El pasado 4 de noviembre finalizó el experimento terrestre más ambicioso relacionado con las condiciones de vuelo de una expedición pilotada a Marte. Tuvo lugar en el Instituto de Problemas Médico-Biológicos de la Academia de las Ciencias de Rusia. Se trata de una etapa en la preparación de un largo viaje espacial, aunque el experimento no ha llegado a proporcionar una respuesta clara a la pregunta de si el ser humano es capaz de viajar tan lejos en el espacio y volver de manera segura.
El experimento llamado Marte-500 se inició el 3 de junio de 2010 y reunió a una tripulación internacional de seis voluntarios: tres rusos, dos representantes de la Agencia Espacial Europea y un chino, que pasaron 520 días en pequeños módulos que imitaban una nave espacial con destino al planeta rojo. Cada uno de ellos cobrará 3 millones de rublos (unos 71.000 euros) por su aportación al experimento.
El vuelo real de una tripulación internacional a Marte podría tener lugar después de 2030, declaró Vitali Davídov, vicedirector de la agencia espacial rusa Roskosmos, en rueda de prensa. “En nuestros planes Marte figura a partir del año 2030, a mediados de los años 30. Por lo tanto, muchos tienen la posibilidad de llegar a presenciar este acontecimiento tan simbólico”.
Además, subrayó que la información científica obtenida durante el experimento será sin duda utilizada por Roskosmos y sus socios europeos y chinos.
“Estamos elaborando la estrategia de la actividad espacial rusa hasta 2030, en base a la cual formularemos el programa federal hasta 2025. Por supuesto que tendremos en cuenta los resultados obtenidos durante el experimento Marte-500”, aseguró Davídov.
El complejo terrestre que imitaba a una nave espacial fue construido en el ámbito del Instituto de Problemas Médico-Biológicos de Moscú. Incluía un módulo de aterrizaje, un módulo de experimentación, un módulo residencial, un almacén y un invernadero. Aparte fue creado un módulo que imitaba la superficie de Marte.
El objetivo principal del experimento consistía en estudiar las reacciones del ser humano en situaciones de estrés extremo, cuando uno no puede escaparse ni obtener ayuda del exterior. Es posible sobrevivir en condiciones de aislamiento, aunque determinadas ausencias, como la comunicación y la falta de acontecimientos hacen que el individuo se resienta mucho. El tiempo se convierte en una abstracción, los días se fusionan unos con otros, dando lugar a uno único y largo. En condiciones de ausencia de un espacio personal y ante la posibilidad de quedarse solo, la carga psíquica aumenta de una manera especial.
Tal y como recuerda uno de los participantes del experimento, “las camas de tres niveles eran unas literas normales y corrientes, la inferior estaba prácticamente a ras de suelo. Decidimos intercambiar literas cada diez días, porque dormir abajo era difícil debido a la alta concentración del anhídrido carbónico”.
No se han dado conflictos serios entre los participantes del experimento Marte-5. Los hombres encerrados en las cápsulas tuvieron que luchar sobre todo contra el aburrimiento y la monotonía, especialmente tras haber imitado el aterrizaje en Marte en febrero de este mismo año.
Tampoco ha sido fácil adaptarse a las particularidades culturales de los miembros de la tripulación: por ejemplo, el francés y el italiano no podían entender por qué los rusos celebraban con tanta alegría el año nuevo e ignoraban la Navidad. Pero lo más difícil para fue comunicarse con su compañero chino, relató Bubéiev, así que incluso se enviaron libros electrónicos a la “nave espacial” sobre las particularidades de la cultura china.
Una persona a bordo de una nave espacial depende completamente del funcionamiento del sistema de avituallamiento. El sistema elaborado para expediciones interplanetarias será completamente diferente al de los sistemas instalados en la Estación Espacial Internacional, que no usa una circulación completa de sustancias, es decir que no representa una biosfera cerrada. Para crear un sistema así, capaz de garantizar una regeneración completa de los componentes imprescindibles para la vida, se necesitarán más de diez años.
Las condiciones de microgravedad constituyen un gran peligro para nuestro organismo. Durante el experimento de Marte-500 no fue recreada la ingravidez. Sin embargo, estudios estadounidenses anteriores demuestran que las personas que han pasado mucho tiempo en el espacio pierden masa ósea. La observación del estado de trece astronautas que pasaron medio año en la Estación Espacial Internacional ha demostrado que la solidez de su esqueleto disminuyó, de media, un 14% en comparación con los índices correspondientes antes del vuelo.
Un viaje espacial de larga duración supone unas exigencias psicológicas de muy alto nivel para la tripulación, porque durante un vuelo interplanetario apenas se podrá hacer algo desde “la Tierra”.
La tripulación actual, a pesar de sufrir un aislamiento total, trabajó sabiendo que existía un control absoluto por parte de la “Tierra”. Pero, ¿cómo organizar sesiones de comunicación por video con los familiares o enviar desde una nave cartas, postales, periódicos y regalos si la tripulación realmente está en Marte, desde donde la señal de la Tierra llega con un retraso de 40 minutos y desde donde es muy posible que haya que tomar decisiones en pocos segundos?
Esperemos que el ciclo de entrenamientos en el marco del programa Marte-500 no haya sido en vano y ayude a predecir las posibles amenazas y sorpresas que nos acechan en los futuros vuelos interplanetarios.
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