Observamos las reglas del juego

Desde el lunes Serguéi Lavrov asiste a la 66ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

En su conversación con el corresponsal de Rossíyskaia Gazeta, el ministro explicó cómo había influido “la primavera árabe” en la política exterior de la región y el mundo, si había que buscar una forma que sustituyese al “Cuarteto” de Oriente Próximo y qué podría ayudar a evitar una guerra civil en Siria.

Se sabe que en la 66ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas los palestinos pretenden obtener al menos una independencia parcial. Resulta evidente que será inevitable que haya consecuencias serias para todo Oriente Próximo. Si los palestinos consiguen lo que pretenden, ¿implicará la disolución del “Cuarteto” y el comienzo de la búsqueda de nuevos formatos de mediación?

Efectivamente, los palestinos tienen intenciones de presentar durante esta sesión una solicitud para obtener el reconocimiento de su estado. La mayoría de los países miembros de Naciones Unidas están dispuestos a apoyar esta solicitud. Por otra parte, los propios palestinos confirmaron claramente que su “campaña” ante la ONU no era una alternativa a las negociaciones.

Según entendemos, con su llamamiento a Naciones Unidas los palestinos pretenden volver a resaltar la urgencia de la necesitad de resolver cuanto antes el conflicto mediante negociaciones, con una base jurídica internacional universalmente aceptada. Y nosotros les apoyamos en esta iniciativa.

Consideramos que es muy urgente intensificar los esfuerzos con el fin de crear condiciones aceptables para todas las partes con el objetivo de reanudar las negociaciones. No creemos que sea viable modificar el formato de intermediación. El “mecanismo de acompañamiento” existente, representado por el “Cuarteto”, compuesto por Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU ha demostrado su utilidad. Además, está aceptado por las partes del conflicto así como por todos los demás agentes interesados y el Consejo de Seguridad. Lo más importante es que todos los participantes del “Cuarteto” actúen de una forma imparcial exigiendo el cumplimiento de los acuerdos existentes por todas las partes.

No cabe duda de que los estados occidentales intentan convertir la situación en Siria en el tema clave de la 66ª sesión de esta Asamblea General. Es evidente que el líder sirio, Bashar Asad, no llega a un entendimiento con la oposición que parece estar dispuesta a reproducir el guión libio. En su opinión, ¿existe la posibilidad de evitar que se repita esta sangrienta historia?

Tal y como hemos dicho en numerosas ocasiones, Siria es “la piedra angular de la arquitectura de Oriente Próximo” de la cual depende en gran medida la conservación de la paz y la seguridad en la región. Por lo tanto, no es de extrañar que la situación en Siria sea uno de los temas principales a debatir, y Rusia junto con los otros países BRICS, así como con otros estados, está interesada en este debate con los occidentales.

No me parece del todo correcta la afirmación según la cual Asad no llega a entenderse con la oposición. ¿Por qué solamente una parte del conflicto tiene que ser responsable de cumplir con esa tarea? Nosotros creemos que la oposición también tiene que responsabilizarse de garantizar un futuro pacífico y próspero para su país. Si me permite, es su deber nacional. Es una falta de responsabilidad ignorar las invitaciones al diálogo y descartar las propuestas concretas del líder sirio, aunque sean tardías, para reformar la legislación sobre los partidos, las elecciones y el autogobierno local.

La tendencia a boicotear los intentos de diálogo con la esperanza de que “Occidente nos ayude” al igual que en Libia, no lleva a ningún resultado. Hay que entender que la población está dividida. Una parte exige reformas y un cambio de gobierno inmediato, mientras que la otra prefiere un camino de cambios paulatinos, y cree que éstos deben que llevarse a cabo conservando la paz civil y la tranquilidad en el país.

El camino óptimo para salir de la crisis consiste en normalizar el proceso político con la participación de las autoridades y todas las fuerzas que rechacen la violencia como medio para obtención de objetivos políticos.

No existe ninguna predisposición para que en Siria se repita el guión libio o cualquier otro. Al contrario, existen opciones para una superación pacífica y no violenta del conflicto interior sirio. Para ello, hay que encaminar a la oposición no hacia el radicalismo y la terquedad, sino hacia la defensa de sus exigencias por la vía de las negociaciones, buscando la concordia nacional y un camino armonioso hacia la democracia. Es precisamente este fin el que busca el proyecto de resolución propuesto por Rusia y China a los miembros del Consejo de Seguridad. La alternativa es una guerra civil, con unas consecuencias muy negativas tanto para Siria como para toda la región y el mundo en general. Tenemos que hacer todo lo posible para evitar que los acontecimientos se desarrollen en esa dirección.

La llamada “primavera árabe” ha colocado encima de la mesa numerosos temas nuevos para los participantes de la la 66ª sesión de la Asamblea General. ¿Hasta qué punto estos acontecimientos han cambiado la situación de la política exterior tanto en la región como en el mundo?


Como consecuencia de los consabidos acontecimientos en Túnez, Egipto y otros países, desde el inicio de 2011 la región de Oriente Próximo y el Norte de África está viviendo un período de transformación radical. El sentido de lo que está ocurriendo hay que buscarlo en los regímenes y las formas políticas que se generaron tras la independencia de los diferentes países, así como en el deseo de las masas populares de obtener un mayor grado de democracia, de un aumento en el nivel de vida y prosperidad y en la obtención de una garantía sin obstáculos a los derechos humanos universales.

Según nuestra valoración, estos procesos se desarrollarán con dificultad y los acontecimientos no se sucederán de una manera unívoca. Esta opinión ya ha sido corroborada en numerosas ocasiones. No cabe duda de que las modificaciones que ocurran tendrán consecuencias muy importantes, de manera que la imagen de la región cambiará completamente.

Simpatizamos con las esperanzas de los pueblos árabes y su deseo de vivir mejor. Además, estamos convencidos de que ellos mismos pueden y deben decidir su suerte. Por ello, y por principios, siempre nos pronunciamos en contra de la intromisión en los asuntos internos y en los intentos de imponer desde fuera recetas prefabricadas y guiones de desarrollo. Es importante que los conceptos de las reformas democráticas sean generados por los propios pueblos de Oriente Próximo y del Norte de África, manteniendo el respeto a las tradiciones de su civilización.

Nuestro interés principal consiste en que los estados de Oriente Próximo sean estables, prósperos y se desarrollen según los principios democráticos. En las condiciones actuales, el objetivo principal de la comunidad internacional debería consistir en ayudar a las transformaciones que están ocurriendo en la región, eliminar los desafíos a la estabilidad y seguridad internacionales que puedan surgir en la zona, y resolver los conflictos más viejos y persistentes. Rusia, teniendo en cuenta sus intensas relaciones históricas, está dispuesta a llevar a cabo este trabajo. Seguiremos construyendo nuestras relaciones con los países de Oriente Próximo y del Norte de África basándonos en el respeto mutuo y en una cooperación beneficiosa para todos. Estas relaciones se basan en unos cimientos estables, soportados por varias décadas de un sentimiento de amistad recíproco, y no por un circunstancia coyuntural.

Desde hace más de diez años, ha estado presente el debate sobre la reforma de la ONU. Sin embargo, en los últimos años este tema ha sido desplazado por la crisis económica mundial. ¿Hasta qué punto los principales agentes de la política mundial, incluida Rusia, se preparan para volver a plantearse el tema de la reforma en la próxima 66ª sesión de la Asamblea General?


Las directrices principales para llevar a cabo una reforma integral de acuerdo con la nueva realidad ya han sido plasmadas en el Documento Final de la Asamblea General de 2005, firmado por los líderes de estado y gobierno de más de 170 países. Se crearon nuevos organismos para llevar a cabo las iniciativas aprobadas: la Comisión de Consolidación de la Paz, llamada a ayudar a los países que se encuentran en una etapa post conflicto, y el Consejo de Derechos Humanos que ha sustituido a la Comisión de Derechos Humanos. Además, ha sido aprobada la Estrategia Global Antiterrorista de la ONU y también se tomaron decisiones para reavivar la actividad de la Asamblea General, y se está prestando una atención especial a la reforma de la administración de la organización.

Los procesos de reforma siguen en pie. Sin embargo, no todos, ni siquiera los prioritarios, se podrán ejecutar rápidamente, ya que la está integrada por 193 estados soberanos, cada uno con sus propios intereses nacionales. Las novedades se tendrán que basar en una aceptación más amplia que conduzca al fortalecimiento de la unión y aumente la eficacia de la ONU y no a la agudización de las discrepancias. Todo lo dicho se puede aplicar en su totalidad a temas tan importantes como la ampliación del Consejo de Seguridad.

La reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es uno de los pasos más importantes para aumentar la eficacia de la Organización en su capacidad para reaccionar adecuada y operativamente a los desafíos existentes. El proceso de negociaciones sigue avanzando, aunque sea lentamente. La inmensa mayoría de los países miembros de la ONU, incluida Rusia, está dispuesta a conseguir el mayor consenso posible a este respecto.

La eficacia de las reformas depende en gran medida del fortalecimiento del nivel regional de la administración global, del potencial y la capacidad operativa de las organizaciones regionales, y de su disposición para cooperar con la ONU y entre ellas. La OTSC también se pronuncia a favor de ésto. Al crear sus propias fuerzas pacificadoras, los miembros de la organización parten de la posibilidad de utilizarlas también en las operaciones de pacificación que se llevan a cabo en distintas regiones. Es muy conocida la propuesta de la OTSC dirigida a la OTAN sobre el establecimiento de una cooperación práctica, en particular, para luchar contra la amenaza con que supone el tráfico de estupefacientes proveniente de Afganistán.

Durante la 66ª sesión de la Asamblea General, de acuerdo con la resolución 65/94 GA, se estudiará el tema del papel de Naciones Unidas en el sistema de la administración global, con claras preferencias hacia la parte económica y a los problemas de apoyo al desarrollo. El objetivo principal del futuro debate es crear un orden del día unificador, y conseguir un consenso respecto a las principales directrices de la reforma del sector social y económico de Naciones Unidas, en base a un análisis ponderado de las ventajas e inconvenientes de los mecanismos existentes para la regulación de los procesos económicos mundiales.

En esta etapa, la directriz prioritaria de la reforma del sector social y económico de la ONU consiste en fortalecer el potencial del Consejo Económico y Social, el principal organismo intergubernamental para llevar a cabo observaciones sistemáticas y generales y la valoración del progreso en la realización de los Objetivos del Desarrollo del Milenio aprobados por las propias Naciones Unidas.

Uno de los temas más importantes en la agenda de la Asamblea General es la reforma de la Organización en el ámbito administrativo, encaminada a aumentar la eficacia del trabajo del Secretariado, el fortalecimiento de la obligación de rendir cuentas y la transparencia, así como el perfeccionamiento del sistema financiero y presupuestario de la organización para concentrar los recursos existentes en ámbitos prioritarios y garantizar así la obtención de resultados concretos.

Rusia participa activamente en los procesos de reforma en todos los ámbitos, promueve propuestas concretas encaminadas al fortalecimiento de su papel y al aumento de la eficacia de las estructuras y los mecanismos.

¿Con qué iniciativas viaja la delegación rusa, encabezada por usted, a esta sesión de la Asamblea General?


Hay diferentes iniciativas. Respecto a los temas tradicionales referentes a las medidas de transparencia y fortalecimiento de la confianza en la actividad espacial, tenemos planeado presentar los resultados obtenidos en la sesión anterior respecto a la creación de un Grupo de Expertos Gubernamentales. También pretendemos encaminar su trabajo hacia la preparación de recomendaciones prácticas.

En cuanto a la seguridad internacional para la información, nuestros esfuerzos se concentran en no permitir que las tecnologías de la información y la comunicación se utilicen con objetivos criminales, terroristas o político militares o para entrometerse en los asuntos internos de los estados. El año pasado, la Asamblea General aprobó nuestra iniciativa de crear un Grupo de Expertos Gubernamentales para investigar las amenazas existentes y potenciales en este ámbito. En la presente sesión proponemos precisar el mandato del grupo incluyendo la elaboración de reglas para el comportamiento responsable de los estados y medidas para el fortalecimiento de la confianza en el ámbito de la información. Respecto a este tema, ha sido pactada una posición solidaria de los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OSC), que envió tanto al Secretario General, como a todos los miembros de Naciones Unidas un documento colectivo sobre el contenido de dichas reglas.

En el marco de nuestros esfuerzos encaminados a no permitir que se lleven a cabo intentos de revisar los resultados de la Segunda Guerra Mundial, volveremos a proponer un proyecto de resolución sobre la inaceptabilidad de la connivencia respecto a las formas modernas de racismo, discriminación racial y xenofobia.

No es un secreto que la OTAN está incrementando sus intentos para sustituir a la ONU. ¿Tiene intenciones de plantear este problema durante su visita a Nueva York?


La OTAN, mejor dicho, algunos de sus representantes, intentaron sustituir a las Naciones Unidas desde los años 1990 hasta su intervención en Irak en 2003, cuando Alemania y Francia no apoyaron a sus aliados. La Alianza Atlántica vio que la comunidad internacional no aceptaba la legitimidad de sus acciones sin una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Por lo tanto, por mucho que algunos políticos intenten dotar a la OTAN de funciones globales, no podrá sustituir a Naciones Unidas. Creo que es algo que las personas razonables de los países miembros de la Alianza entienden perfectamente.

En los últimos años, la OTAN ha aprendido a “jugar observando las reglas del juego” establecidas por Naciones Unidas. En 2008 se firmó una declaración conjunta sobre la cooperación de los secretariados de ambas organizaciones, la adhesión al derecho internacional está fijada en la nueva estrategia de la Alianza. Al mismo tiempo, es sumamente importante que esta adhesión no caiga en papel mojado, sino que se refleje en acciones individuales y colectivas de los miembros de la OTAN. Sin duda alguna, en Nueva York se hablará de cómo la coalición encabezada por la OTAN ha cumplido la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para Libia, y hasta qué punto estas acciones correspondían al mandato expedido por el Consejo de Seguridad, en primer lugar, respecto a la defensa de la población civil. En este ámbito, tenemos muchas preguntas para los miembros de la OTAN.

Asimismo, hay que señalar que en los últimos años la ONU ha ampliado activamente el círculo de sus socios regionales para hacerles partícipes de la red general de fuerzas responsables de la situación en sus regiones. En las condiciones actuales, en las que existe una creciente tendencia a “dividir el trabajo” de forma eficaz entre la ONU y las uniones regionales, el papel preponderante del Consejo de Seguridad parece inamovible en tanto que garante de la paz y la seguridad internacional, incluida la ratificación y el control de las operaciones que suponen el uso de la fuerza.

Publicado originalmente en Rossíyskay Gazeta (edición federal) N5586 del 21 de septiembre de 2011

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