Una clase sensible

Foto de Itar Tass

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La clase media rusa vuelve a prestar atención a los precios en las tiendas de alimentación. En relación a los hábitos de consumo, los rusos cada vez se parecen más a los europeos. Empiezan a ahorrar en la comida y cada vez dedican una mayor parte de nuestros ingresos a los servicios y a los productos no relacionados con la alimentación.

Un estudio realizado el pasado octubre por la empresa rusa Romir muestra que los gastos en alimentación y productos de uso diario en septiembre de 2011 se han reducido en un 1,5%,  en comparación con el mes de agosto. Además, los sociólogos señalan que la tasa media de ingresos por usuario (ARPU, por sus siglas en inglés) ha caído. Los niveles de consumo en las tiendas en septiembre  volvieron a los de febrero de 2011. En comparación con septiembre del año anterior, el ARPU ha subido tan sólo un 8%, algo que apenas llega a compensar la inflación. Esta reducción sorprende teniendo en cuenta que en otoño, al terminarse el período vacacional, el consumo suele aumentar.



En este sentido, parecen muy significativos los datos de la agencia estatal de estadística Rosstat, que reflejan una reducción del gasto proporcional en alimentación de los hogares. La parte correspondiente a estos gastos ha sufrido una disminución a lo largo de toda la década del 2000. Durante el período 2004-2007, los años más prósperos, se redujo en un 9%: desde tasas del 43% al 34%. Por su parte, la parte de los gastos en productos no alimenticios durante el mismo período aumentó en un 5%, del 35% al 40%.



A diferencia de la década del 2000, cuando el crecimiento de los ingresos nominales se calculaba en decenas, y el de los ingresos reales superaba en ocasiones el 10% anual, hoy en día los ingresos reales están prácticamente estancados, y en algunos sectores y territorios, incluso están bajando, según datos de Rosstat. Entonces, la aritmética que le sigue es bastante sencilla: el intercambio comercial crece y las ventas de los productos no alimentarios crecen más que las de los alimentos. ¿Será que hemos empezado a ahorrar en los productos alimentarios? Sobre todo si tenemos en cuenta que los créditos al consumidor se están expandiendo. Aunque, en estos casos se trata principalmente de adquirir productos destinados a un uso prolongado en el tiempo, y no alimentos.



Más significativos parecen los resultados de la encuesta online que Dengui llevó a cabo la semana pasada. En la página web de Kommersant, a la pregunta “¿Ahorra en comida?” el 53% de los encuestados respondieron que sí. En la página web de Finam, hubo un 52% de respuestas afirmativas. Teniendo en cuenta que los lectores de estos medios son en su mayoría de clase media, la situación parece especialmente interesante. La posibilidad de no mirar los precios de la comida se consideró durante un tiempo como uno de los mayores logros de la prosperidad de la  década pasada y casi una característica fundamental de la clase media. Por lo tanto, resulta sintomático que ésta se vuelva más sensible a los precios de los alimentos. Según Rosstat, en 2010 el porcentaje de los gastos en alimentación del  grupo poblacional con menos ingresos, fue del 54%, es decir, de 3.200 rublos (unos 76 euros) al mes. Mientras que en el grupo con un índice de ingresos más elevado, la parte del gasto en alimentación fue la mitad, el 26%, con un consumo acumulado de 25.700 rublos ( unos 615 euros) al mes. Los gastos en productos no alimentarios constituyeron el 23% y el 53%, respectivamente.



Pero en los grupos con ingresos bajos, los gastos en productos no alimentarios, incluso los de uso prolongado, están creciendo. En particular, de 2008 a 2011, a pesar de la crisis económica, la cuota de este tipo de consumo aumentó en un 4%, del 19% a 23%. Durante el tercer trimestre del año en curso, la parte del consumo no alimentario creció también  en el resto de los grupos sociales. “Durante los últimos meses, las adquisiciones de productos no alimentarios se basaron en la poca seguridad en cuanto a la estabilidad del cambio de divisas,” asegura Ígor Poliakov. Sin embargo, este crecimiento en el consumo se dio a costa de reducir la cuota de ahorro, y muchas veces con la ayuda de créditos.



"El efecto de la crisis se ha hecho notar, algo que se detecta por el crecimiento anticipado de las venta al por menor de productos no alimentarios: la gente compraba dispositivos electrónicos y coches para paliar la desvalorización del rublo,” explica Alexánder Golovtsov. “Este factor implicará que habrá menos tiempo para que se produzca la saturación del mercado. Es posible que los pagos sociales preelectorales estabilicen el consumo hacia finales de año.” Los especialistas en la venta al por menor también están esperando ansiosos el cuarto trimestre del año. Para las tiendas de venta directa, las ventas navideñas suponen el mejor momento comercial del año. También es un momento de venta de alimentos delicatesen y de objetos que no son de primera necesidad, es decir,  de márgenes de beneficios elevados.



La agitación navideña restablecerá el ritmo del crecimiento al igual que lo experimentan las cadenas de tiendas. Despertará en los rusos la ilusión de que se han incorporado de nuevo a la sociedad de consumo. Otra tendencia que confirma la inclusión en los procesos globales es el crecimiento constante de los gastos que los hogares dedican al sector servicios. No hay que hacer caso a los que afirman que este crecimiento no se explica por un esfuerzo constante de las empresas de este sector, sino tan sólo por la subida de los gastos de comunidad, electricidad y agua, servicios prestados por los llamados “monopolios naturales”. Este tipo de comentarios solo sirvern para aguar las fiestas.

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