El precio del vodka y del tabaco se duplica

Las principales medidas incluyen un impuesto especial y restricciones para la venta de alcohol en tiendas por la noche para las bebidas de más alta gradación. Fuente/Ria Novosti

Las principales medidas incluyen un impuesto especial y restricciones para la venta de alcohol en tiendas por la noche para las bebidas de más alta gradación. Fuente/Ria Novosti

Lo más probable es que en Rusia se disparen los precios del vodka y de los cigarrillos. El pasado 20 de octubre Serguéi Shatalov, viceministro de economía, realizó unas estimaciones según las cuales el precio mínimo de medio litro de vodka pasará de 98 a 180 rublos (de unos 2 euros a 4,5 euros) en 2014 y los cigarrillos más baratos costarán más del doble de lo que cuestan ahora, llegando a los 40 rublos (1 euro) el paquete.

Tales aumentos forman parte de una estrategia diseñada cuando  Alexéi Kudrin estaba al frente del ministerio de Finanzas.


La subida de impuestos al consumo contó con la necesaria aprobación parlamentaria tras haberse demostrado que con ella se contribuye a reducir el consumo de alcohol, uno de los objetivos establecidos en un programa gubernamental adoptado en 2009. En esta ocasión coincidieron los objetivos del ministerio de Finanzas y del Kremlin, ya que ambos buscan la manera de eliminar un déficit presupuestario que crece constantemente con el aumento de las prestaciones sociales.


Shatalov se dirigió a la Duma para explicar que los impuestos al consumo estarán sujetos a una indexación anual del 40-45% en los próximos tres años. Gracias a estas medidas se generarán 135.000 millones de rublos (unos 3.200 millones de euros) de ingresos adicionales en el presupuesto de 2012 y hasta 250.000 millones de rublos en 2014.

Por su parte, los productores de tabaco y alcohol se oponen a estas medidas alegando que no servirán para reducir el consumo de alcohol sino para afianzar el mercado negro,  que ya representa una cuota del 30%,  según los expertos. De hecho, los socios de la Unión Aduanera de Rusia (Bielorrusia y Kazajistán), aplican menores impuestos al alcohol y al tabaco, por lo que las medidas favorecerán el contrabando.

En su jura como presidente, Dmitri Medvédev anunció una nueva campaña de lucha contra el alcoholismo. Durante los primeros años de su legislatura se puso en marcha la prohibición de venta de bebidas de alto contenido de alcohol durante las horas nocturnas, una medida similar a la de los países bálticos. Aunque una de las principales preocupaciones es la cerveza, ya que en los últimos quince años se ha cuadruplicado su consumo. Según la Unión de Productores de Alcohol este hecho se debe, en su mayor parte, al aumento del consumo entre los jóvenes. Para tratar de resolver el problema, a partir de 2013 se prohibirá todo anuncio publicitario de cerveza, así como su venta en puestos o quioscos callejeros.

La campaña actual contra el consumo de alcohol recuerda a la que libró en su época el entonces secretario general de la URSS, Mijaíl Gorbachov, quien logró reducir el consumo de cerveza y de alcohol en general. En aquellos tiempos se adoptó la sencilla medida de cerrar la mayor parte de las bodegas, plantas de producción y locales de venta. A pesar de contar con muchos defectos, lo cierto es que la campaña  liderada por Gorbachov entre 1985 y 1988 contribuyó a reducir el consumo en un 27% aproximadamente y la tasa de mortalidad masculina disminuyó de inmediato en un 12%.

Sin embargo, los productores no están de acuerdo y afirman que “no tendrá ningún efecto en el nivel de consumo porque la raíz del problema es la insatisfacción de la gente y eso no se resuelve con prohibiciones”. Mientras tanto, ya se ha presentado a la Duma un proyecto de ley para crear un monopolio estatal dedicado a la producción y venta de etanol. Con el pretexto de proteger la salud de la nación, los diputados pretenden reducir el derecho de producir etanol y limitarlo a las plantas estatales o a las que cuenten con una participación estatal del 51%.


Por su parte, en febrero de 2011 el gobierno propuso endurecer el control sobre la facturación de licores, es decir, prohibir el traslado de alcohol sin previo aviso e introducir una licencia de transporte para “eliminar toda clase de vacío legal que permita a una empresa producir y vender alcohol adulterado o utilizar empresas a la sombra para vender sus productos adulterados”. Los expertos han acogido la propuesta con entusiasmo. Maxim Klyagin, analista de la sociedad gestora Finam, señala que “la propuesta apunta esencialmente a mejorar la transparencia del mercado y a reducir la cuota de ilegalidad que pueda existir”.

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