Moscú llega a Bulgákov hace justo 90 años; Perdón, es Bulgákov quien llega a MOSCÚ, y desciende con lo puesto –por suerte llevaba una buena pelliza- y un pequeño maletín lleno de certificados que apenas valdrán para encender fuego y calentarse.
Durante varios días vaga por la ciudad. Busca techo, busca trabajo, busca su hueco en la capital de ese imperio llamado URSS y que ha estado a punto de abandonar vía Batumi (sus dos hermanos sí partieron hacia Europa y acabarán residiendo en Francia).
Mijaíl Afanasievich nace en Kiev, trabaja como médico en el frente y reside tras la guerra en Vladikavkaz y Tbilisi.
Fue entonces cuando publicó sus primeros textos: “Ocurrió en 1919 cuando viajando en un tren caótico durante una noche otoñal, a la luz de una vela metida en el gollete de una botella de petróleo, escribí un primer relato breve. En la ciudad a la que el tren me había conducido lo llevé a la redacción de un diario…” (Relatos de Moscú, Maldoror).
La familia de Bulgákov es originaria de Oryol (la región donde comienza la estepa y que también ha dado escritores como Turgueniev, Leskov o Bunin).
Sello postal del año 1991 - diseñador Yuri Artsimenev
Su padre trabajaba como profesor de teología en una academia, su abuelo, por parte de madre, también enseñaba teología en una escuela; Ciertamente, de ahí sacó Mijail Afanasievich su misticismo.
En el Cáucaso escribe obras de teatro y trabaja de actor, de periodista, de corrector de diccionarios, de asesor científico del comité de ingenieros y sobre todo de médico especializado en enfermedades venéreas.
Pero lo que sabemos de Bulgákov es inversamente proporcional al interés por su figura. La primera mitad de su vida sólo puede ser esbozada a través de las memorias de su hermana Nadezhda y de su primera mujer Tatiana Lappa.
También tenemos los primeros relatos publicados por Bulgákov y una de las cinco obras de teatro representadas en Vladikavkaz (Auto-defensa, Los hermanos Turbin, Los hijos del Mulah, El París de la comuna y Novios de Arcilla).
Mijaíl Afanasievich quemó estas obras pero “los manuscritos no arden” -este aforismo de El Maestro y Margarita quedó como epitafio moral de Bulgákov.
Portada de "Notas en los puños" - ed. Alfabia
Durante su vida el maestro apenas pudo publicar algunos relatos sueltos, su novela La guardia blanca (Los días de los Turbin en la adaptación teatral), y una recreación dramática de la vida de Pushkin y de Las almas muertas de Gogol.
El tiempo pasó. Creció la hierba, el pelo y los gusanos, pero las obras de Bulgákov tuvieron que esperar otros diez años tras la muerte de Stalin para poder aparecer –como cadáveres en el Landwehrkanal.
En 1962 salió su adaptación para el teatro de la biografía de Molière; En 1963 Apuntes de un joven doctor; En 1965 una colección con algunas de sus obras de teatro; En 1966 una selección de sus relatos y a finales de ese mismo año El maestro y Margarita, su obra crepuscular y probablemente la novela más popular de Rusia en el pasado siglo XX.
Bulgákov comenzó a escribir tarde, demostrando una remarcable originalidad y madurez. Ya sus primeros textos están tejidos a través de la intersección de elementos biográficos y ficticios, hasta el punto de no poder diferenciarse.
En sus relatos Bulgákov realiza una constante sátira de sí mismo e introduce pasajes improbables en un entorno concreto, bien descrito y cercano al día a día cotidiano del lector, produciendo así un corrosivo fenómeno que ironiza todo lo que le rodea.
Es una forma de escribir instintiva, y con los años Mijaíl Afanasievich irá perfilando esta técnica reflectiva que en cierta forma puede asemejarse a la cámara de espejos de las antiguas ferias –donde personas y objetos aparecían deformados por un fenómeno natural.
Un ejemplo de ello es el relato “Un recuerdo”, en el que Bulgákov describe la imposibilidad de encontrar vivienda en Moscú -y sobre todo de registrarse en ella. En él, el maestro nos hace partícipes de su vagabundaje y precariedad material, para después resolver el problema con una simple visita a NADIEZHDA ULIANOVA (esposa de Lenin).
Bulgakov y su tercera mujer Elena Sergueievna, 1939
Otro ejemplo de esta “bio-ficción” es el relato “La comuna obrera Elpite nº 13”: “En la habitación nº 50 estaban tan bien como en el paraíso. Detrás de las negras ventanas se había desatado una tempestad infernal, mientras que en la estufa bailaba el joven príncipe de las llamas, quemando los cuadrados del parquet”; Y efectivamente, era en ese mismo edificio y en esa habitación donde vivían Bulgákov y su primera mujer y donde tenían que quemar el parquet para poder calentarse…
Por cierto, si Los estanques del patriarca ocupan un lugar preferencial en El maestro y Margarita es porque Bulgákov vivía justo al lado y paseaba con frecuencia por dicho paraje (su apartamento es ahora un museo: http://www.bulgakovmuseum.ru/en//).
Más que narrador, lo que Bulgákov construye es una prosa dramática, y su magia reside tanto en el poder de sus diálogos como en la efectividad de sus descripciones.
Esta precisión por el detalle y el carácter topográfico de sus textos está marcado por su experiencia como periodista y como médico, según algunos críticos y biógrafos. De hecho, Mijaíl Afanasiévich actualizó su diario cada jornada durante cinco años apuntando los detalles más aparentemente triviales –su diario fue confiscado en 1926, durante el primer registro a su vivienda.
Pero el nicho natural de Bulgákov era el teatro. Además de escribir obras teatrales y adaptaciones, el maestro trabajó de director de escena del Teatro del arte y de libretista de las óperas del Bolshoi.
No obstante, a pesar de ser su sustento económico durante años y de haber triunfado con “Los días de los Turbin” (Stalin fue a verla unas 20 veces), el tercer arte clásico le produjo muchas pesadumbres a Bulgákov, ya que el resto de sus obras fueron prohibidas antes de estrenarse y Mijaíl Afanasiévich acabó por renegar de Stanislavsky, con quien mantuvo una relación difícil a pesar de su admiración.
En repetidas ocasiones Bulgákov citó como maestros a Pushkin, Gogol, Goncharov y Saltykov-Shchedrin -todos escritores satíricos. Además Mijaíl Afanasiévich mantuvo amistad con colegas contemporáneos como Yevgeny Zamyatin y Yuri Olesha, también de marcado carácter sarcástico.
Otro de sus contemporáneos a los que Bulgákov admiró fue Dmitri Shostakovich (¡el más sarcástico de todos!). De acuerdo con el diario de la segunda mujer del maestro (Yelena Sergeievna), tras asistir a la segunda producción de Lady Macbeth de Mtsensk en el Bolshoi de Moscú (2 de enero de 1936), Bulgákov contactó a Shostakovich para invitarle a su apartamento y le propuso hacer una ópera juntos sobre la vida de Pushkin. Cuatro días más tarde, Dmitri Dmitrievich visitó a Bulgákov, y éste le expuso las líneas generales y el argumento de la obra, que iba a ser titulada “Los últimos días”. Infelizmente, el proyecto se vio paralizado por los ataques del diario Pravda tanto a Bulgákov como a Shostakovich.
Akhmatova, Mandelstam, Pasternak, Prokofiev… muchos artistas sufrieron en sus carnes la crueldad del régimen staliniano, pero posiblemente fueron Bulgákov y Shostakovich los dos más respetados por Stalin –y por eso especialmente sometidos.
Bulgakov en 1940, el año de su muerte
De hecho, Bulgákov llegó a escribir 5 cartas a Stalin y –al igual que Shostakovich- tuvieron contacto telefónico con Yósif Vissariónovich. No obstante, no fueron cartas de alabanza y súplica las que envió, sino quejas francas ante la imposibilidad de montar sus obras de teatro y solicitudes directas para que le dejase escapar de la URSS.
"Quedarse callado va contra la naturaleza de un escritor. Permanecer en silencio significaría que nunca fui un verdadero escritor", le escribió Bulgákov a Stalin en 1931 (Correspondencia 1926-1940, Maldoror).
Pero no nos confundamos: la obra de Bulgákov no es política, sino que lo político se introduce en la vida de sus personajes casi sin querer, y ciertamente, si Bulgákov se queja de no poder publicar o de su precariedad material no lo hace culpando directamente a Stalin sino a los burócratas soviéticos, a las instituciones del régimen o a directores de teatro que actúan con indolencia o desidia contra él.
Portada de "Salmo y otros cuentos" - ed. Nevsky Prospects
En este sentido, cuando en su lecho de muerte Bulgákov pronuncia “tienen que saber, tienen que saber…”, no se refiere a Stalin, sino a su gran obra: El Maestro y Margarita, que por entonces estaba –continuamente- corrigiendo junto a Yelena Sergeievna (el arte refleja al tirano de turno pero está por encima de él). Es pues, un “tienen que saber” literario más que político –como en el poema de Tsvetaieva: “…y para mis versos, como para el buen vino, su día ha de llegar”.
Obras utilizadas para el artículo (destacar los excelentes prólogos que acompañan la edición de Nevsky Prospects y Alfabia):
- ”Salmo y otros cuentos inéditos”, ed. Nevsky Prospects.
- ”Notas en los puños e Ivan Vasílievich”, ed. Alfabia.
- ”Correspondencia 1926-1940”, ed. Maldoror.
- ”Relatos de Moscú”, ed. Maldoror.
- ”Las aventuras de Chichikov y Los huevos fatídicos”, ed. Maldoror.
- ”Vida del señor Molière”, ed. Montesinos.
- “Maestro y Margarita”, ed. Alianza.
- “Corazón de perro y La isla púrpura”, ed. Galaxia Gutenberg.
Como casualidad, decir que Bulgákov escribió una adaptación de El Quijote para ópera en el teatro Bolshoi (1939).
Además se han hecho una docena de películas basadas en las obras de Bulgákov, las más destacadas son: “Morfina” de Alexey Balabanov 2008, “Corazón de perro” de Vladimir Bortko 1988 y “Master y Margarita”, también de Bortko (2005) pero en forma de serial.
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