Freixenet brinda por el mercado ruso

“En Freixenet hace tiempo que tenemos claro que el mercado ruso es muy importante para nosotros”, explica el responsable de la compañía para la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Gonzalo López de Ceballos. Tanto es así que la gran firma de cava, con sede en Sant Sadurní d’Anoia (provincia de Barcelona), ya empezó a explorar la posibilidad de hacer negocios en la zona antes incluso de la desmembración de la Unión Soviética.

Concretamente, en 1988 responsables de la empresa hicieron una primera visita a Georgia, la zona vinícola por excelencia de la URSS, con la intención producir vino espumoso con viñedos georgianos, posibilidad que se truncó con los cambios políticos, económicos y sociales que se sucedieron poco después.

Tampoco cuajó un proyecto en Vilnius (Lituania) el año siguiente, por lo que Freixenet en 1990 decide esperar a ver el curso de los acontecimientos. Un año después esta firma es una de las que acude con gran interés a la reunión que el entonces ministro de Economía ruso, Yégor Gaidar, convoca en Barcelona para convencer a los empresarios de las oportunidades de negocio que ofrece la nueva Rusia.

Finalmente, la empresa decide abrir una delegación en Moscú, en la que trabajan de continuo dos personas, para abrir mercado, no solamente en la Federación Rusa, sino también en Bielorusia, Ucrania, Georgia, Armenia y Kazakhstan a través del contacto con importadores.

Hasta 2007-2008, el negocio de Freixenet en Rusia sube como la espuma del cava que fabrican. “Nuestros resultados eran excelentes”, afirma López de Ceballos y añade: “Teníamos un crecimiento del orden del 30% y vendíamos medio millón de botellas anualmente”, sobre todo en los supermercados de las grandes ciudades rusas, que es donde se concentra el consumo. En cuanto a productos y marcas, se comercializan tanto cava Freixenet, como Segura Viudas, René Barbier, el vino de Rioja que produce esta misma empresa y también el champán francés Henri Abele.

Otras pruebas del éxito se encuentran en el campo del marketing. Recordemos que Freixenet invierte importantes sumas de dinero en publicidad. El ejemplo seguramente más conocido es el anuncio de Navidad en el que famosos de la talla de la cantante Shakira, el actor Paul Newman o este año la bailaora Sara Baras, brindan con cava de esta marca y nos felicitan las fiestas.

En Rusia, el entonces presidente Borís Yeltsin deseó un feliz 1995 a sus conciudadanos a través de las pantallas de televisión con un cava Cordón Negro de Freixenet en la mano. El año anterior la empresa catalana había patrocinado el principal show televisivo de las Navidades y también fue sponsor del club de fútbol CSKA de Moscú.

Pero en esta carrera de éxitos aparecen nuevas dificultades, como las restricciones en materia de publicidad (tanto en televisión como en vallas en la calle) que impone la ley antialcohol del gobierno ruso. Con todo, esto no tiene un impacto directo significativo en las ventas. Pero entonces llega la crisis económica mundial que en la Federación Rusa causa estragos en 2009 y las ventas de Freixenet caen en picado. Tampoco ayuda el altísimo tipo de interés que imponen los bancos rusos y que dificulta mucho las posibilidades de crédito.

Sin embargo, este no es el fin de la historia. Tras un año como el 2009 muy duro y un 2010 en que las ventas se mantienen, Freixenet confía en remontar este 2011 y cerrar el ejercicio con 300.000 botellas vendidas. Cierto es que esta cifra está lejos de las 500.000 que se vendieron en 2007 y todavía más de los 250 millones de botellas de vino espumoso ruso que se consumen anualmente en aquel país.

No obstante, el futuro se ve con optimismo desde esta compañía que es líder indiscutible del mercado del cava. La enorme cifra de consumo de vino espumoso ruso indica precisamente que se trata de un mercado muy importante en el que Freixenet confía en tener cabida. Además, la entrada de la Federación Rusa en la Organización Mundial del Comercio se ve de manera “muy positiva”, ya que se espera que reduzca la carga impositiva y facilite así los negocios.

Por cierto, como pasó en España antes de la entrada en la Unión Europea en 1986, cuando Francia forzó a los fabricantes de vino espumoso españoles –básicamente concentrados en la zona del Penedès catalán y muy especialmente en Sant Sadurní- a cambiar la denominación “champán” por la de “cava” (pues la palabra “champán” se considera exclusiva del producto que se fabrica en Francia con uvas francesas), apunten este concepto: “igristoye”, para definir al espumoso ruso. Se acabó el “shampanskoye”. 

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