Foto de Kommersant
“Devolvamos Rusia a los rusos”, “Basta de dar de comer al Cáucaso”, “Libertad, nación, orden”. El pasado 4 de noviembre, mientras en el centro de Moscú se celebraba la festividad oficial llamada Día de la Unidad Popular, en unos sórdidos suburbios, 7.000 nacionalistas desfilaron con estos lemas rodeados de policías. Esta capacidad de convocatoria es muy alta para la Rusia actual.
En las siete ediciones anteriores de la llamada “Marcha Rusa”, asistieron en su mayoría jóvenes claramente propensos a la violencia contra los extranjeros. En esta ocasión, en cambio, estuvieron presentes muchos nacionalistas de aspecto respetable, más adultos y que se autodenominaban “moderados”.
Sin embargo, los nacionalistas no desfilaron todos juntos y se dividieron en columnas: cabezas rapadas con máscaras, fundamentalistas ortodoxos, jubilados con iconos de santos y padres con sus hijos, de una apariencia normal y corriente a la primera vista. Al final de la marcha iban los neonazis, con una bandera de la división de SS Totenkopf.
Toda esta gente coreaba lemas muy diversos, desde las soflamas anticaucásicas y las proclamas antisemitas al son de las balalaikas hasta los gritos en contra de Rusia Unida, el partido en el poder, y la islamización.
La manifestación contaba con una autorización oficial y se llevó a cabo sin violencia. El centro de análisis SOVA, especializado en la xenofobia en Rusia, comunicó que durante el evento se oyeron lemas que incitaban al odio interétnico, algo que está condenado por ley. Sin embargo, la policía no reaccionó.
El nacionalismo en Rusia: sus orígenes
El sociólogo Lev Gudkov, director del Levada Center afirma que la proclama nacionalista que reza “Rusia para los rusos” es compartida hasta por un 60% de los rusos. Al mismo tiempo, alrededor del 50% de los habitantes de Moscú están de acuerdo con la idea de limitar la inmigración de personas de origen caucásico y asiático hacia la capital. “El problema no está en que las tendencias xenófobas se propaguen desde las capas sociales bajas a unas capas más amplias, sino en que el rechazo de la sociedad respecto a estas tendencias se está debilitando ”, explica el experto.
Hay diversos motivos para ello. Según el director general del Centro de Tecnologías Políticas Ígor Bunin, el primero consiste en que una gran parte de la población está desencantada con lo que hacen las autoridades. Un ejemplo claro es la reunión de hinchas de fútbol que reunió a varios miles de personas en la plaza Manézh de Moscú a finales del 2010. Se utilizaron lemas nacionalistas para exigir la instrucción del caso del asesinato de un hincha por parte personas procedentes del Cáucaso. “Fue la primera vez que el nacionalismo se unió con la protesta social. Se trató de una reacción ante un sentimiento de injusticia por la ausencia de justicia real y por la imposibilidad de influir legalmetne en las autoridades,” comenta Lev Gudkov.
El segundo motivo es la incongruente política de inmigración. La reducción de la población rusa y la ausencia de la mano de obra conlleva la necesidad de abrir las puertas a flujos de inmigrantes procedentes de regiones pobres del Cáucaso y de Asia Central. Estos procesos carecen de control y en muchas ocasiones hay casos de corrupción. Hay que indicar que las propias autoridades promueven ideas nacionalistas habitualmente. Además, hay muchos robos o gran cantidad de gastos poco transparentes en las grandes partidas presupuestarias dirigidas al Cáucaso. Esto provoca el descontento de una parte de los rusos.
Otro motivo que indica el politólogo Nikolái Petrov, del Carnegie Center de Moscú, radica en el problema de la búsqueda de la identidad rusa. Según los datos de Levada Center, a finales de 1980 el nivel de nacionalismo en la Rusia soviética era más bajo que en otras repúblicas de la URSS. “Los rusos (es decir, los habitantes de la República Socialista Federativa de Rusia, que constituía la base de la URSS) tenían un tipo de conciencia imperial soviética, que no necesitaba de identidad étnica,” considera Gudkov. La independencia recobrada por las antiguas repúblicas soviéticas se basó en movimientos de liberación nacional. Así fue en los países bálticos, en el Cáucaso y en Ucrania. Los rusos, por su parte, no tenían de quién liberarse. Además, en Rusia cohabitan 140 etnias, por lo tanto la senda marcada por el nacionalismo resulta totalmente contraindicada, tal y como afirma Nikolái Petrov: “En Rusia cada etnia, a diferencia, de por ejemplo los turcos en Alemania, tiene su territorio histórico, por lo tanto, el nacionalismo es el camino hacia la desarticulación del país.”
Quién es ruso
Los sociólogos afirman que un nacionalista típico construye su identidad a través de la no aceptación de otras etnias, logrando con ello su autoafirmación. Los nacionalistas rusos formulan de la siguiente manera una de sus principales cuestiones: ¿quién es ruso? Parte de ellos intentan autoafirmarse a través de conceptos que van más allá de los criterios racistas.
Información Según Levada Center , el fortalecimiento del nacionalismo en Rusia se inicia a mediados de los años 90 y se hace muy notable después de la crisis de 1998, cuando el gobierno declaró la suspensión de pagos, muchas personas perdieron su trabajo, su negocio y los ahorros. “En aquel momento la sociedad perdió la noción de poder desarrollarse, y se necesitaron otras bases para la autoafirmación nacional,” explica Gudov. Estas tendencias llegaron a su punto álgido a mediados de los años 2000, cuando empezaron los pogroms en Kondopoga, Carelia, y en la región de Stávropol, y se perpetraron crueles asesinatos por razones étnicas. |
El pueblo ruso son personas que, independientemente de su origen étnico, basan su conciencia en las tradiciones milenarias del Estado ruso, pertenecen a la cultura rusa, hablan la lengua rusa. El que trabaja para el país, es ruso”, declaró en una de sus entrevistas el historiador Yuri Krupnov. El propio Estado apoya esta interpretación.
Diferencias con la Europa nacionalista
Hoy en día, todos los grupos nacionalistas están prohibidos oficialmente. “Estoy seguro de que si se les otorga la posibilidad de desarrollarse legalmente, aparecerán líderes que irán evolucionando de tal manera que no parecerán más radicales que cualquier otro político de derechas de Europa,” declaró en una de las entrevistas Alexéi Navalni, un activo miembro de la oposición al Kremlin que participó en la Marcha Rusa con lemas políticos.
Los que se autodenominan nacionalistas moderados, a los que se han empezando a unir algunos políticos de corte liberal, apelan a la experiencia europea. “Sin embargo, en Europa hay instituciones y movimientos sociales que se oponen a estos grupos, hay debates que abarcan toda la sociedad y en gran medida evitan que se desarrolle el carácter agresivo del nacionalismo. En Rusia no tenemos nada de eso,” afirma Lev Gudkov.
Además, el nacionalismo en Europa pretende limitar los flujos de inmigración. “En Londres, Lisboa o París nadie dice que haya que echar fuera a los inmigrantes,” comenta el sociólogo. Sin embargo, según los datos de Levada Center, hasta el 40% de los moscovitas abogan por la expulsión forzada de inmigrantes de otras etnias.
El director del centro considera que después de las manifestaciones nacionalistas en la plaza Manézh, las autoridades sintieron la presencia “de una gran amenaza por parte del nacionalismo” y decidieron controlar las tendencias nacionalistas en la sociedad. “Las autoridades intentan, no tanto luchar contra estas tendencias sino absorberlas, tal y como se hizo anteriormente con las protestas sociales,” concluye el sociólogo. El resultado es nulo ya que de esta manera los problemas no hacen más que persistir o agraviarse, asegura Nikolái Petrov: “Estos problemas hay que debatirlos ampliamente en la sociedad”.
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