El romanticismo se inventó en Rusia

Malevich- Caballería Roja

Malevich- Caballería Roja

¿Qué significa para ti mi nombre? Morirá como muere el triste ruido, de ola que rompe en la lejana orilla, cual son nocturno en el bosque tupido. Что в имени тебе моем?
 Оно умрет, как шум печальный
Волны, плеснувшей в берег дальный,
 Как звук ночной в лесу глухом. A. S. Pushkin.

A los visitantes del museo romántico de Madrid se les llena la boca pronunciando los nombres de princesas rusas. La gente lee los nombres en voz alta, se equivoca, ríe, ji, ji, ji, ve que el cuadro está ambientado en Odessa y habla del acorazado Potemkin.

 

Retratos de archi-duquesas, geografías enigmáticas (¡incluso los iconos rusos están cargados de paisajes!), lavanderas, cúpulas doradas, lunas, colinas y barcos, piedras, salones de té, la bonita Tiflis, verdes prados y por supuesto Aleksandr Serguievich Pushkin, uno de los tres grandes poetas románticos por excelencia.

Alexander Pushkin -Vasily Tropinin

La exposición tiene una calidad que contrasta con el pequeño espacio que se le da. Todos los visitantes parecen coincidir en el esplendor y belleza de las pinturas, contemplan los cuadros y gritan cualquier cosa (por favor rusos, no lo toméis a mal, aquí gritamos para todo).

Le preguntamos a la señora encargada de vigilar la sala y nos dice que está siendo la exposición temporal más exitosa de este año… ¿y cómo se mide el éxito? Por el número de visitantes.

Así que la felicitación a los comisarios (curators) es obligada, sobre todo por su buen criterio en la selección de arte ruso en pleno proceso de occidentalización.

Tras un largo periodo de tradición icónica bizantina, Rusia devoró todo el romanticismo europeo hasta hacerlo suyo (como también hizo con el comunismo, el ballet, la novela, la religión ortodoxa y el borsh).

Antes de salir, vuelvo a mirar el retrato de Pushkin y el la odiada Natalia Goncharova-Lanskaya-Pushkina.

A la exposición le vendría bien un ejemplar de Evgeni Oneguin, así que paso por la librería del museo y descubro la mejor muestra de literatura rusa que he visto junta en España.

Una señora mayor me ve con cara de ruso (¿tan pálido estoy?) y me pide alguna recomendación de entre los libros del estante:

- “Historias de Belkin” de Pushkin. Editorial Nevsky Prospects.

- “Viaje a Arzrum” de Pushkin. Editorial Minúscula.

- “El rostro de Gogol” de Kjell Johansson. Editorial Nórdica.

- “El inspector; El casamiento; Los jugadores” de Nikolai Gogol. Editorial Alba.

- “Mírgorod” de Gogol. Editorial Alba.

- “El día de año nuevo” de Vladimir Odoievsky. Editorial Nevsky Prospects.

- “Rusia gótica” editado por Nevsky Prospects.

Parece que la señora se da por satisfecha. Al final sólo compra dos de ellos.

Lo cierto es que en España podemos estar más que satisfechos con el desembarco de arte ruso que ha llegado a nuestro país en este final de año (a pesar de que casi todo está concentrado en Madrid). De hecho, la muestra “El romanticismo ruso en la época de Pushkin” es sólo la más pequeña y menos conocida de las exposiciones, entre las cuáles destacan:

- “El Hermitage en el Prado”, museo del Prado de Madrid.

- “La caballería roja. Creación y poder en la Rusia soviética de 1917 a 1945”. La casa encendida de Madrid.

- “Una vanguardia para el proletario: obra de Alexandr Deineka”, Fundación Juan March, Madrid.

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