Los nietos de la revolución

Dmitry Gelfand & Evelina Domnitch

Dmitry Gelfand & Evelina Domnitch

En plena Gran Vía madrileña existe un pequeño templo de la música electrónica más alternativa. Se llama Rotor y sus paredes están decoradas con obras del constructivismo ruso. Al frente, se encuentra Andrés Noarbe que, con motivo de la exposición “La caballería roja”, ha comisariado un ciclo de música electrónica, una ocasión única para conocer el circuito ruso más underground.

En la exposición “La caballería roja”, que ha tomado las salas de la Casa Encendida, hay un extraño instrumento, de color negro y provisto de dos antenas, que se presenta como el primer instrumento de música electrónica comercializado en el mundo y que data de 1919. Su nombre es theremín, y su padre, un físico y músico ruso, Lev Serguéievich Theremin. Una de las particularidades del instrumento es que no se “toca” físicamente. El movimiento de las manos alrededor de sus antenas modifican el campo magnético y eso permite producir sonidos cercanos, por ejemplo, a los del violonchelo o a los de la voz humana. El nacimiento de este tipo de artefactos se produjo durante la explosión utópica de las vanguardias rusas. Ante la necesidad de crear una cultura –y unos sonidos- nuevos, se exploraron todas las posibilidades, también la vía científica. Este pequeño grupo de investigadores rusos en torno al sonido y la tecnología musical no son demasiado conocidos para el gran público. Fuera de Rusia, el más célebre llegó a ser Theremin. Pero no fue el único. Y sus inventos se utilizan todavía hoy.

Andrés Noarbe

Subo hasta la sexta planta del Nº6 de la Gran Vía madrileña. La puerta está entreabierta y, al fondo de una habitación repleta de cedés y vinilos, veo a un hombre sentado en un despacho que me hace una señal amistosa para invitarme a pasar. Es Andrés Noarbe y me recibe con una sonrisa. Se nota que hablar de música electrónica es lo suyo. No en vano lleva ya 25 años al pie del cañón. Le comento el descubrimiento que he hecho en la Casa Encendida: el theremín, instrumento que él conoce bien. Hablando sobre el curioso artefacto, al principio dudamos en el año de su invención.

Andrés Noarbe me dice: «Te lo puedo confirmar. ¿Sabes por qué? Porque traigo a la intérprete de theremín más importante, Lydia Kavina. Es pariente del inventor. He visto fotografías suyas de pequeña, y a su lado, ya mayor, Lev Theremín. Comenzó a aprender el instrumento cuando tenía nueve años. Ahora vive en Londres. Por fin tendremos la oportunidad de verla tocar en Madrid y además impartirá un taller. El que quiera podrá traer su theremín de casa y aprender con ella.»

Lydia Kavina

La moscovita Lydia Kavina es concertista de theremín desde los catorce años. Desde entonces, ha tocado este instrumento en cine, teatro, radio y televisión. Es posible que muchos la hayan escuchado sin saberlo, por ejemplo en las bandas sonoras de “Ed Wood” de Tim Burton, “Existenz” de Cronenberg o “El maquinista” de Brad Anderson. Pero al margen de Lydia Kavina, el sonido del theremín nos ha acompañado, en especial, en el cine de la década de 1940-50, como en “Recuerda” de Hitchcock. Y aún hoy, músicos de distintos géneros han incorporado, en alguna composición, el sonido del theremín. Es el caso de Benjamin Biolay, Portishead o Nine Inch Nails.

Ariu Kara

Andrés Noarbe lleva tiempo colaborando con la Casa Encendida organizando talleres y conciertos de música electrónica que se aleja del circuito comercial y de la que se pincha en discotecas. Además de regentar su tienda, Noarbe dirige el sello Geometrik. «La música que escucharemos en el ciclo de la Casa Encendida pertenece a un circuito muy underground. Lo que pasó en Rusia en los años 90 es lo que pasó aquí, en Europa, en los 70. En esa década se produjo una explosión de sellos independientes, de gente que grababa sus propias maquetas y luego las distribuía. Por eso, ahora hay muchos sellos independientes, artistas jóvenes que ya hacen una música más experimental y, cómo no, se ha creado un circuito underground. Estamos hablando de un público de miles de personas, tampoco vayas a pensar que son pocos. Como podría ser el jazz en otras ciudades.»

Cisfinitum

Se podría decir que la música electrónica, tal y como la entendemos ahora, es un género relativamente joven en Rusia. La nueva generación compone sin complejos y se incorpora al circuito internacional, algo que no pudieron hacer sus precursores. Noarbe se muestra conforme: «Sí, ahora sacan sus discos y los exportan. Su radio de acción es Europa central más que aquí, el sur. La mitad de ellos ya vive fuera de Rusia, sobre todo en Ámsterdam. Salvo Lydia, los demás músicos son bastante jóvenes.»

Hay una tendencia, en esta nueva hornada, a los sonidos oscuros e industriales. También como en Europa, en Rusia se está volviendo al sonido de los años 80, al analógico. Esta es una de las marcas distintivas del sonido electrónico ruso. «Lo que pasa con Rusia es que el tipo de sonido es totalmente diferente al que conocemos nosotros en occidente. Los sintetizadores de aquí son de un tipo, existen unas marcas concretas, pero en Rusia se crearon unas copias, de mejor o peor calidad, que tienen su propio eco. Además, cuentan con sintetizadores únicos, muy buscados en el mercado, que son muy especiales. Incluso hay gente que va a Rusia para grabar con ellos. El aislamiento también crea unas características propias. A Madrid vendrán con este tipo de instrumentos. Saben que el público aprecia esta singularidad.»

COH

Noarbe también me habla del invento de Murzin, el sintetizador foto-electrónico ANS. El instrumento se concibió en 1939, pero no adoptó una forma definitiva hasta veinte años más tarde. Se puede decir que es la última creación original de la tecnología musical soviética. En 1967, se fundó en Moscú un estudio de música electrónica para el uso del sintetizador ANS por donde pasaron Schnittke, Gubaidúlina o Artémiev. «Este sería un rasgo distintivo de la electrónica rusa. Otro sería que les gusta lo oscuro, el sonido industrial. Ariu Kara, que estará en Madrid, tiene obra audiovisual. Dice que se inspira en las fábricas abandonadas, los ambientes opresivos, Tarkovski… Artémiev (el compositor de bandas sonoras de películas míticas como “Stalker” o “Solaris”) es, en ese sentido, un clásico. Ha sido una gran influencia para ellos. Se podría decir que el resto se engloba dentro de lo que se denomina “dark” o “industrial ambient”. Así que, por una parte, tenemos a una representante del legendario instrumento ruso theremín, algo clásico, y, por otro, una representación del underground. También estará presente lo más experimental, mezcla entre arte y ciencia, como es el caso de Dmitry Gelfand y Evelina Domnitch, que son ya bien conocidos en los circuitos internacionales y que traerán su performance “Sonolevitation”; luego hay gente que ha desarrollado su carrera fuera de Rusia, como Iván Pavlov (COH); A Cisfinitum lo englobaría en el “drone”, aunque él lo define como “ambient metafísico”; Andrei Oid se encasillaría dentro del IDM (Intelligent dance music)».

Andrei Oid

Algunos de estos músicos rusos habían estado antes en España, pero en propuestas muy concretas, como en el Sónar o en el Centro de Arte sonoro de Murcia. Pero la serie de conciertos programados en la Casa Encendida es una ocasión única para adentrarse en los sonidos más vanguardistas de los nietos de la revolución.

* * *

Del 17 al 19 de noviembre en La Casa Encendida (Ronda Valencia, 2, 28012 Madrid)

Lydia Kavina. www.ydiakavina.com

Cisfinitum [Eugene Voronosky]. www.myspace.com/cisfinitum

Dmitry Gelfand& Evelina Domnitch. www.portablepalace.com

COH [Iván Pávlov]. www.post-pop.org

Ariu Kara. www.myspace.com/ariukara

AndreiOid. www.myspace.com/andrei0id

Andrés Noarbe: http://rotordiscos.com/

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