de Moscú, en las instalaciones del Telégrafo Central. Mi amigo, que es fotógrafo, se dedicó a llevar en coche por toda la capital a esta gente que se había olvidado su certificado y no podía votar según su dirección del registro. 

“¿Y qué se le ha perdido allá?”, me preguntó el taxista mientras me llevaba por el fango. “Las elecciones”, le respondí alzando la voz por encima de la música que salía de la radio.

«¿Elecciones?», preguntó el taxista.

“Elecciones, a la Duma Estatal”, le confirmé yo.

“¡Ah! De todos modos ellos van a resolver todo por nosotros”, me respondió, luego cogió un arrugado billete de mis manos y aceleró.

La Escuela Infantil de Artes se encuentra en el edificio de un antiguo cine. En el escenario se colocaron las mesas de los miembros de la comisión, las cabinas para votar y la urna. Los asientos de los espectadores estaban ocupados por policías, funcionarios del Ministerio de Emergencias y varios observadores, incluyendo los de Rusia Unida. Estos últimos llevaban un emblema tan grande de su partido que llamaba la atención, a diferencia del resto. La votación transcurre con tranquilidad, la mayoría de los observadores duerme. Aquí no se registran las violaciones electorales más difundidas: expulsión de observadores y la prohibición de hacer fotos y grabar en vídeo. Todo el trabajo de la comisión está registrado por una cámara que se encuentra en la sala.

Mientras espero mi turno miro Twitter. La mayoría de los medios no oficiales en internet han sufrido ataques de hackers y no funcionan, por eso las redes sociales se convirtien en la única fuente de información. En alguna parte del Oriente ruso cerraron los colegios electorales, en los Urales unos transeúntes detuvieron un autobús lleno jóvenes que iban a votar, en Moscú un conocido periodista descubrió como se manipulaban las papeletas.

“No sé para qué son necesarias estas violaciones”, me dice un miembro de la comisión. “Todas ellas, si existen, tienen lugar en las comisiones territoriales, urbanas y más arriba. En esta ocasión nos pidieron que nos relajáramos. Nos dijeron que no iban a existir irregularidades”.

Las violaciones de la normativa son siempre son un dolor de cabeza para los miembros de estas comisiones de barrio. En lo fundamental son maestros y reciben a los votantes en el territorio de sus escuelas. Trabajan en los comicios por un pago complementario y antes de cada elección se les instuye acerca del proceso. A veces incluso en dos ocasiones.

“¿Es alta la participación? “, le pregunto a la presidenta de la comisión.

“Casi del 100%”, no sé por qué miente intentando ocultar el listado donde se fija la asistencia. Cuando cae la tarde cerca de la  mitad de los electores no ha venido a votar. Es comprensible. En primer lugar, los rusos son bastante apolíticos y, a semejanza de mi taxista, no creen en el proceso electoral. En segundo lugar, el clima en Jimki era malísimo. Durante toda la mañana hubo tormenta y las calles estaban totalmente desiertas.

Me entregan una papeleta. A mi chica, cuatro. Ella está registrada en Jimki y tiene que elegir diputados a la Duma Moscovita Regional y al Consejo de Diputados de Jimki. En una de estas elecciones votan con dos papeles y es fácil confundirse. Desde las cabinas para la emisión del voto se escuchan suspiros. La gente se pasa allí diez minutos intentando dilucidar a quién apoyará.

Espero mi turno y leo las encuestas a boca de urna. Rusia Unida gana por todas partes pero no obtiene mayoría constitucional. Me imagino la Duma de principios de los años 90, con peleas, crisis y clientelismo. Miro mi teléfono y veo que los hackers han asaltado varios portales de noticias más.

Las elecciones de 2007, pese a cierto éxito que tuvo la “Marcha de los disconformes” de la oposición y la todavía fresca memoria de la “Revolución Naranja” en Ucrania,  no fueron tan agitadas. Además, el ataque que sufrieron los portales de noticias de los opositores no fue algo inesperado. En Moscú, como informan los usuarios de las redes sociales, la oposición realiza acciones de protesta y Jimki está vacío y sin gente. Comienza la ventisca y son muy pocos quienes desean salir a la calle. A las 21.00, según hora de Moscú, se cierran las urnas en Kaliningrado, la parte más occidental de Rusia.

A medianoche enciendo el televisor. En la mayoría de los canales se emiten reportajes desde los “bunkers” de los partidos y desde la Comisión Electoral Central. Los políticos dan su opinión sobre las elecciones y los funcionarios de la CEC presentan los resultados preliminares.

Los datos finales serán anunciados el 24 de diciembre, en vísperas de Navidad. Sin embargo, según los resultados preliminares, sólo cuatro de los siete partidos que se presentaron a elecciones obtendrán representación en la Duma: Rusia Unida (que ha obtenido poco menos del 50%), Rusia Justa, los demócratas liberales y los comunistas.

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