El ascenso del club de fútbol de Vladivostok a la primera división rusa (Premier) en 2005 hizo saltar las alarmas sobre el vacío legislativo. El presidente de la UEFA, Michel Platini, admitió públicamente entonces que de clasificarse el equipo para alguna competición europea supondría todo un problema organizativo (horarios, sedes, normativa…). Sin embargo, la posibilidad se alejó cuando el FC Lluch-Energiya de Vladivostok descendió a 2ª división en 2008. Valeri Karpin, viejo conocido de la afición española y entrenador del Spartak de Moscú hasta marzo, cristalizó el sentir de la mayoría de los clubes de la Premier: “No tengo nada contra ellos. Pero, si puedo elegir, prefiero que no suba el Lluch”.
Probablemente,
el partido oficial de fútbol europeo jugado más al Este se disputo en agosto
del año pasado (2010) en Novosivirk (Siberia), ciudad a 3.000 kms. de Moscú y
que comparte huso horario con, por ejemplo, Vietnam. Tras alcanzar la final de
Copa la temporada anterior, el equipo local, Sibir, se clasificó para la ronda
previa de la UEFA Europa
League, que se jugaría a eliminatoria de ida y vuelta ante el PSV Eindhoven. El
encuentro de ida se disputo en Novosibirk el 11 de agosto a las 19:00h de la
tarde hora local, 14:00h hora centroeuropea, y se saldó con victoria local 1-0
gracias a un gol de Degtyarev en
el descuento. La derrota 3-0 en el partido de vuelta despertó al del club
siberiano de su sueño europeo.
El jet lag como factor
Si bien Vladivostok no ha acogido nunca en directo ningún partido oficial de fútbol europeo, sí puede presumir de ello con el baloncesto. Fue hace apenas unas semanas (4 de octubre), un encuentro que se recordará más como apunte histórico que por su verdadero lustre deportivo, pues se trató tan sólo de la ida de la ronda previa de la Eurochallenge (3ª competición continental por importancia tras la Euroliga y la Eurocup). El Spartak Primorye, conjunto local, venció al también ruso BC Enisey (de Krasnoyarsk, Siberia) para acabar cayendo finalmente eliminado en el global de la eliminatoria, tras una holgada derrota en el partido de vuelta.
Precisamente el Spartak Primorye tuvo al frente hasta hace apenas dos años a un par de rusos con pasado español: Sergei Babkov (ex Unicaja de Málaga) y Mijail Mijailov (ex Real Madrid), el primero como entrenador y el segundo como director. Ellos explican lo difícil y costoso que resulta cada paso del camino para un club de Vladivostok. Por ejemplo, convencer a jugadores para enrolarse en el equipo. El Primorye necesita pagar bastante más por lo mismo, además mima a los extranjeros (principalmente estadounidenses) con excentricidades del tipo chófer disponible las 24 horas. Por otra parte, el club ofrece a los jugadores la seguridad de que cobrarán (nada desdeñable en los tiempos que corren): la entidad está económicamente saneada gracias a la aportación de su patrocinador único, el propio Gobierno regional. Y es que los partidos del Primoyre como local son todo un evento social en la ciudad, con el pabellón siempre lleno, cita a la que no falta ni el gobernador.
El principal hándicap para el equipo es el calendario. Para limitar el número de desplazamientos y así el jet lag y los gastos de viajes (los jugadores vuelan en primera clase, sobre todo por cuestión de espacio para las piernas), los partidos del Primorye como visitante en la liga nacional se agrupan en apenas 3 semanas. Además, algo parecido sucede con los encuentros como local. Los equipos importantes de la liga nacional presionan a la organización para diseñar el calendario de tal manera que se puedan quitar cuanto antes en la temporada el incordio de la visita a Vladivostok (hay 7 horas de diferencia horaria con Moscú, que requieren aproximadamente tres días de aclimatación). Estos desequilibrios de calendario generan prolongados periodos de inactividad que el club procura amortizar organizando amistosos contra equipos de la vecina Japón. Como es lógico, los resultados van acorde a las circunstancias, y el Spartak Primorye suele terminar cada temporada con el peor balance de la liga como visitante pero uno de los mejores como local. El jet lag juega a su favor. Preguntados por la posibilidad de clasificarse y participar alguna vez en una competición europea, y pese al vacío legislativo, en el club dan por hecho que tendrían que disputar sus partidos como local en Moscú, en algún pabellón alquilado y prácticamente vacío (¿cuántos aficionados podrían viajar 9.300 kms para animar a su equipo?).
La Odisea del Vic TT
Encontramos más ejemplos de partidos de competiciones europeas en los confines orientales de Rusia en otros deportes de menos trascendencia mediática. Por ejemplo, el tenis de mesa. Hace tres años, el Fotoprix Vic TT español obtuvo el mejor resultado de su historia clasificándose para la semifinal de la Liga de Campeones (Copa ETTU) femenina. Su rival sería el Dalenergosetproek de Vladivostok, a 9.311 kilómetros de distancia de Vic (más lejos que, por ejemplo, Río de Janeiro).
No hace falta recordar las estrecheces de presupuesto de los equipos de tenis de mesa españoles, deporte minoritario donde sólo las estrellas llegan al mileurismo. Por eso, los más de 10.000 euros que costaba el vuelo Barcelona-Moscú-Vladivostok del equipo (3 jugadoras, entrenador y delegado) eran sencillamente inasumibles para el Vic TT. La única alternativa viable era un vuelo Barcelona-Munich-Pekín y desde allí tren hasta Vladivostok. Fueron casi 2 días de trayecto y un jet-lag de caballo (9 horas de diferencia horaria). Una odisea compensada con una victoria 1-3 y posterior clasificación para la final.
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