Hacienda de avestruces. Foto de RIA Novosti
El Ártico en lugar de África
Artiom Androkaki no recuerda cómo le vino a la cabeza la idea de criar avestruces tras el Círculo Polar. Cuando uno tiene 17 años quiere dar la vuelta al mundo. “Podía haber criado cerdos o construir una fábrica de gaseosa, también lo pensé. Pero es aburrido. Mira cuántos cerdos crían por ahí. En cambio no teníamos avestruces. Comencé a insistir a mis padres para que comprásemos el ave africana. Luego adquirimos la tierra y trajimos 200 crías desde Lituania. Así comenzó”, cuenta el criador.
La creación de granja coincidió con los primeros días de Antiom en la escuela técnica. Pero cuando uno tiene entre las manos 200 pequeños animales exóticos, no hay tiempo para el estudio. Artiom explica que antes sólo se había topado con la agricultura en la aldea de su abuela. No tenía ninguna experiencia, y además en el frío Múrmansk no había consultores sobre avestruces. En una pequeña parcela, proveniente del antiguo koljós, Ártika comenzó con su África.
Restauró los antiguos establos, construyó jaulas y crió distintos animales: pollos, patos y hasta cabras y ovejas. “Al principio pensé que sería más fácil. ¡Cuántos errores cometí! Vivía aquí durante días enteros. Iba a casa sólo a bañarme. Había que armar una buena crianza, una alimentación intensa y equilibrada, limpiar cada cuatro horas. En las jaulas tuve que hacer un suelo con calefacción”, recuerda Artiom.
Plumas glamorosas y huevos de oro
Actualmente en la granja de avestruces Aurora Boreal hay 7 machos, 14 hembras y 20 crías. A fines del verano norteño, salieron de las incubadoras los nuevos animales.El año pasado nacieron 20 avestruces y en el dueño de la granja calcula que pronto llegarán a las 150 cabezas.
“Hay una gran demanda. La cría de estas aves es una producción sin residuos: la carne y los huevos, sirven de alimento; la grasa es el mejor concentrado para los remedios contra las quemaduras; las plumas sirven como harina de pescado y decoración de ropas; el cuero es más caro que el de cocodrilo; las pestañas y la córnea se trasplantan al ser humano. En teoría se puede comercializar todo”.Aunque por ahora no encuentra compradores para el cuero ni la córnea, pero es sólo cuestión de tiempo, afirma Artiom. En cambio los huevos se venden en el momento, a pesar de su alto precio, cuestan mil rublos (unos 25 euros).
Una tortilla de un huevo puede alimentar a varias personas, y la cáscara es utilizada por artesanos que la transforman en una obra de arte. “La carne más tierna es la de la cabeza. El resto se puede preparar como uno quiera: hervir, hornear o freír. En los restaurantes es una delicatessen, recuerda a la ternera”, detalla Artiom.
De la producción al entretenimiento
Los animales se acostumbraron con rapidez al clima del norte: las noches polares, los vientos penetrantes y las grandes heladas. “En invierno –dice el dueño- pasean por la nieve hasta la panza y ni se inmutan. Lo más importante es alimentarlos bien, para que tengan más energía. En un día un avestruz adulto come entre tres o cuatro kilos. Es el mismo alimento que los pollos, sólo que más abundante”.
Las hembras más fuertes y grandes son las que continúan la especie. Artiom se ocupa personalmente de la selección. Advierte que hay que tener buen ojo para comprar en otras haciendas ya que nadie quiere entregar las mejores aves. Compró algunas hembras en Dinamarca, y trajo los machos de Suecia. Cada temporada un avestruz pone entre 60 y 70 huevos. Los pequeños crecen de manera muy rápida. “A veces, los alimentas por la noche y a la mañana siguiente ya no los reconoces. Una cría puede llegar a crecer dos o tres centímetros al día y en un año alcanzan hasta los tres metros, con un peso de 120 a 130 kilos”, explica.
Por ahora, solamente tres personas se ocupan de todos estos animales. El mayor gasto es en electricidad, la factura llega hasta los 3.000 dólares mensuales en invierno. La hacienda no recibe facilidades ni subsidios de las autoridades locales. Sólo ahora, pasados cinco años, comienzan a aparecer ganancias y el dueño piensa sobre aumentar el personal. Además tienen planes para tener nuevas piezas. Desde principios de septiembre pacen dos alces norteños. Artiom ya piensa en conseguir una hembra para que haya descendencia. También es posible que pronto aparezcan gallos silvestres y tetraos.
Por otro lado, Artiom ha tenido que organizar grupos de visitas que habían llegado hasta la granja como si se tratara de un zoológico. “En invierno tenemos una atracción: cabalgar en avestruz. Le pongo al ave una media en la cabeza y siento en su lomo a quien quiera hacerlo”, se ríe Artiom.Comenta que la industria del entretenimiento también es un buen negocio. Después de criar varios animales exóticos más no habrá respiro y habrá que renombrar la granja como jardín zoológico.
Originalmente publicado en RIA Novosti
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