Progress vista de la ventana del Estación Espacial Internacional. Foto de NASA
Durante medio siglo de historia de la era espacial, con miles de lanzamientos, los principales caballos de batalla para poner satélites en órbita siguen siendo los exploradores de siempre: los portadores americanos de la familia Delta, Atlas, Titan y el cohete soviético Soyuz. Todos ellos fueron creados como base para los primeros prototipos de misiles balísticos intercontinentales y de misiles de medio alcance y fueron construidos entre 1957 y 1962.
Tradicionalmente en la Unión Soviética, y ahora también en Rusia, las empresas involucradas, de un modo u otro, en la rama espacial pertenecen a la industria militar. Según la inmensa mayoría de expertos rusos, un tercio de las empresas del sector se encuentran en una situación de quiebra real. Además, la inversión en investigación y desarrollo en Rusia es diez veces menor que en los países occidentales, y la inversión en fondos básicos y en formación, cinco veces menor.
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«Más del 70 % de las tecnologías al servicio de las necesidades de producción, están física y moralmente obsoletas», señala el general retirado Vladímir Dvorkin, responsable del desarrollo de programas para la mejora de las fuerzas estratégicas nucleares.
Ígor Lisov, redactor de la prestigiosa revista Nóvosti kosmonávtiki («Noticias de la astronáutica»), se muestra muy pesimista: «Durante las dos últimas décadas, el personal experimentado ha abandonado la industria, bien debido a su edad o a causa de la escasa retribución… Mientras el salario de un ingeniero de producción y diseño de tecnología espacial sea inferior al de un vendedor de teléfonos móviles, nos dedicaremos a la venta de teléfonos y no a la tecnología espacial»
La inyección de capital a las empresas, la implantación de salarios dignos, la sustitución de la maquinaria en mal estado, etc., es una situación ya difícil de conseguir, por no decir imposible. Se necesita cambiar de actitud, romper con las tradiciones arraigadas y la mentalidad, aún más arraigada, que se centra en el éxito inmediato y estentóreo y cuya máxima aspiración es la declaración, alta y clara, del liderazgo ruso.
No es de extrañar que, en Rusia, hasta día de hoy se considere que el logro principal es superar al resto del mundo en número de despegues anuales. Y a ninguna de las autoridades competentes le urge discutir este principio. Incluso después de la humillante pérdida del satélite geodésico de uso militar Geo-IK-2, que no ha estado operativo ni un mes, y más tarde del “rodeo” orbital del satélite de comunicación militar de la serie Raduga, que perdió la orientación.
Pero ¿acaso contamos con un programa claro de desarrollo de nuestra cosmonáutica en su conjunto? Preveo las respuestas: nuestro objetivo es la Estación Espacial Internacional, luego la luna, Marte, etc. En cuanto al programa, está planificado hasta 2050. Pero entonces, ¿por qué, en lugar de aunar esfuerzos para crear una nueva tecnología, la principal empresa espacial del país -la corporación Energuiya- habla de la necesidad de desarrollar un hotel turístico en una órbita cercana a la Tierra? Hoy en día, no basta con las naves espaciales y, a la luz del cierre del programa Space shuttle y la pérdida del carguero “Progreso”, nuestra mitad de la Estación Espacial Internacional puede quedar sin uso.
Originalmente publicado en «La voz de Rusia»
Traducción de Marta Rebón
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