“El alma de Rusia está en El Prado”

Gorka Lejarcegi/ El País

Gorka Lejarcegi/ El País

Parafraseando al poeta Fiódor Ivanóvich Tiútchev: “Con la razón no se entiende Rusia, sólo se puede creer en ella”. El Hermitage en El Prado es una oportunidad única para soñar y amar un poco más al país situado al otro extremo de Europa. Desde las salas del Prado, 180 obras nos transportan al corazón del Hermitage y nos proponen un recorrido de casi 2.500 años de historia del arte. Visitamos la exposición en compañía de Gabriele Finaldi, director adjunto de conservación del Prado y comisario de esta muestra junto con Sviatovslav Savvateev. El Hermitage en El Prado se quedará en Madrid hasta el 25 de marzo. La pinacoteca española ha aprovechado el acontecimiento para estrenar horario ampliado de lunes a domingo.

¿Cómo empezó esta aventura?


Estuvimos en febrero en San Petersburgo con la exposición El Prado en el Hermitage . Cuando se planteó la exposición en España, en principio se iba a llamar Tesoros del Hermitage,  pero el profesor y el director del museo ruso, Mijaíl Piotrovski dijo que le había gustado tanto la idea de que El Prado se presentara en el centro del Hermitage, que quiso que aquí se hiciera lo mismo, que este museo hospedara  esta autopresentación de las colecciones del museo ruso dentro del contexto del Año Rusia-España.  La verdad es que ha sido un placer y un lujo trabajar con los colegas rusos. Han sido proyectos de mucha calidad y de mucha altura. Una vez más se confirma que las grandes celebraciones como el Año Dual pueden dar lugar a proyectos extraordinarios como este. En Rusia la exposición de la colección española fue vista por más de medio millón de personas. Allí percibimos un afecto y un interés enorme por España y por El Prado. Estoy seguro que aquí, la colección rusa tendrá mucho éxito.

Qué es lo que une a los dos museos


Lo interesante es que el Hermitage y El Prado comparten un mismo origen ya que ambas colecciones surgieron como colecciones reales que reflejan los intereses políticos y la cultura de los dos países. En este sentido ambos museos son colecciones hermanas.  Pero el Hermitage es un museo que está dentro de un palacio en el que vivía la corte de los zares. Esta característica de su identidad es visible y física. La grandiosidad de sus espacios, las salas espléndidas de oro y malaquita, la riqueza barroca y neoclásica del Hermitage atrapa la atención de quien lo visita. No es tan solo un museo, es un palacio. En el Hermitage  está presente  la Historia de Rusia al igual que la Historia de España se narra en las salas del Prado. Es imposible conocer Rusia sin pisar El Hermitage. El profesor Piotrovski habla de que el alma rusa se hospeda en este museo, lo mismo sucede en El Prado.

Qué vamos a ver


Una de las partes del museo del Hermitage es el llamado Pequeño Hermitage,  el edificio que se construyó durante el reinado de Catalina II, que está junto al Palacio de Invierno. Nosotros hemos querido representar ese Pequeño Hermitage, resumiendo las colecciones de 3 millones de objetos en una selección muy cuidada y a la vez, hemos intentado que sea una exposición representativa. A la entrada el visitante se encontrará con los retratos de los tres zares fundadores de las colecciones, Pedro I, Catalina II y Nicolás I. Después hay una serie de obras con vistas de la ciudad de San Petersburgo, que como sabemos surgió de la nada a partir de 1703 gracias al sueño imperial de Pedro I. También conoceremos las vistas y los interiores del Palacio de Invierno pintados en el s. XIX.  A partir de ese momento, el visitante entra en la colección propiamente dicha. Primero tomará contacto con las piezas fabricadas en oro de los escitas, una de las partes más extraordinarias de la colección del Hermitage, luego se encontrará con el oro de los griegos. En otra sala, la de dibujos, pinturas y esculturas disfrutará con los Tizianos, pasando por Velázquez, El Greco, los cuadros de Rembrandt y el “Tañedor de laúd” de Caravaggio. Después hay una sección dedicada a la vida en la corte con unos trajes extraordinarios del S.XIX y un magnífico servicio de mesa de estilo imperial francés fabricado especialmente para el Palacio de Invierno.  Regresamos a la pintura del s. XVII con Van Dyck, Rembrandt  y Champaigne; y  del S.XVIII. Chardin, Bellotto… Nos espera la maravillosa sección de artes decorativas de Oriente y Europa, finalizando la selección con un magnífico y delicado ramo de acianos y espigas de la casa Fabergé.

Gabriele Finaldi posando junto a un cuadro en El Prado, foto de Gorka Lejarcegi/ El País

Y en la segunda planta


Nos encontraremos con una selección de cuadros y esculturas de finales del s.XIX y XX  que termina con una sección rusa compuesta por cuatro pinturas: uno de Sonia Delaunay, la Composición VI de Kandinsky: la obra más representativa de este pintor, magnífico cuadro de gran fuerza e interesante por su poderoso lenguaje abstracto,  una pintura de Léger, y por último, el “Cuadrado negro” de Malévich que lleva relativamente pocos años en el Hermitage. Este es el recorrido que hará quien quiera acercarse a ver la exposición. En total son 180 piezas de arte donde se concentran casi 2.500 años de historia.

  

Si pudiese elegir, qué obra se quedaría en El Prado.


 Es muy difícil. Pues me quedaría con los artistas que no están en nuestro museo.  Por ejemplo, no tenemos ningún cuadro de Willem Kalf. En la exposición hay un bodegón extraordinario de este gran pintor que es como el Johannes Vermeer del bodegón  del s.XVII,  o un Frans Halls, que por circunstancias históricas no está en El Prado. Después uno podría subir a la segunda planta y quedarse con un cuadro de Caspar David Fiedrich o plantearse uno de los dos Mattisse que no tenemos tampoco en El Prado. Creo que con la “Conversación” de Matisse, donde se ve al propio pintor con su mujer sobre un fondo azul puro, nos quedaríamos muy contentos.

Usted y Sviatovslav Savvateev son comisarios de la exposición.  En qué ha consistido su trabajo.


Pues desde aquí le hicimos una propuesta de obras que pudieran ser interesantes para el público español desde el punto de vista de las bellas artes. Las piezas de arqueología y la parte de artes decorativas se propusieron desde allí. Es la primera vez que un conjunto tan numeroso y tan significativo de piezas tan sugerentes del museo ruso se exponen en El Prado.  Dibujos, orfebrería, armaduras, vajillas, piedras duras, pinturas, esculturas… soportes, materiales y técnicas artísticas están representados en una selección de piezas estéticamente bellísimas. Tanto Savvateev como yo estamos muy contentos con el resultado de este esfuerzo.

Y cómo ha sido la relación con sus colegas rusos


Mi relación con el Hermitage es institucional pero también personal. Ha existido un gran entendimiento entre ambos museos, y estamos muy contentos con el resultado. Como dijo el subdirector de investigación del Hermitage, Georgui Vilinbajov durante la presentación,  que se ha conseguido el reto que nos habíamos propuesto: hacer que los espacios del Prado causaran en el visitante la impresión de que estaba en el interior del Hermitage, gracias a los colores y a la presencia de esos magníficos vasos pétreos que son tan típicos en las salas del museo ruso.

 

Cree que el año España-Rusia ha calado entre los ciudadanos


Los eventos rusos que se están celebrando sobre todo ahora, al final de este Año España-Rusia están despertando un interés, que lo estamos viendo ahora mismo, el día en el que esta exposición se abre al público. La mayoría de las personas que visitan El Prado en los últimos años son de nacionalidad rusa. También el turismo español en Rusia está creciendo. No tengo ninguna duda que a raíz de esta celebración ha surgido un acercamiento real de dos países que están en el extremo de Europa, y a pesar de esta distancia de fondo hay muchas razones y sentimientos que nos hermanan. Rusia sigue siendo aún terra incógnita que tiene un enorme poder de seducción cultural sobre los españoles. Por eso este año es una gran oportunidad para conocer quiénes son los rusos, cuáles son sus intereses, cómo es su cultura, sus colecciones, y desde luego es una oportunidad para hacer crecer la admiración mutua entre los dos países.

Rusia quizás no se pueda entender, sólo se la puede amar, algo parecido dijo un poeta ruso.


Desde luego el contacto con Rusia exige siempre una reacción emocional. En el poco tiempo que la exposición lleva abierta, y durante el montaje he percibido un sentimiento de enorme agradecimiento a Rusia por habernos dado la oportunidad de ver esta colección.

Datos biográfricos


Nombre: Gabriele Finaldi

Lugar de nacimiento: Londres, 1965

Cargo: Director Adjunto de Conservación del Museo Nacional del Prado

Considerado uno de los mayores expertos del mundo en pintura española e italiana.

Finaldi trabajó durante diez años como conservador de pintura Italiana y española en la National Gallery de Londres, y ha ejercido como comisario al frente de grandes exposiciones internacionales.

 Ha publicado importantes trabajos sobre artistas como Ribera, Zurbarán o Velázquez.

En el año 2002 fue nombrado Director Adjunto de Conservación e Investigación del Museo Nacional del Prado, donde dirige el gran proyecto de reordenación y ampliación de la colección permanente del Museo del Prado.

Un museo ruso con nombre francés


La ciudad de San Petersburgo fue el empeño personal del zar Pedro I el Grande (1682-1725).  El 29 de julio de 1703, día de San Pedro y San Pablo, se colocó la primera piedra en el centro de la futura fortaleza que lentamente ganaba terreno a las marismas. La nueva capital de Rusia se inspiró en la arquitectura de París y Ámsterdam.

El Hermitage, palacio y un museo al mismo tiempo, está formado por un impresionante conjunto de seis edificios a orillas del río Neva,  cuyo epicentro se sitúa en el Palacio de Invierno. Las obras  se iniciaron durante la época de Pedro I y fueron completándose por los sucesores al trono, entre los que destacan la emperatriz Catalina II la Grande (1762-1796),  la verdadera artífice del museo y la gran coleccionista de la familia Romanov,  por pasión y por estrategia política.  En un momento dado a Catalina II  ya no le cupieron más cuadros ni esculturas en el palacio por lo que ordenó que le construyeran un pabellón o “hermitage” para guardar allí sus preciosidades. Desde el principio el Pequeño Hermitage resultó insuficiente, por lo que entre 1771 y 1781,  el arquitecto Yuri Velten construyó el Gran Hermitage (conocido más tarde como el Viejo Hermitage).  Un siglo más tarde, el nieto de La Grande,  Nicolás I añadió el Nuevo Hermitage.

Los fondos del museo  fueron nacionalizados tras la Revolución de 1917, y en su mayoría proceden de las colecciones de estos tres zares que nos reciben en El Prado al comienzo de la exposición. La colección de arte del siglo XIX : Fiedrich, Ingres y Rodin, entre otros,  fueron adquiridas tras la Revolución para cubrir los vacíos existentes en sus colecciones. Las obras impresionistas de Monet o Renoir y de las vanguardias europeas: Picasso, Matisse, van Dongen o Derain, llegaron procedentes del desmantelamiento del Museo Estatal del Arte Occidental de Moscú en 1948, cuyas obras procedían fundamentalmente de dos mecenas moscovitas: Serguéi Schukin e Iván Morózov. 

Este museo de carácter enciclopédico es uno de los mayores del mundo y posee casi tres millones de piezas conservadas.  Al frente del museo estatal de San Petersburgo está el profesor  Mijaíl Piotrovski, quien con respecto a la exposición en El Prado declaró: “será una celebración para el alma”.

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