La Estación Espacial Internacional (EEI), foto de NASA
La maniobra se produjo a las 05.24 GMT
y transcurrió sin inconvenientes, informó el Centro de Control de
Vuelos Espaciales (CCVE) de Rusia.
La nave, tripulada por los
cosmonautas rusos Antón Shkáplerov y Anatoli Ivanishin y el
astronauta estadounidense Daniel Burbank, se enganchó en el puerto
de amarre del módulo Poisk, que forma parte del segmento ruso de la
EEI.
Las escotillas se abrieron después de que los
tripulantes de la Soyuz verificaran el hermetismo del acoplamiento y
se igualara la presión de la nave con la de la plataforma
orbital.
Los recién llegados, que permanecerán un total de
124 días en la plataforma, recibieron una acogida calurosa por parte
de los tres miembros de la misión permanente: el comandante, el
estadounidense Michael Fossum, y los ingenieros de a bordo ruso
Serguéi Vólkov y japonés Satosi Furukawa.
Los nuevos
tripulantes de la EEI realizarán un total de 37 experimentos y,
además, pondrán en órbita el minisatélite Chibis-M, que hace dos
semanas llegó a la plataforma a bordo del carguero ruso Progress
M-13M.
El Chibis-M, con una masa de 52 kilogramos, estudiará
las tormentas de rayos, con la peculiaridad de que será la primera
vez que este fenómeno meteorológico se investigue en distintos
espectros de radiación electromagnética de manera simultánea.
La
misión de los nuevos tripulantes de la EEI incluye las labores de
descarga de dos cargueros rusos Progress y también una caminata
espacial.
Éste fue el primer lanzamiento de la nave tripulada
Soyuz a la EEI desde la pérdida del carguero "Progress M-12M",
que se estrelló el pasado 24 de agosto en Siberia.
Debido al
accidente, Rusia revisó el calendario de vuelos especiales y
suspendió los lanzamientos de los cohetes Soyuz, Protón y los
bloques aceleradores Briz-M, reanudados a finales de septiembre.
El
accidente del Progress fue el primero desde 1978 y ocurrió poco
después de que los cargueros y las naves Soyuz se convirtieran en el
único eslabón entre la Tierra y la EEI, tras la jubilación de los
transbordadores estadounidenses.
Tras el fracaso del Progress
el primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, ordenó a Roscosmos, la
agencia espacial del país, endurecer los controles de calidad en la
fabricación de aparatos espaciales y sus piezas.
Sin embargo,
la cadena de fracasos de la industria espacial rusa continuó la
semana pasada con el lanzamiento de la estación interplanetaria
Fobos-Grunt, que por un fallo aun no esclarecido quedó en la órbita
terrestre en lugar de enfilar hacia Marte.
De momento, todos
los esfuerzos emprendidos por los especialistas de tierra para
reanimar la Fobos-Grunt han sido estériles.
El lanzamiento de
esa estación debía marcar el inicio de una ambiciosa misión de 34
meses que incluía el vuelo a la luna marciana Fobos, el descenso en
su superficie y, finalmente, el retorno a la Tierra con una cápsula
con 200 gramos de muestras del suelo del satélite marciano.
Con
anterioridad, Rusia perdió el satélite de telecomunicaciones
Express-AM4, además de un satélite militar geodésico y otros tres
satélites que había lanzado para completar su sistema de navegación
GLONASS, análogo al GPS estadounidense.
Tras la pérdida de
los GLONASS, Putin relevó al director de la agencia espacial rusa
(Roscosmos), Anatoli Permínov, y nombró en su lugar a Vladímir
Popovkin, ex viceministro primero de Defensa.
En medio de
aquellos accidentes y de cara a las elecciones presidenciales, las
autoridades rusas se han abstenido de comentar los fracasos del
sector, mientras la agencia espacial Roscosmos negó que haya una
crisis sistémica en la industria espacial rusa.
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